Comunicaci�n m�vil y sociedad, una perspectiva global
Manuel Castells
Mireia Fern�ndez-Ard�vol
Jack Linchuan Qiu
Araba Sey
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La mayor�a de culturas viene considerando, de forma tradicional, que los j�venes (en especial los adolescentes) son vulnerables a los males sociales y altamente propensos al riesgo, raz�n por la cual tienden a vivir bajo la estrecha vigilancia de sus padres y guardianes. Sin embargo, tambi�n es el momento en el que la percepci�n y el deseo de independencia y privacidad est� creciendo. La tecnolog�a inal�mbrica proporciona un medio, a padres e hijos, para resolver dicha tensi�n de un modo que hasta el momento no hab�a sido posible. En este sentido, podemos hallar evidencia emp�rica referida a diversos pa�ses que parecen apoyar nuestra hip�tesis.
En primer lugar, los estudios sobre Europa muestran que los ni�os peque�os utilizan el tel�fono m�vil dentro de los l�mites de la familia.
Hasta los diez a�os de edad existen regulaciones y normas que hay que seguir, lo que significa que es necesario el permiso paterno para hacer una llamada mientras que suelen poder leer mensajes SMS.795 Entre los usuarios preadolescentes (10-12 a�os) y adolescentes, los padres respetan su privacidad y autonom�a.796 Estos resultados encajan con el hecho transcultural de que los adolescentes utilizan el tel�fono m�vil principalmente para organizar sus vidas diariamente y para mantener relaciones sociales,797 y que as� lo hacen aut�nomamente y sin el control paterno.798 Los tel�fonos m�viles aumentan el sentido de independencia respecto de la familia que tienen los j�venes, permiti�ndoles distanciarse de los padres y acercarse m�s a los amigos. Para ellos el tel�fono m�vil es una fuente de atribuci�n de poderes.799 Es interesante destacar, sin embargo, que esta habilidad para ejercer la independencia no implica que los j�venes descuiden sus lazos familiares. La autonom�a de la que disfrutan los j�venes al poseer aparatos de comunicaci�n m�vil todav�a opera dentro de un marco de reglas en el que los padres imponen ciertos l�mites al uso de dichos aparatos (por ejemplo, en t�rminos de coste y de mantener el contacto), especialmente cuando los padres pagan la factura. El World Youth Report (Informe mundial de la juventud) destaca que �la comunicaci�n m�vil crea lo que uno puede llamar un cord�n umbilical prolongado entre los j�venes y sus padres�.800 Por tanto, el tel�fono m�vil es, a la vez, de modo parad�jico, el que mantiene y el que rompe los lazos familiares.801 En efecto, parece que existe una especie de �pantomima� o farsa dentro de la familia, como puede verse en esta cita referida a Italia: En realidad, el m�vil en manos de los hijos puede resolver problemas de organizaci�n, log�sticos, calmar algunas ansias de los padres, como saber d�nde se encuentran los hijos, pero sin embargo, no puede resolver, como anteriormente se mencionaba, el problema de la cualidad y del fluir de la comunicaci�n entre padres e hijos.
Tambi�n el desarrollo del sentido de la responsabilidad pasa de una forma limitada a trav�s del uso de este instrumento, en cuanto que la mayor parte de las veces los adolescentes con el m�vil �hacen mimo� en el espacio p�blico y simulan autonom�a y responsabilidad sin disfrutar efectivamente de ellas. Habiendo recibido a menudo el m�vil como regalo de sus padres y estando sostenido econ�micamente por estos �ltimos para el propio uso, los adolescentes se ven obligados a una continua gratitud y reconocimiento hacia los padres demasiado generosos y permisivos [...] De la misma manera sus padres �hacen mimo� con un respeto a la libertad frente a los hijos, que en realidad est�n muy lejos de expresar, pues efectivamente, con frecuencia, parecen sentirse en la obligaci�n de controlarlos estrechamente.802 Por el contrario, existe cierta evidencia en forma de an�cdota referida a EE.UU. seg�n la cual, si bien los tel�fonos m�viles pueden reducir el control que los padres ejercen sobre los movimientos f�sicos de sus hijos, tambi�n pueden fomentar unas mejores relaciones entre padres e hijos (por ejemplo, mayor confianza, r�pida reacci�n y la capacidad de abordar ciertos temas al instante) gracias a los lazos de comunicaci�n instant�nea que se establecen.803 Lo que queda claro en todos los pa�ses donde hay evidencia, es que la disponibilidad de la tecnolog�a de comunicaci�n inal�mbrica modifica pero no elimina las relaciones de poder entre padres e hijos. De hecho, a medida que es m�s f�cil vigilar a los ni�os a trav�s de los aparatos inal�mbricos como el tel�fono m�vil, para los padres es m�s f�cil obtener informaci�n a tiempo real de la localizaci�n de sus hijos.804 En este sentido, los estudios realizados en EE.UU. indican que los j�venes mantienen un alto grado de comunicaci�n con sus familias a trav�s de la tecnolog�a m�vil. Por ejemplo, Fattah (2003) destaca que los adolescentes en EE.UU. se comunican de modo inal�mbrico con sus padres tan a menudo como lo hacen con sus amigos. Dicha afirmaci�n est� respaldada por datos de TNS (2004), que muestran que los j�venes usan el tel�fono m�vil principal y mayoritariamente para llamar a los amigos (60 %) y la familia (59 %).805 Parece ser que la juventud de EE.UU. acepta la vigilancia paterna (p. ej., la necesidad de comprobar a menudo d�nde est�n) como parte de su existencia.
En lo que respecta a los ni�os, la imagen var�a de un contexto a otro, ya que lo que los padres tienen m�s en cuenta es la posibilidad de la comunicaci�n constante,806 y no el contacto constante en s�. Por ejemplo, en Finlandia, la comunicaci�n a trav�s del tel�fono m�vil se refuerza cuando el ni�o est� solo en casa tras la escuela. Las llamadas que los hijos hacen a sus padres normalmente tratan de asuntos cotidianos: ��Me puedo comer un helado, mam�? �Puedo salir a jugar?�807 Por otro lado, las de los padres a los hijos consisten, normalmente, en instrucciones, consejos y programaci�n o recordatorio de tareas.808 En el caso de EE.UU., una ilustraci�n pr�ctica de ello es que los ni�os en edad escolar ya no necesitan ir directamente a casa despu�s de la escuela para que los padres puedan llamar a la l�nea fija desde la oficina para comprobar si est�n bien.809 As�, aunque dan a los padres la seguridad de disponer de un cable salvavidas para sus hijos, los tel�fonos m�viles tambi�n aportan a los hijos altos niveles de la privacidad y la independencia que buscan.
Sin embargo, los resultados para Corea del Sur se diferencian de lo que se ha visto hasta ahora. Contrariamente a lo que se ha expuesto sobre c�mo el tel�fono m�vil aumenta de forma radical la autonom�a de los adolescentes, Yoon observa que la adopci�n del tel�fono m�vil juega una papel importante al reforzar las estructuras tradicionales de la familia, la escuela y los grupos coet�neos de j�venes bajo las redes cheong.810 �Cheong es una expresi�n de afecto y de cari�o en las relaciones, entre personas muy relacionadas unas con otras.�811 Se trata de �una forma extendida de familiaridad� mantenida gracias a un profundo compromiso y una comunicaci�n prolongada que dura muchos a�os y d�cadas.812 De ah� que el principal argumento de Yoon sea que las adaptaciones sociales que rodean los tel�fonos m�viles de hecho �inm�vilicen� la nueva tecnolog�a. La autoridad de los padres se mantiene con respecto al uso de los tel�fonos m�viles porque las generaciones mayores regalan dichos aparatos a un amplio n�mero de adolescentes. Los padres pueden ejercer una influencia significativa sobre c�mo se usan los tel�fonos m�viles gracias a su control sobre las facturas del tel�fono. Los tel�fonos m�viles tambi�n ayudan a los padres a seguir el rastro de sus hijos de un modo constante y darles �rdenes en cualquier momento, en cualquier lugar.813 Resulta interesante que Yoon escoja el t�rmino �inm�vilizar el tel�fono m�vil� o �retradicionalizar el m�vil�, que, en esencia, describe el mismo fen�meno de la cultura m�vil que refuerza relaciones de poder ya existentes. Sin embargo, utiliza un t�rmino mucho m�s fuerte que implica que el tel�fono m�vil ha sido apropiado hasta tal punto que est� perdiendo algunas de sus cualidades innatas, como la m�vilidad o la potencialidad de estar en contra de las tradiciones. Dicha evaluaci�n, aunque exagerada en el contexto de otros pa�ses, puede resultar acertada en Corea del Sur dada la fuerte estructura social jerarquizada, especialmente el orden familiar centrado en el la figura del padre, que sobresale en comparaci�n no s�lo con Europa y Am�rica sino tambi�n en contraste con sus vecinos del Pac�fico asi�tico.
Finalmente, debe a�adirse que la etnograf�a de Yoon sobre los estudiantes de instituto puede que no sea aplicable a otros grupos de edad (incluidos los estudiantes universitarios) dado el posicionamiento social especialmente dependiente de los adolescentes de la escuela secundaria. Como escogi� centrarse en los estudiantes �corrientes�, no resulta del todo claro hasta qu� punto el tema de �inm�vilizar el tel�fono m�vil� encajar�a con las subculturas j�venes m�s marginales. Pero los an�lisis de Yoon han mostrado de forma sistem�tica que la adopci�n del tel�fono m�vil no desaf�a el orden social existente de las familias, las escuelas, y las redes de grupos de iguales. En lugar de ello, la nueva tecnolog�a permite el fortalecimiento de lo tradicional antiguo.
De hecho, el tel�fono m�vil suele ser un regalo para los j�venes usuarios en algunos pa�ses europeos,814 en Corea del Sur,815 e incluso en Brasil donde el D�a del ni�o (D�a da crian�a) resulta ser uno de los d�as del a�o que m�s estimula las ventas de tel�fonos m�viles.816 La evidencia general muestra que la creciente disponibilidad de tel�fonos m�viles por parte de los ni�os y de la gente joven est� causada en gran medida por los padres. Los padres asumen los gastos de tel�fono m�vil de sus hijos adolescentes, y en particular de los preadolescentes, involucr�ndose en la compra y el uso de los tel�fonos celulares.
817 En el caso en particular de EE.UU., este hecho podr�a explicar, en parte, los altos niveles de comunicaci�n m�vil entre la gente joven y sus familias como se ha visto m�s arriba.
Las dos razones m�s importantes aducidas por los padres para justificar la compra de un terminal a sus hijos son, en primer lugar y la m�s importante, la seguridad,818 y, en segundo lugar, lo que podemos llamar la �dote tecnol�gica� que los padres consideran de gran importancia para que sus hijos no sufran las consecuencias de una posible �brecha tecnol�gica�.819 En EE.UU., los padres prefieren adquirir tel�fonos celulares para sus hijos cuando �stos son mayores (la edad media a la que los padres regalan el m�vil a sus hijos es de 19 a�os,820 y Mobile Village [2003] constata que es m�s probable que le compren uno a un chico o chica universitario que a un adolescente o preadolescente). Hasta cierto punto, tener tel�fono m�vil se ha convertido en un rito de iniciaci�n, como la obtenci�n del carn� de conducir, y, de hecho, a menudo se asocia al empezar a conducir.821 Ya se hab�a dado una situaci�n similar en Europa, sin embargo, la r�pida adopci�n de la telefon�a m�vil y los altos �ndices de penetraci�n, especialmente entre los j�venes, otorgan a la situaci�n actual un matiz algo diferente.822 Desde nuestro punto de vista, los diferentes estadios del �ndice de penetraci�n de la telefon�a m�vil podr�an explicar la diversidad de formas en que la sociedad trata este medio de comunicaci�n en EE.UU. y en la Europa rica. Podemos afirmar que, una vez que el �ndice de penetraci�n de la telefon�a m�vil de un pa�s en concreto alcanza un determinado nivel y la tecnolog�a se convierte en un bien de consumo (una commodity), la forma en que los padres introducen el dispositivo en la vida de sus hijos cambia.
Resulta destacable que, como ya se ha comprobado en Europa,823 los ni�os americanos est�n empezando a adquirir sus tel�fonos mucho antes, incluso a edades tan tempranas como los ocho a�os de edad.824 Ello se debe a diversas razones, la mayor�a son motivos de seguridad y por precauci�n, incluyendo el 11-S, los incidentes escolares acaecidos por tiroteos y, generalmente, la creciente presi�n sobre los ni�os a medida que m�s y m�s compa�eros suyos adquieren tel�fonos celulares.825 Por ejemplo, un padre entrevistado por The Washington Post opinaba que si sus hijos ten�an tel�fonos m�viles era porque tras los hechos del 11-S quer�a saber siempre d�nde se encontraban.
826 Sin embargo, cuando dicho aparato ya se convierte en un dispositivo m�s de la vida diaria, su uso cotidiano var�a en lo que respecta a las motivaciones iniciales de la compra, siguiendo un proceso de domesticaci�n din�mico.827 El uso afectivo y la sociabilidad emergen entre los ni�os, adem�s de los motivos de seguridad y la precauci�n que generan la compra del aparato, gracias al contacto permanente con sus compa�eros, hecho que es posible gracias a la telefon�a m�vil.828 Esta comunicaci�n de hogar a hogar se observa de un modo bastante claro en el Reino Unido, donde se ha desarrollado una �cultura de dormitorio� como respuesta al deseo paterno de mantener a los ni�os en lugares seguros donde pueden estar bajo control.829 Finalmente, debe subrayarse que, en general, como en el caso de internet o de los ordenadores, se ha observado la tendencia a que sean los �j�venes usuarios� quienes ense�en a sus padres a utilizar el tel�fono m�vil.830 Con las TIC, toda la cultura de aprendizaje est� sufriendo un cambio,831 que conlleva la transformaci�n del modelo patriarcal.
As�, aunque el proceso educativo sigue siendo vertical, los papeles han sido invertidos y el flujo de conocimiento ha cambiado de direcci�n, erigi�ndose desde las generaciones m�s j�venes hacia las mayores.832 Por tanto, la comunicaci�n tradicional de arriba abajo dominada por los mayores empieza a desquebrajarse a medida que m�s j�venes adoptan el tel�fono m�vil.833