Maximiliano Korstanje
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La primera distinción que elabora Kant sobre el conocimiento se versa sobre conocimiento puro y empírico. El primer término se desprende de los conocimientos a priori el cual se distingue por ser independiente de la experiencia. Por ejemplo, podríamos estimar que en cierta temporada y para determinado hotel no encontraríamos ningún tipo de habitación disponible aun cuando no nos hemos percatado de ello en nuestra sensibilidad mediata.
Contrariamente, el conocimiento a posteriori o como también lo denomina Kant empírico, se basa en un conocimiento atado a la experiencia. Siguiendo el mismo ejemplo, sabemos que aquel hotel no tiene disponibilidad desde el momento en que hemos realizado una llamada telefónica y confirmado nuestras sospechas. (Kant, 2004:37)
El espacio y el tiempo son considerados por el autor como una interpretación o intuición a priori. Kant hace una distinción que es conveniente aclarar, el espacio es externo al sujeto por tanto debe ser intuido a priori. Por el contrario, la representación del tiempo es interna al sujeto y por tal es condición inmediata de los fenómenos internos y por eso también condición inmediata de los objetos externos. El tiempo adquiere sentido sólo dentro del sujeto; así, una vez salido de él no significa nada. Su validez filosófica es con acuerdo a los fenómenos.
Según las tres analogías de la percepción kantiana existe una sustancia que es plausible de permanencia, sucesión y simultaneidad. A esta tesis se la conoce como las tres analogías de la percepción la cual será explicada en detalle a continuación.
La analogía de la permanencia de la sustancia consiste en considerar a todos los fenómenos en el tiempo. Pero, éste último como tal no puede ser percibido. Por consiguiente, la percepción del tiempo se halla dentro del objeto (sustancia). Esto explica que todo cambio es percibido en aprehensión. Lo único que permanece (sin variación) en el objeto es su sustancia. Así, todo cambio es solamente alteración (no existe la variación en esta analogía): nacer o morir.
La segunda analogía, la de sucesión se comprende la variación de los fenómenos según la percepción. Dice Kant, “yo percibo que se suceden fenómenos unos a otros, es decir que un estado de cosas es en un tiempo y que su contrario era en un estado anterior. Propiamente pues enlazó dos percepciones en el tiempo” (Kant, 2004:160).
El autor, introduce aquí a la imaginación como el enlace entre la percepción y el tiempo; y de esa forma explica los motivos por los cuales el deseo puede ir mermando o aumentando acorde más cerca se está de la fecha programada para el viaje. Si a 2 días de Navidad me pregunto ¿tengo ganas de viajar?, la intensidad de ese deseo haya variado en comparación con la misma pregunta 40 días antes de esa fecha. En este sentido, el tiempo contiene la imaginación.
La tercer y última analogía, hace referencia al principio de simultaneidad. En sí, Kant lo explica de la siguiente manera “simultaneas son las cosas cuando, en la intuición empírica, la percepción de la una puede seguir a la percepción de la otra y viceversa … así puedo colocar mi percepción primero en la Luna y luego en la Tierra o, también al revés primero en la Tierra y luego en la Luna; y digo que esos objetos existen simultáneamente, porque sus percepciones pueden seguirse la una a la otra y recíprocamente la una a la otra”. (Kant, 2004:172-173)
Ejemplos de simultaneidad se encuentran por doquier, pero en el caso de la industria turística su atractivo principal es un fiel reflejo de esta analogía. El mismo es percibido como un todo, pero está compuesto por partes tales como: una montaña nevada, un cerro, un hotel, el cielo, la tierra, un río, la vegetación, otros turistas etc. Mi percepción puede ir indistintamente dirigida al cerro y al río (en simultáneo). Lo múltiple (el atractivo) se percibe al mismo tiempo. Si por algún motivo, sólo viéramos partes aisladas de ese escenario observaríamos el objeto en sí mas no diríamos esto es un atractivo turístico, sino sólo esto es un río. La simultaneidad es la que da continuidad a la percepción (entendimiento).
Un conjunto de bosques, ríos, cascadas y cerros que son pero por obra del hombre pueden no ser (permanencia), en un momento no estuvieron ahí para ser observados, fueron indudablemente producto de procesos geológicos más extensos (sucesión), sin embargo recién después de miles de años todos juntos forman a la vista, de quienes están allí para admirarlo, un paisaje turístico (simultaneidad).
Kant estaba interesado por proveer una teoría racionalista y científica sobre la belleza que se ubicara en las antípodas de las ideas estéticas de la época; y para ello se ocupa primordialmente del espacio y del tiempo. Hecha una breve introducción de los postulados básicos de la escuela crítica kantiana, nos proponemos en el siguiente apartado describir cuales fueron los aportes del autor al estudio filosófico de la belleza.
Por lo general, la noción de belleza y paisaje nos parece que han estado emparentados desde antaño. Sin embargo, esa relación (entre ambos) ha surgido no hace mucho tiempo atrás. Más precisamente, el vínculo entre las nociones de belleza y paisaje surgen entre los siglos XVII y XVIII (respectivamente) durante lo que en Alemania y Francia se conocieron como la etapa de la filosofía estética. (Zuluaga, 2006) (Tonelli, 2002).
Particularmente en Alemania, es de notar que esta escuela encuentra una resistencia considerable; en principio debido a que sus postulados se ubican directamente enfrentados con los de la filosofía erudita. Pero también se debía a que la filosofía estética consideraba que la belleza estaba disociada de las capacidades cognoscitivas de los individuos; en consecuencia era el alma aquella que daba origen a tal sentimiento. Para Kant, la belleza simplemente debe ser entendida como el equilibrio de los sentidos.