Francisco Javier Contreras H.
javierconh@hotmail.com
Leer un texto es platicar con el que lo escribió; es sentarse con un amigo ante una taza de café, y empezar a escucharse, interpelarse y construir juntos un nuevo pensamiento. Desde esta consideración, todo libro que no se lee, es una invitación a dialogar que no se aceptó, y por ello, ese texto perdió su razón de ser. Y ¿para qué sirve una obra que no se lee? En ese caso, tal vez ni merezca el nombre de libro: quizá sólo sean un montón de hojas llenas de letras a las que unió una grapa.
Lo que realiza al libro como tal, es ser leído; porque su misión fundamental de transmisión de ideas, sólo la realiza cuando alguien lo lee; mientras que nadie se decide a abrirlo, es un trabajo a medio concluir. Un libro es por esencia diálogo o no es libro. Por ello, una obra que no se lee, es como dos amigos que no se llegaron a juntar a platicar. Desde esa óptica, te agradezco que estés aquí presente, pues entre los dos logramos la realización plena de estos escritos.