Andrés A. Correa
acorreachacra@yahoo.com.ar
Muchos conocen como pienso y nunca escribí un solo libro. Siempre preferí conversar con la gente y escucharla.
Un colega mío, ( Heráclito, allá por el 550 Antes que naciera Cristo) con su teoría de la relatividad :“nunca nos bañamos en el mismo rio” me convenció. Si para hablar acerca de la Verdad soy cauto, cuanto más para dejar algo escrito sobre ella. Escribir es bueno y necesario. Publicarlo, ya es otra cosa.
En el Medio Ambiente también existe un espacio para el pensamiento escrito. Este también es degradable y no se recupera fácilmente.
Hay irresponsables que lo malgastan. Lo escrito a veces es inmanejable. Muy pocos han escrito muy pocas verdades. La mayoría de los libros resultan un obstáculo para que la gente piense por si misma . Están hechos para repetirse a ellos mismos, más que para ayudar a pensar. Ahora si el que lee, está entrenado para “saber leer”, la cosa cambia. Pero leer por leer, mas vale no leer.
Como en los atados de cigarrillos, muchos libros tendrían que llevar el rótulo: “ si usted no puede poner en funcionamiento su capacidad crítica ante este libro, leerlo puede resultar perjudicial para su salud”.
No saber leer y leer, es como tirarse al agua sin saber nadar, o saltar del trampolín a una pileta vacía. En el primer caso el contenido lo ahoga y en el segundo, la falta de contenido le rompe el coco.
Cuidemos la salud de nuestros hijos, no los empujemos hacia dentro de un libro sin ayudarlos a que sepan cuándo tiene agua y a nadar por si mismos.
Todavía confundimos el acceso al conocimiento con el acceso a la palabra ya escrita. Como si el resto de la “circunstancia” previa, actual y posterior a lo ya escrito no requiriese ser leída. Nos desvivimos para que nuestros hijos accedan cuanto antes “al manejo” de la lecto-escritura. Grave error. Si usted quiere a su hijo, antes de ponerle un libro en sus manos, ayúdelo a leer su realidad y a pensarla por sí mismo. Yo, gracias a que no fui nunca a la escuela, pude crear un movimiento filosófico que lleva unos 25 siglos de vigencia (siglo mas, siglo menos ), y va en avance. Lo aprendí observando a mi madre cuando ayudaba a las parturientas. La que daba a luz la nueva vida no era mi madre, sino las que tenían esa Vida dentro de ellas.
“Tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro”¿una tendencia natural de la realización humana? no sé. La verdad es que el autor se muere y ninguna de estas tres cosas se las lleva a su tumba. Estas adquieren “vuelo propio” y disputan el espacio de otros hijos, árboles y libros sin que exista derecho a reclamo, pues el responsable directo ya desapareció.
A fines del siglo pasado y lo que va de éste fue en aumento la ansiedad patológica de la libre expresión argentina. Se tienen hijos y después se los abandonan, se plantan árboles que nunca se riegan y se editan libros para vender sin reparar en su contenido. La Responsabilidadque implica tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro quedó rezagada. Parir, plantar y escribir es relativamente fácil, lo difícil y lo que lleva mas tiempo es criar, regar, podar y rectificar lo que uno hizo. En esto, los argentinos andamos bastante flojitos. Asi nos va.