BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

Comunicación móvil y sociedad, una perspectiva global

Manuel Castells
Mireia Fernández-Ardèvol
Jack Linchuan Qiu
Araba Sey

 

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La comunicación móvil según el género: mito y realidad

Los datos e informes de que disponemos indican que, en general, allí donde los niveles de difusión de las tecnologías de comunicación móvil son altos, las diferencias de género se reducen.213 Siguiendo la tendencia de reducción de las diferencias de género entre los usuarios de internet,214 la difusión de las tecnologías móviles entre la población femenina ha igualado o sobrepasado el nivel de adopción de la masculina.

Esto no debería sorprendernos dado que a medida que los teléfonos móviles se hacen más accesibles, cada vez es más probable que personas de características sociodemográficas de todo tipo se incorporen al mercado. De todas formas, un informe de TGI Global indica que continúan existiendo divergencias significativas entre hombres y mujeres en lo relativo a la propiedad de un terminal, siendo los hombres los que más probabilidad tienen de poseer uno,215 resultado que también obtienen Huyer et al. (2005) en su análisis de datos sobre el uso de las TIC desagregado por género. Si nos centramos en algunos países de Europa, Norteamérica y Asia, obtendremos una imagen más precisa de la difusión por género, ya que en estos casos existen fuentes fiables.

En Europa, los que adoptaron la tecnología inalámbrica en primer lugar fueron los trabajadores masculinos216 y en particular jóvenes, de Bélgica,217 Rusia218 y Noruega.219 Los estudios realizados en el Reino Unido revelaron que, en la etapa inicial, eran los hombres los que en su mayoría disponían de teléfonos móviles (60 %), mientras que existía el doble de posibilidades de que, de forma ocasional, las mujeres utilizaran el móvil de otra persona.220 Sin embargo, los estudios llevados a cabo recientemente muestran una reducción de las diferencias de género en los índices de adopción. Tal y como muestra la tabla 3, en todos los casos la adopción masculina de la telefonía móvil es mayor, aunque la disparidad no es muy amplia.

El índice de usuarios masculinos y femeninos señala que las diferencias de género tienden a desaparecer con el aumento de los coeficientes de penetración del móvil. En los países con mayor teledensidad móvil, existe un índice cercano a la igualdad, mientras que en aquellos países con una menor teledensidad móvil, la diferencia es mayor (por ejemplo, en Bulgaria, por cada dos abonadas hay tres abonados).

En contraste con Europa, los datos de EE.UU. muestran una mayor proporción de mujeres que actualmente utilizan el teléfono móvil.

Entre 1993 y 2000, el porcentaje de usuarias femeninas pasó de un 39 a un 52 %, mientras que el porcentaje de usuarios masculinos cayó de un 61 a un 48 % (tabla 4).221 En lo referido a la posesión del dispositivo móvil, informes más recientes confirman que las mujeres superan ligeramente a los hombres en este aspecto.222 Uno de los pocos análisis estadísticos de la relación entre género y el uso de la telefonía móvil revela que las mujeres son mayoritarias en todas las categorías: no usuarios (55,3 %), usuarios actuales (53,4 %), usuarios veteranos (1997 o anterior, 51,5 %), usuarios recientes (1998 o posterior, 55,5 %) y bajas (58,5 %).223 TABLA 3. Acceso a la telefonía móvil, por género, en varios países europeos (% de usuarios sobre un total de población de un género determinado) 2002 FUENTE: Elaboración propia (por orden alfabético): — Bulgaria, Italia, Alemania y Reino Unido: Eurescom (2004): eLiving: Life in a Digital Europe (www.eurescom.de/e-living).

— Dinamarca: StatBank Denmark. Statistics Denmark (www.dst.dk).

— Finlandia: Household Budgets Survey, Statistics Finland (www.stat.fi).

— Noruega: Survey on Media Use, Statistics Norway (www.ssb.no) — Suecia: Statistical Yearbook of Sweden 2004 (www.scb.se), Statistics Sweden. — España y Cataluña. Fuente: Encuesta de tecnologías de la información a los hogares (TIC-Hogares), Instituto Nacional de Estadística, España (www.ine.es).

TABLA 4. Uso de telefonía móvil en EE.UU. por género (% de usuarios), 1993-2000 FUENTE: Robbins, Kathleen A. y Turner, Martha A. (2002). «United States: Popular, pragmatic and problematic». En J. E. Katz (ed.), Perpetual Contact: Mobile Communications, private talk, public performance (pp. 80-93). Port Chester, NY: Cambridge University Press.

02 14/2/2007 18:07 Página 77 Por lo que se refiere a los usos relacionados con la transmisión de datos a través de dispositivos móviles —concepto que también se conoce con el nombre de «datos móviles»—, la información es poco clara. Algunas estimaciones indican que los hombres usan los datos móviles más que las mujeres (tabla 5) y que a ellos les interesa mucho más utilizar la tecnología Wi-Fi.224 En cambio, en otras fuentes se estima que son las mujeres las que más interesadas están por el protocolo Wi-Fi,225 y suelen usar más frecuentemente las páginas web de envío de mensajes de texto (tabla 6).

TABLA 5. Género de los usuarios de datos inalámbricos en EE.UU. (%), 2004 Perfil demográfico del usuario de datos Usuarios de datos No usuarios de datos Todos los abonados inalámbricos inalámbricos inalámbricos inalámbricos FUENTE: Adaptado de Smith, B. (2004). Measure of data’s bottom-line effect. Wireless Week, May 1.

Consultado el 16 de agosto de 2004 de http://www.wirelessweek.com/article/CA414479?text=measure+of&stt= 001%C3 %8A.

TABLA 6. Visitas a páginas de envío de mensajes de texto por género en EE.UU., 2003 FUENTE: Hitwise. Cit. en Greenspan, R. (2003b). UK texting takes off. ClickZ Stats, 16 de julio. Consultado el 16 de agosto de 2004 desde http://www.clickz.com/stats/markets/wireless/article.php/ 10094_2236031.

En comparación con Europa y América, la región de Asia-Pacífico muestra el tradicional patrón de difusión patriarcal por género.

No es sorprendente en mercados recién desarrollados como China y Filipinas, debido a la persistencia de su tradicional enfoque de comercialización, cuyo principal público objetivo está compuesto por los círculos empresariales, en su mayoría formados por hombres. Sin embargo, hasta en Japón y en Corea del Sur el género masculino sigue siendo el dominante. Por ejemplo, en diciembre de 2003, los usuarios masculinos alcanzaban el 57 % de las suscripciones 2G de Docomo, y el 64 % de las suscripciones 3G (tabla 7).226 En Corea del Sur, en noviembre de 2003, el 88 % de los hombres adultos estaban suscritos a servicios a móviles, en contraposición al 69 % de las mujeres adultas.227 En el caso de China, y por lo que respecta a los SMS, una encuesta realizada en diez ciudades y nueve pueblos puso de manifiesto que la penetración del SMS tendía a ser mayor entre los usuarios masculinos,228 mientras que la realizada por BDA China demostró que la mayoría de usuarios diarios de SMS eran mujeres.

TABLA 7. Desglose de abonados de i-mode por género, Japón Hombres (%) Mujeres (%) mova 2G 57 43 FOMA 3G 64 36 FUENTE: Información de la empresa Docomo.

En lo referente a Oriente Medio y el Norte de África, los limitados datos de que disponemos para esta región indican varios niveles de disparidad por género. Las estadísticas de Turquía ponen de manifiesto que los hombres tienen el doble de posibilidades que las mujeres de poseer un teléfono móvil: aproximadamente el 68 % de los hombres frente al 30 % de las mujeres.230 En Israel, una penetración extremadamente alta (95 %) se traduce presumiblemente en una distribución bastante equitativa entre géneros.

Se dispone de poca información desagregada en cuanto a la difusión de la telefonía móvil. Si consideramos la situación de desigualdad entre géneros en la mayoría de los países, es probable que, en la actualidad, las mujeres presenten menores tasas de propiedad y uso que los hombres. Sin embargo, al parecer existen variaciones importantes relacionadas con el contexto y cuyas causas no se explican de forma inmediata. Por ejemplo, Huyer et al. (2005) describen que en Etiopía, Uganda, Sudáfrica, Ruanda y Camerún, los hombres tienen un acceso mucho mayor que las mujeres a los teléfonos móviles, mientras que en Botswana, Namibia y Zambia las diferencias son menores.

Esta evidencia no parece estar relacionada con la penetración general de la telefonía móvil en el país ya que, por ejemplo, tanto en Sudáfrica como en Ruanda una teledensidad móvil elevada convive con una alta desigualdad entre géneros (Huyer et al., 2005). No obstante, y en contraste con lo que acabamos de ver, los resultados de otra encuesta señalaban que el género predominante en Sudáfrica era el femenino, tanto en lo relativo a la propiedad (56,8 % eran mujeres) como al uso (60 %). La misma encuesta evidenciaba un situación más equilibrada en Tanzania donde las mujeres constituían el 48,4 % de los propietarios y el 52,7 % de los usuarios (Samuel, Shah y Hadingham, 2005).231 USOS EN FUNCIÓN DEL GÉNERO Las investigaciones en las economías desarrolladas han demostrado que las mujeres son usuarias habituales de las líneas fijas domésticas, habiéndose «“apropiado” de una tecnología práctica supuestamente masculina para fines particularmente femeninos».232 Se ha sugerido que las condiciones socioeconómicas de las mujeres han provocado un aumento de esta tendencia —la utilización del teléfono posibilitó a las mujeres lidiar con el aislamiento y cumplir con su papel, socialmente determinado, de mantener la red de contactos, así como la de expresar el disfrute natural por la interacción social—.233 Así pues, además de su impacto liberador y placentero, se ha considerado que el teléfono doméstico refuerza las diferencias de género y de rol,234 convirtiéndose en una tecnología de género, al menos en lo que se refiere a su uso.

Las tecnologías de comunicación móvil han aportado una nueva dimensión a este argumento. Mientras que unos consideran que estas tecnologías (y en concreto, el teléfono móvil) son neutrales en lo que se refiere al género, investigadores de todo el mundo encuentran ejemplos tanto de una forma de uso determinada por el género, como de la eliminación de las diferencias de género en su uso. En la literatura disponible se identifican por lo menos tres tendencias: una diferencia clara de género en su adquisición y su uso; la desaparición de las barreras tradicionales de género en el uso o la no observación de diferencias de género; y patrones de uso culturalmente específicos en función del género. Al analizar estos procesos, algunos académicos consideran que las tecnologías de comunicación móvil liberan a sus usuarios de las limitaciones de género. Otros, en cambio, creen que tan solo se suman a los mecanismos ya existentes que mantienen las divisiones tradicionales de género.

Uno de los resultados que se obtiene de forma más habitual en varios países con relación al género es que las mujeres tienden a priorizar los motivos de seguridad y precaución como razones para adquirir un teléfono móvil.235 De algún modo, los hombres también cumplen con el papel protector atribuido a su género y regalan teléfonos móviles a sus mujeres o a sus hijas al juzgar que para ellas constituyen una medida de protección necesaria. En líneas generales, los teléfonos móviles brindan a las mujeres un sentimiento de seguridad considerado menos necesario en el caso de los hombres. En este sentido, las tecnologías de comunicación móvil se convierten en una herramienta asociada con la protección de grupos «vulnerables» como las mujeres, los niños y los ancianos, pese a otros usos reales y potenciales. Sin embargo, Rakow y Navarro estiman que tal afirmación es «cuestionable», y que se utiliza principalmente para perpetuar las desigualdades de género.236 Otro resultado que se repite de forma general es que las mujeres son más proclives a utilizar los teléfonos móviles para mantener las redes sociales y coordinar actividades familiares.237 Por ejemplo, en EE.UU., algunos informes indican que las mujeres realizan más llamadas personales (el 80 % del tiempo total de uso frente al 67 % en el caso de los hombres,238 o el 82 % de las mujeres frente al 62 % de los hombres),239 y que es más probable que las mujeres llamen a la familia y amigos (un 40 % más que los hombres).240 Algunos investigadores europeos también han observado este uso diferenciado del teléfono móvil entre géneros. En el análisis de tres encuestas que examinaban la evolución del uso del móvil en Noruega, Ling afirma que «el teléfono móvil ha pasado de ser un aparato para los chicos a convertirse en una herramienta de red social para las chicas».241 Es más, «las mujeres suelen tener una posición central en esta actividad y, por tanto, la adopción y uso de este aparato, en particular por lo que se refiere a la comunicación social, puede interpretarse como un tipo de presocialización de las chicas adolescentes y de su papel como guardianas de la red social. Aunque en el pasado reciente la mayor parte de esta actividad se realizaba a través del teléfono fijo, la nueva tecnología añadió posibilidades en este terreno».242 De modo similar, Skog señala que «para los chicos noruegos, la importancia del teléfono móvil reside en sus cualidades funcionales, prácticas e instrumentales, mientras que en el caso de las chicas acentúa los aspectos simbólicos y expresivos, especialmente desde el punto de vista de las relaciones sociales y los lazos interpersonales».243 Rakow y Navarro también afirman que las mujeres estadounidenses de clase media utilizan el teléfono móvil de un modo similar al empleado con la línea fija por lo que se refiere a los objetivos que desean conseguir, a pesar de que se atribuyen a dicho aparato ciertos significados diferenciados. En última instancia, los teléfonos móviles ayudan a las mujeres, especialmente a las madres, a actuar «de madre a distancia», y llevar a cabo su tradicional papel femenino incluso ante la creciente móvilidad de los miembros de la familia.244 Tras entrevistar largamente a 19 mujeres, Rakow y Navarro concluyeron que aparentemente, la tecnología del teléfono celular aporta una solución a dos problemas importantes a los que se enfrentan las mujeres de clase media de las zonas residenciales: el problema de la seguridad y la precaución en una sociedad móvil y violenta, y el de desempeño de las responsabilidades familiares por encima de las barreras del tiempo y del espacio.245 Rakow y Navarro llegaron a la conclusión de que el uso de teléfonos móviles «es probable que reproduzca las desigualdades de género, aunque mediante una transformación del terreno privado y público, bajo el disfraz de resolver dichas desigualdades».246 En esencia, el uso de los teléfonos móviles permite a los hombres extender el alcance del mundo público a su vida personal, mientras que las mujeres lo utilizan para extender el alcance de sus vidas privadas al mundo público.247 Al mismo tiempo, sugieren que el uso de los teléfonos móviles en función de género es una consecuencia de los tradicionales roles de género que aún se manifiestan en el discurso de las comunicaciones móviles, aunque en la práctica no sea válido. En el caso israelí, descrito por Lemish y Cohen, «tanto los hombres como las mujeres comentaban la percepción que tenían sobre el rol de dicha comunicación en sus vidas desde una perspectiva tradicional según el género: actividad y obtención de tecnología para los hombres y dependencia y domesticidad para las mujeres»,248 aunque el examen de dichas prácticas mostraba diferencias limitadas. Por tanto, destacaban «la discrepancia entre la construcción convencional de género en el discurso sobre el teléfono móvil frente a la práctica real asociada a ello, lo que indicaría un proceso de feminización...».249 Por ejemplo, en la sección cuantitativa del estudio se hallaron muy pocas diferencias de género significativas en función de a quién llaman, desde dónde llaman y las actitudes hacia el teléfono. Sin embargo, la sección de entrevistas reveló diferencias significativas: los hombres veían el teléfono como una extensión de sí mismos sin el cual no podían funcionar.

También percibían la mera propiedad del aparato como un símbolo de inclusión social, mientras que las mujeres, por el contrario, medían el nivel de inclusión social a partir del número de llamadas que recibían. Los hombres también consideraban una ventaja del teléfono móvil la posibilidad que ofrece de acceder a los demás, mientras que las mujeres apreciaban el que otros pudieran acceder a ellas.

En Noruega se realizaron observaciones similares y, aunque no se apreciaron grandes diferencias en la cultura de uso del teléfono móvil, sí afloraron grandes contrastes en el modo en que hombres y mujeres describían su uso y habilidades.250 Por ejemplo, al parecer ambos géneros utilizan el SMS de modo similar, pero los hombres enfatizan el uso de los mensajes de texto con fines prácticos, aunque lo utilizan también para enviar «notas cariñosas» a esposas y novias y «notas de buenas noches» a los niños.251 Las mujeres consideran que los hombres tienen más habilidad en el uso del teléfono móvil, pero las observaciones de los investigadores tampoco confirman tal percepción.

Esta tendencia se atribuye a una posible «cuestión de diferencia de género en el modo en que uno explica el propio uso del móvil».252 Se ha observado una versión más extrema del uso del teléfono móvil en función del género en familias del sur de Asia, en EE.UU. y en la India253 donde, según algunas entrevistas, las mujeres veían el teléfono móvil como un medio de control. Tras una valoración inicial de los efectos liberadores del teléfono, comenzaron a quejarse de su perpetua accesibilidad a otros, hasta el punto de que algunas se lo dejaban en casa deliberadamente cuando salían. Es más, se observó que el cuidado del teléfono se traducía en una extensión de los roles de género tradicionales, especialmente entre las parejas casadas de mayor edad. En general, las mujeres se encargaban de llevar y cuidar el teléfono (por ejemplo, limpiarlo y cargar la batería), como se ejemplifica en esta respuesta: «siempre cuido de las cosas en casa. Este nuevo juguete... su nuevo juguete... es otra cosa de la que me debo encargar. Lo cargo y cuando salimos juntos, me da tanto miedo de que pueda rayarse cuando se lo pone en el bolsillo, que lo guardo en mi bolso».254 Algunas actitudes hacia las tecnologías de comunicación móvil indican que existe una percepción general según la cual las mujeres tienen una menor afinidad respecto a los aparatos y servicios tecnológicos.

Al parecer, las conclusiones a este respecto dependen del tipo de tecnología o aparato de comunicación en cuestión y, en este punto, no puede llegarse a ninguna conclusión general de conjunto. Un estudio demostró que junto a otras características individuales, el género no tiene un impacto significativo sobre las percepciones de los teléfonos móviles.255 Otro estudio corroboró la proposición de que las mujeres son más tecnofóbicas que los hombres. Centrándose en cuestiones psicológicas de género más que en las biológicas, un estudio sobre las actitudes respecto a los dispositivos móviles con conexión a internet —un ordenador o un teléfono móvil— demostraba que las personas de género psicológico femenino experimentaban mayores niveles de ansiedad y negatividad ante el ordenador que las de género masculino. No obstante, estas tendencias estaban difuminadas por las percepciones de la propia eficacia y por la experiencia anterior con la tecnología.256 Min y Yan también llegaron a la conclusión de que al tomar decisiones sobre el uso de móviles con acceso a internet, a los hombres les preocupa más la utilidad percibida, mientras que a las mujeres les preocupa la facilidad de uso, una muestra de que las mujeres son más precavidas que los hombres con relación a la internet inalámbrica.257 Respecto a los servicios de comercio móvil, otro estudio concluyó que existía poca diferencia en las actitudes de mujeres y hombres hacia ellos, aunque las mujeres demostraban un mayor interés que los hombres por la ampliación de servicios.258 LAS BARRERAS DE GÉNERO SE DESDIBUJAN Contrariamente a lo visto hasta el momento, existen algunos estudios que señalan que el género no es un elemento determinante en el uso del teléfono móvil. La mayoría de las diferencias de género observadas no son estadísticamente significativas. Por ejemplo, en España, una encuesta online realizada por Valor y Sieber,259 concluía que no existen diferencias importantes de género en cuanto a los usos entre adolescentes. Si bien los chicos eran más proclives a utilizar el teléfono móvil para divertirse, los investigadores advertían que éste no era un aspecto excesivamente importante. También se descubrió que las chicas usaban el teléfono móvil porque las hacía más accesibles a otras personas, mientras que los chicos mostraban un interés más técnico y autodidacta por el móvil. En Turquía, Israel y Noruega, los investigadores han encontrado pocas o ninguna diferencia en el modo en que hombres y mujeres utilizan los teléfonos móviles.260 Datos recientes sugieren que la utilización de la comunicación inalámbrica está cuestionando ciertos estereotipos de género. Según Plant, en un principio los teléfonos móviles tendían a «ofrecerse como símbolos del poder sexual masculino», y aunque todavía existen ejemplos de la utilización masculina del teléfono móvil como un símbolo de estatus, a medida que se difunde el uso del teléfono móvil, las diferencias de género tienden a desaparecer.261 Esto incluye supuestas diferencias en la cantidad de tiempo dedicado al móvil, tendencia a enviar mensajes de texto frívolos, tales como rumores y cotilleos, y el uso de códigos secretos en los mensajes de texto. En todos estos casos, las encuestas globales señalan que la probabilidad de que estas actividades las lleven a cabo hombres o mujeres es la misma.262 Ciertamente, los resultados de encuestas realizadas en EE.UU.

corroboraron la aseveración anterior, ya que indican que desde 2001 los hombres se han convertido en usuarios más activos de la telefonía móvil en lo que al tiempo de habla se refiere.263 En el año 2003, hablaron un 14 % más a través de sus teléfonos móviles que las mujeres.

264 Al año siguiente, los hombres lo utilizaron durante 455 minutos por mes frente a los 391 minutos de las mujeres,265 y el último informe reveló que los abonados masculinos lo utilizaban 571 minutos por mes en contraposición a los 424 de las mujeres.266 Dicha tendencia está parcialmente vinculada al hecho comprobado de que los hombres realizan más llamadas de negocios (el doble que las mujeres), una constante a lo largo de los años.267 También se ha documentado que, al menos en 1999, era un 25 % menos probable que una mujer hablara por el móvil innecesariamente y más probable que hiciera llamadas por necesidad.268 De forma similar, parece ser que, en Israel, los hombres hacen más llamadas con el teléfono móvil en términos absolutos así como llamadas a líneas fijas. Por ejemplo, el 12,5 % de los hombres frente a tan solo el 2,9 % de mujeres hicieron 21 o más llamadas diarias.269 Lo mismo sucede en zonas de Europa donde, por ejemplo, el 31 % de los hombres noruegos utiliza diariamente los teléfonos móviles frente a un 15 % de las mujeres.270 Por lo visto hasta el momento, podría considerarse que el teléfono móvil no sigue la misma tendencia documentada para las líneas fijas domésticas. Posiblemente sea un efecto de la emergencia de la telefonía móvil como un medio de comunicación omnipresente, borrando así la facilidad con la que se podía distinguir entre las llamadas realizadas en casa (que posibilitaba a las mujeres el ser identificadas como las usuarias dominantes de las líneas fijas domésticas) y las llamadas realizadas fuera de casa o en el trabajo. Los bajos niveles de renta de las mujeres y la tendencia de los hombres a tener móviles relacionados con el trabajo, a cargo de la empresa, pueden ser otras de las razones por las que al parecer hablan menos por los teléfonos móviles. En Noruega, los hombres triplican a las mujeres en lo que se refiere al pago por parte de la empresa de la factura del teléfono móvil.271 La adopción de juegos a través del móvil también muestra una superación similar de las atribuciones tradicionales de género. Aunque generalmente los juegos se consideren un dominio masculino, resulta que las mujeres utilizan los juegos de móvil tanto como los hombres, o incluso a veces más. Por ejemplo, un estudio realizado en EE.UU. en 2003 indicaba que las mujeres (6 %) seleccionaban la opción de juegos de sus teléfonos móviles el doble que los hombres (3 %).272 Un estudio de 2004 aumentó la cifra hasta el 28 % de las mujeres frente al 17 % de hombres,273 mientras que un tercer estudio reveló que la diferencia entre hombres y mujeres que utilizaban los juegos del móvil era tan solo del 6 %.274 Todo esto a pesar de que, probablemente, haya más hombres que descarguen juegos de móvil (el 67 % de los encuestados).275 Quizás se deba a que las ofertas de juegos de móvil no se ajustan a los intereses del mercado femenino, ya que casi la mitad de los títulos que se ofrecen son de acción o de deportes, mientras que las mujeres, según se informa, tienden a descargar juegos de cartas o rompecabezas (lo que comprende un 10 % de los juegos de móvil que se ofrecen).276 A pesar de ello, las mujeres llevan a cabo el 46 % de las descargas de contenidos para móviles. Un estudio llevado a cabo por Enpocket reveló que los hombres descargan más juegos (el 58 % de los juegos) y las mujeres más tonos (más del 50 % de los tonos).277 Algunos indicadores también ponen de manifiesto que los hombres se sienten motivados por el estatus social y las mujeres por el valor de uso, al adquirir y utilizar las comunicaciones móviles. Entre los jóvenes finlandeses (16-20 años), los hombres tienden a un «uso a la moda» (centrado en el diseño y las funciones técnicas), mientras que las mujeres tienden a un «uso adictivo» (centrado en el valor de uso).278 Este estudio de Wilska (2003) aportó un resultado interesante, y es que el uso impulsivo y por moda del teléfono móvil (características femeninas estereotipadas) estaba ligado al entusiasmo tecnológico, característica que habitualmente se relaciona más con los hombres. Wilska sugiere que puede ser una indicación de una actitud cambiante por parte de los hombres en lo que se refiere al consumo, en una sociedad donde se han hecho muchos más esfuerzos para desarrollar productos para el mercado masculino. De este modo, se ha llegado a una situación en que «los estilos de consumo cool incluyen tanto la tecnología “masculina” como la preocupación por la moda “femenina”».279 Un estudio global reciente llegó a conclusiones similares: los hombres jóvenes adultos eran más proclives que las mujeres a ser «conscientes del estilo y del estatus» cuando se trata de elegir los aparatos de comunicación móvil.280 Por otro lado, un estudio entre estudiantes universitarios en EE.UU. reveló que a los encuestados masculinos no les interesaba especialmente que sus móviles estuvieran «a la última» (menos de la mitad de la muestra lo consideraron muy importante o importante, comparado con poco más de la mitad de la muestra femenina).

281 Un estudio realizado en China reveló, sorprendentemente, que las normas subjetivas —el grado en que un individuo cree que las personas importantes para él/ella piensan que él/ella se comportará de una manera determinada—282 influían en los hombres más que en las mujeres en cuanto a la intención de adoptar internet móvil. Sin embargo, a la luz de otros resultados sobre las presiones sociales, esto no resulta realmente sorprendente. Al parecer, hasta cierto punto, los hombres relacionan la propiedad y la destreza en el uso de los aparatos de comunicación móvil con la posición social.283 GÉNERO Y CULTURA Las tendencias culturales evidentes resultan particularmente identificables en la región asiática y en Europa. En dichas áreas, los usuarios han desarrollado unos patrones de uso únicos e innovadores, algunos de los cuales poseen características distintivas de género. Por lo que se refiere al caso noruego, Skog, basándose en su trabajo de campo realizado durante 1999-2000, concluye que «la adopción de comportamientos de género en relación con los teléfonos móviles puede describirse a través del uso de los mismos, así como en el modo en que el género deja su huella en los teléfonos móviles. Las compañías de teléfonos móviles parecen diseñar aparatos para ajustarse a las culturas femenina y masculina tradicionales».284 Aunque las compañías de telefonía móvil promueven de manera activa dicha adopción en función del género, ciertos aspectos emergen también de un modo autónomo de la propia población femenina. Hasta el momento, parece que es la población femenina la que se apropia de los teléfonos móviles para su propio beneficio. Sin embargo, el desarrollo de prácticas orientadas hacia un público masculino está menos documentado.

Por lo que se refiere a la relación entre género y cultura, uno de los campos de observación más interesante es el proceso de diferenciación de género en la cultura kawaii de Japón. La cultura kawaii o «cultura bonita» (o «cultura linda») se ha apoderado de los teléfonos móviles como lo último en moda femenina, utilizando colores brillantes y personajes «lindos» para decorarlos.285 Entre los usos sociales más esenciales del keitai (teléfono móvil) destaca la manifestación y celebración del género femenino en la cultura kawaii. Entre los jóvenes usuarios que primero la adoptaron, la cultura keitai se asentó sobre la anterior cultura del buscapersonas liderada primordialmente por las chicas. Japón ya posee una larga tradición de «medios tecnológicos íntimos, personales y portátiles»,286 como el walkman, el tamagotchi y las cartas de Pokemon, que son «bonitos» y presentan un fuerte atractivo femenino. Los teléfonos móviles son ligeros, portátiles y fácilmente personalizables como componentes del vestuario que se adecuan a los diferentes estilos de vida y modas. Por tanto, las decoraciones de los keitai y las expresiones culturales con las que se asocian se han convertido en el último paradigma de la cultura kawaii.

Según Hjorth, «las implicaciones para las mujeres —que han sido tanto consumidoras clave como productoras de tecnología keitai— son considerables».287 La colonización de los espacios de alta tecnología como internet por los personajes bonitos, normalmente relacionados con el reino femenino en Japón, es «un indicativo importante del poder otorgado a las mujeres por esta nueva tecnología».288 Probablemente, el mejor símbolo de este poder recién descubierto sea la señora Mari Matsunaga. Gracias a sus 20 años de experiencia como directora de la editorial Recruit antes de ponerse a cargo del equipo de marketing de Docomo, muchos han atribuido el éxito de esta última empresa en parte a la perspectiva femenina de Matsunaga, no sólo como especialista en consumidores sino como productora de medios de comunicación.289 La dinámica variable de poder se manifiesta mejor entre las kogyaru (chicas de instituto) equipadas con teléfonos móviles, como se explica en el capítulo 4.290 Sin embargo, la imagen de una usuaria femenina de teléfono móvil a la moda no carece de críticas. Por ejemplo, Kogawa señala que la mujer «independiente» de Japón no se ha convertido en nada más que en una «nueva consumidora».291 Esta corriente de pensamiento sugiere que la cultura kawaii, promovida aún más por el uso del keitai, no le confiere realmente poder a la mujer.

De hecho, lo que hace es subyugar todavía más a la mujer al dominio del consumismo tecnológico.

La cultura del teléfono móvil según el género en los países asiáticos La cultura keitai que se da en Japón se ha extendido a mujeres de otros países asiáticos, particularmente entre aquellas de menor edad.

En Corea de Sur, los proveedores de servicios móviles han empezado a concentrarse en el mercado femenino introduciendo terminales diferentes, planes de tarifas y paquetes de servicios especiales que atraigan a las mujeres. Entre éstos se incluyen «Cara» de SK Telecom, «Drama» de KFT e «i woman» de LG Telecom. Por otra parte, se conoce la particular preferencia de las usuarias chinas, especialmente las de cuello blanco,292 por los teléfonos tipo concha de color rojo con adornos hechos de diamantes sintéticos o auténticos. Como consecuencia de ello, varios fabricantes de dispositivos empezaron a fabricar teléfonos móviles semejantes para responder a las necesidades de este segmento del mercado.293 Las usuarias de la zona Asia-Pacífico no sólo se han apropiado del teléfono móvil como pieza de moda, sino también —lo que es más importante— como canal clave para mantener las relaciones personales íntimas, en contraposición a los hombres, que tienden a utilizar los teléfonos móviles con propósitos instrumentales.294 Aunque, en general, hay más hombres que utilizan SMS, la intensidad de su uso es mayor entre las mujeres, que emplean más dicha tecnología para comunicarse con sus amistades más íntimas y miembros de la familia.

Teléfonos móviles y género en África Dos estudios que investigaban las nuevas tecnologías de la comunicación en África hallaron poca diferencia entre los hombres y las mujeres en lo que se refiere a los patrones de uso, las actitudes hacia la tecnología y la presión social percibida para utilizar los teléfonos móviles. Sin embargo, existían algunas diferencias en los motivos para utilizar las telecomunicaciones en general, incluidos los teléfonos móviles.295 En Tanzania, los investigadores descubrieron que las encuestadas consideraban los teléfonos móviles como un objeto doméstico; en cambio, en Sudáfrica, la mayoría lo consideraban una posesión individual.296 En Ghana, Uganda y Botswana, los hombres tienden a dar prioridad a los usos del teléfono relacionados con el negocio y los medios de vida, mientras que para las mujeres su valor prioritario se centra en temas relacionados con la seguridad, como el riesgo que corren al viajar o la posibilidad de contactar con otros en caso de emergencia.297 Todo ello es de gran importancia a la luz de la tendencia existente que vincula los teléfonos móviles con la actividad económica, especialmente en el caso de las mujeres, en los países en vías de desarrollo. El discurso sobre desarrollo —que suele estar vinculado a la discusión acerca del papel que cumplen las tecnologías de comunicación en los países en vías de desarrollo— ha conducido al convencimiento de que poner teléfonos móviles a disposición, en concreto, de mujeres pobres, va a permitirles superar la pobreza a ellas y a sus familias. Uno de los hechos que respalda esta idea es la respuesta que ha obtenido el sistema de teléfonos comunitarios que el Grameen Bank puso en marcha entre las mujeres de Bangladesh. Al menos en los casos antes comentados, las mujeres no estaban tan centradas en el potencial del teléfono móvil para crear ni aumentar el empleo.

Una práctica distintiva relacionada con el género que surge en los países africanos es el uso de llamadas perdidas, consistentes en marcar el número y colgar inmediatamente antes de que se responda a dicha llamada, con el propósito de que el receptor devuelva la llamada.

Si bien las llamadas perdidas se asocian principalmente con la redistribución de las fuentes financieras, de tal modo que la gente que se supone más acaudalada sea quien acabe pagando las llamadas, existe también una clara dimensión de género, especialmente cuando se encuentran implicadas relaciones románticas. Generalmente se considera impropio de un hombre el hacer una llamada perdida a una mujer sea cual sea su situación financiera.298 Chango comenta haber «visto a un hombre desempleado recibir una [llamada] perdida de una señora con un buen trabajo, que conocía la situación laboral del hombre. Tradicionalmente, debido a que el hombre controla los recursos materiales, se espera que sea él quien pague».299 Pero queda totalmente prohibido que un novio o un pretendiente solicite la devolución de una llamada con un interés romántico. Una investigación sobre las normas de las llamadas perdidas en Ruanda ejemplifica este punto: Si te interesa una señora, no puedes hacerle una perdida. Debes llamar. Las perdidas son para los amigos. Cuando una chica a la que no conoces muy bien te hace una perdida, tienes que contestarle si te interesa. Ni siquiera puedes enviarle un mensaje de texto. Ellas tienen que darse cuenta de que estás haciendo un esfuerzo. Toma prestado el teléfono de un amigo si no tienes más saldo. El texto no tiene doble dirección.

Según Donner, esto refleja las normas tradicionales y los roles de género que ya existen en la sociedad, y que han sido transferidos a la nueva tecnología. Esto no significa que la práctica sea aceptada sin más. En Uganda, los hombres se quejan de llamadas perdidas que realizan sus novias sin motivo aparente.301 La interacción entre el género y la tecnología de la comunicación a través de las culturas Si nos fijamos en la interacción entre el género y las tecnologías de la comunicación móvil, podemos observar algunas tendencias generales tales como la tendencia inicial masculina hacia la propiedad de los teléfonos móviles o los crecientes niveles de adopción entre las mujeres. Existe escasa evidencia para extraer conclusiones sobre el uso de datos móviles, excepto que las mujeres parecen utilizar con mayor frecuencia los mensajes de texto. Únicamente en Asia, y especialmente en Japón, existe suficiente bibliografía para describir el evidente desarrollo de una subcultura de la comunicación móvil definida en función del género. En otras partes del mundo, las investigaciones actuales no apoyan de modo concluyente ningún tipo de tendencia en función del género en particular, sino que revelan múltiples dinámicas. Existe una tendencia creciente a considerar y usar las comunicaciones móviles tanto desde una perspectiva de género como desde una perspectiva sin género. De este modo, Nordli y Sørensen concluyen acertadamente que el uso del teléfono móvil «podría caracterizarse por ser un instrumento que trasciende los géneros a partir de las observaciones realizadas sobre las co-construcciones de género y sobre el uso del teléfono móvil. No es neutral en cuanto al género. El teléfono móvil parece facilitar un amplio conjunto de simbolismos y de prácticas, sin que a ninguno de los géneros se le permita dominar o sea capaz de hacerlo».302 Llegados a este punto, parece que el género no es más que un factor entre muchos otros que determina la adopción del teléfono móvil y los patrones de uso. Aún debe establecerse cuáles son exactamente dichas variables y cómo conducen, moderan o median los diferentes patrones de uso. Las variaciones en el uso por género de las tecnologías de comunicación móvil pueden explicarse, por ejemplo, por factores tales como el estatus laboral, el lugar de trabajo, el estatus familiar y el estilo de vida. Las complejas relaciones que establecen las personas de distinto género con las tecnologías de la comunicación móvil indican la flexibilidad de las tecnologías y su capacidad de promover el comportamiento determinado y no determinado por el género —dependiendo de los contextos culturales— mientras que al mismo tiempo desdibujan las fronteras que separan las prácticas determinadas por el género.

Existe también una importante diferencia entre el discurso determinado por el género y los verdaderos patrones de uso, algo que debería tenerse en cuenta al examinar los usos de la comunicación móvil.


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