Maximiliano Korstanje
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El siguiente apartado está escrito en base a los aportes que el genio kantiano dejara plasmado en Lo bello y lo Sublime. A diferencia del resto de los trabajos del autor, la obra mencionada ha sido escrita en un lenguaje simple y ameno por lo que no hemos encontrado grandes dificultades en su lectura y posterior interpretación.
La sensibilidad (en Kant) adquiere un carácter subjetivo; cada uno tiene su propia percepción y sensación del mundo circundante. El autor parece (decididamente) interesado en profundizar las nociones de belleza y sublimidad. Para el primer caso, ésta sólo se produce cuando nos encontramos en frente de un objeto que nos causa alegría mientras que en el segundo también se encuentra la alegría pero entremezclada con un sentimiento de terror también. “La emoción es en ambos agradable, pero en muy diferente modo” (Kant, 2007:10), dice Kant. Surgen entonces, dos sentimientos bien diferenciados en el estudio kantiano: lo bello y lo sublime.
Por otro lado, existen grados de lo sublime acorde a la conmoción que causa el sentimiento en nosotros: a) lo sublime terrorífico, b) lo noble y, c) lo magnífico. Los grandes desiertos o paisajes desolados son (a menudo) causa de leyendas terroríficas, nos apabullan, nos da terror pensar quedarnos solos y aislados en esos parajes. En parte, lo bello puede ser pequeño mientras que lo sublime encierra cierta magnificencia.
En uno de sus pasajes, Kant señala “lo sublime ha de ser siempre grande; lo bello puede ser también pequeño. Lo sublime ha de ser sencillo; lo bello puede estar engalanado. Una gran altura es tan sublime como una profundidad; pero a esta acompaña una sensación de estremecimiento y a aquella una de asombro; la primera sensación es sublime terrorífica, y la segunda noble. La vista de las pirámides egipcias impresiona, según Halmquist refiere, mucho más de lo que por cualquier descripción podemos representarnos; pero su arquitectura es sencilla y noble”. (Kant, 2007:11)
En el proceso de su obra, Kant establece un vínculo entre la belleza y los temperamentos (personalidades) humanos, conservando aspectos inherentes a su filosofía moral pero mezclados a preceptos y silogismos estéticos. Obviamente, el autor está interesando en algo más que el atractivo turístico. Su amplitud de conceptos se orienta a la construcción de una teoría universal sobre la belleza, la magnificencia y su vínculo en las relaciones humanas; de ahí que Kant no se contente exclusivamente con un análisis exhaustivo pero focalizado sino que infiera cierta amplitud y aplicabilidad general en su teoría. Sobre eso, basamos nuestra crítica a la obra de Kant aun cuando nos aporta elementos teóricos que son de suma utilidad para la construcción de nuestro objeto de estudio.
La naturaleza inherente a la belleza y a la sublimidad, están presentes no sólo en los espacios geográficos, sino también en varios campos de nuestra vida social; y a su vez ambas generan atracción, admiración y respeto. Se suscita aquí una relación interesante con respecto a la belleza; ésta es encuentra presente en todos los individuos en forma universal. Cada uno dentro de sí, tiene claro que le parece bello y que no. No obstante, existe otro sentimiento en el cual Kant repara, que es lo sublime. Este último encierra, una lógica de magnificencia que puede despertar en los hombres tanto alegrías como terrores. Entonces, es posible comprender que la realidad de la belleza es puramente situacional y se pueda pasar de la alegría al terror por medio del estímulo de ciertos factores exógenos.
Siguiendo esta tesis, no nos es tan extraño imaginar que el paisaje como recurso turístico, o por lo menos de atracción, en cierta manera pueda ejercer interés y rechazo en forma simultánea o sucesiva. Interés, por cuanto despierta un sentimiento de agrado y alegría unido a su belleza y resplandor; rechazo debido a la magnificencia y el terror que despierta en nosotros vernos tan desamparados ante él. Es, precisamente, sobre esta última idea que vamos a desarrollar nuestro presente ensayo.