Maximiliano Korstanje
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Según fuentes informales, se cree que unos 548.013 argentinos residen en el exterior. Entre ellos: unos 150.000 viven en México, 85.230 en Estados Unidos, 72.231 en Israel, 70.224 en España, 58.693 en Brasil, 44.475 en Chile, 20.614 en Italia, 13.546 en Canadá, 10.000 en Francia, 10.000 en Australia, 8.500 en Alemania y 4.500 en Inglaterra. 13
De todos ellos, los que a continuación se detallan, son sólo una parte ínfima pero la calidad de sus relatos habla por sí misma.
Carmén tiene cuarenta y seis años, es argentina y actualmente reside en España. Hace nueve años que dejó su país con el fin de mejorar su condición laboral y económica. Cuando vivía en Argentina, se desempeñaba como artista plástica; y le queda pendiente retornar. Aún con la muerte de su padre no ha podido volver. Cuando uno le hace referencia al aeropuerto de Ezeiza, a Carmén le despierta una emoción intensa y sentimientos de angustia. No duda, si se da la oportunidad, de volver a vivir en Argentina pero para ella ese tema es una cuestión pendiente. Aquí viven todos sus seres queridos, madre, hermanos, sobrinos, tíos y primos. ¿Cuál es su lugar antropológico de residencia?. ¿Y como comprende Carmen el concepto de No Lugar de Marc Augé?.
El caso de Abigail es harto diferente, al de Carmén. Ella tiene 15 años y vive hace unos diez años en España. Sin embargo, a ella la trajeron sus padres a la edad de cinco años. Cuando tiene que describir su vivencia al momento de partir, describe “confusión por su escasa edad”, y cuando le preguntamos sobre la posibilidad de retornar al país, respondió “no volvería, porque simplemente no recuerdo casi nada y paso mi adolescencia en España”. Abigail tiene tíos y primos viviendo en Argentina.
Ambos testimonios tienen dos lugares diferentes de referencia, para Carmen Argentina para Abigail Europa, sin embargo para ambas el aeropuerto por el cual partieron les da un significado y un sentido a sus recuerdos y a su historia. Los otros dos testimonios, que tenemos reservados son diferentes ya que ambos han vuelto temporariamente de visita a la Argentina.
Javier tiene 28 años, vive en México hace 5 años. El motivo que lo obligó a emigrar fue la crisis financiera de principios de 2002. En ese momento, él trabajaba en una empresa multinacional. Producto de la crisis, la empresa cerró sus oficinas en Buenos Aires, y abrió una filial en México. Javier, quien entonces se desempeñaba como Gerente de Marketing, emigró a México para continuar con su trabajo. Su partida, fue muy difícil y triste. Cuando se le nombra el aeropuerto de Ezeiza, afirma “recuerdo que a mi partida mis familiares fueron a despedirme. No me gustan las despedidas, por lo tanto les pedí que se fueran rápidamente. Recuerdo comer un tostado posterior al PRE embarque, mirando a todos con un dejo de melancolía”. A diferencia de los entrevistados anteriores, Javier tuvo la oportunidad de regresar dos veces, la primera a los 6 meses a visitar a sus familiares y la segunda a los 2 años por trabajo. Apenas bajó del avión se le escaparon unas lágrimas y seguido un fuerte olor a gas, típico de Buenos Aires, Javier tiene muy presente aún ese momento. Su primera estadía la recuerda con una gran pena. Según nos dice el entrevistado “la gente estaba muy deprimida, el costo del dólar era un inconveniente, todos estaban muy caídos”. En la segunda, ya la cosa había cambiado, disfrutó mucho más de los paseos y de los amigos. Su idea, es volver a vivir en Argentina y dice que el trato de sus compatriotas a sido bueno en las dos ocasiones. Si tuviera que elegir, el prefiere que nadie lo esté esperando cuando llega al aeropuerto. Ahora bien, Javier nos comenta que al poco tiempo de regresar ya quería volverse a México, si bien había planeado quedarse un mes, a las tres semanas adelantó su regreso, el motivo el clima de depresión que reinaba en ese entonces. Las expectativas y las cosas que le pasaban por la cabeza durante su viaje de regreso a México era un tinte de agradecimiento por no vivir en el país.
La historia de Héctor, es diferente aunque el motivo de la migración fue el mismo. El entrevistado tiene 65 años, y hace 5 que vive en España. Héctor era comerciante, presentó quiebra y luego se desempeño como gerente de una mutual hasta el día que decidió partir. ¿el motivo?, no quiso perderse la oportunidad probar suerte en otro lugar. Ezeiza para él encierra un sentimiento de pérdida, en el sentido de haber sido estafado en todas las veces que apostó a invertir en el país. Cuando regresó la primer vez, al bajar del avión lo invadió un sentimiento de mucha tristeza. “Se le partió el corazón”. Ya con el correr del tiempo, la segunda fue más agradable. Dice Héctor “fue emocionante la primera vez, no tanto la segunda, el tiempo provoca cosas impensables en los afectos. Todo se recuerda como antes, pero nada es igual”. Su estadía fue buena, y la recuerda con alegría, los aromas, los gustos y los amigos volvió a provocarle recuerdos adormecidos. En lo que respecta, a la posibilidad de retornar definitivamente a la Argentina, afirma “es lo que más deseo, supongo que Gardel tenía razón, siempre se vuelve al primer amor. Es donde me crié, me enamoré, me casé, y tuve mi casa, mis hijos, mis amigos, es donde me forjé como ser humano. Mis huesos, mis cenizas estarán ahí. Esto es algo pasajero.” Es más, nos comentaba que durante su prime viaje las expectativa eran muchas, el estado de ansiedad era alto, contar sus vivencias en Europa a sus familiares y finalmente un cuestionamiento en lo que respecta a su identidad. Cataloga la experiencia (el viaje) como interesante en lo personal. Nos dice textual “no se sabe exactamente donde uno está parado. ¿A dónde pertenece?, se cuestiona cosas tales como ¿cual es mi lugar?, ¿Qué pasó con mi vida argentina?, ¿Qué estamos haciendo acá en España?. Pareciera que algo se rompió dentro, pero según nos comentaban nuestros familiares en Argentina, estábamos más jóvenes más activos.”
Los cuatro testimonios apuntan hacia un mismo lugar. Excepto por Abigail, los tres restantes emigraron por voluntad propia. Se asentaron en Europa, construyeron su residencia y establecieron un lugar antropológico al que llamaron su hogar. Sin embargo, ni la modernidad ni la distancia, les pudo hacer olvidar su sentido de pertenencia y de hecho ninguno de los tres duda en regresar si tuviera la opción. Asimismo, para ellos, el aeropuerto que los vio partir, tiene un significado emotivo muy alto y encierra parte de su historia. El caso de Héctor, muestra como se puede pertenecer a dos lugares antropológicos al mismo tiempo, con la confusión que ello implica sin que la distancia o el movimiento deban ser condicionante de ello. Están quienes, olvidan la Argentina apenas pasado 1 año de vivir en el extranjero, pero también hay quienes no pueden hacerlo aun después de vivir más 20 años afuera.
Estos casos empíricos no sólo ponen en jaque la tesis de los “no lugares” como centros productores de anonimato, sino que también cuestionan directamente el núcleo teórico de la tesis que sostiene Augé: que el lugar de residencia debe indefectiblemente ser el lugar antropológico. Por ende, en vistas de lo mencionado, el viaje o el movimiento pueden ser considerados un retorno a la identidad en vez de un espacio de alienación.
Por otro lado, también encontramos a los que nunca se fueron, que continúan viviendo en el país y que de los aeropuertos o la industria turística hacen su entorno laboral. De ellos, nos ocuparemos a continuación, son la otra cara de la moneda.