Edgardo Adrián López
edadrianlopez@yahoo.com
La serie que se abre o inaugura con estas palabras, que se mencionan a sí mismas en su noche, supone la reconstrucción previa que enarbolan los poderes de turno, que se encargaron y se auto imponen la misión desesperada, anhelante, de sepultar, con mil estrategias, lo que se multiplicó, para bien y para mal, con la metáfora “salvaje” de “marxismo”.
Por igual, es un segundo instante, de una operación deconstructiva que principió en otros palimpsestos, acaso con “homenajes” furtivos, como el que me impulsa ahora3, en un presente de escritura sangrante, esperanzado, también. Pero si hemos de considerar que a la supuesta “reconstrucción I”, la anticipa una deconstrucción “0” en carácter de atesis, la reconstrucción emprendida no sería “II”, sino “III”. Esa deconstrucción “primigenia” es indomable para mí y abarca una fracción de lo que se podría explicitar con un arduo trabajo de autosociopsicoanálisis objetivador4 que, sin embargo, me es imposible emprender aquí, comenzando por la salvedad respecto a que la reconstrucción “inaugural” debiera conservarse en determinado sentido, innombrable, imposible, a los fines de esquivar la pretensión hitleriana, fascista, nazi, de querer enunciarlo todo en un “manifiesto” transparente y claro a una consciencia divina, absoluta.