Comunicación móvil y sociedad, una perspectiva global
Manuel Castells
Mireia Fernández-Ardèvol
Jack Linchuan Qiu
Araba Sey
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El 11 de marzo de 2004, un grupo radical islámico, formado en su mayoría por marroquíes y cuya base de operaciones estaba en Madrid, llevó a cabo en esta ciudad el mayor ataque terrorista en toda Europa tras volar por los aires 3 trenes de cercanías, matar a 192 personas1099 y herir de gravedad a otras 1.000. La detonación de las bombas se realizó a distancia mediante teléfonos celulares. De hecho, fue el descubrimiento de una tarjeta de teléfono móvil en el interior de una bolsa que no estalló lo que permitió el arresto y la posterior eliminación del teléfono. A última hora de la tarde, Al Qaeda reivindicaba el atentado.1100 Los ataques se produjeron en un contexto político muy especial: cuatro días antes de las elecciones al Parlamento español, que habían estado dominadas por el debate sobre la participación de España en la guerra de Irak, una decisión que contaba con la oposición de la inmensa mayoría de los ciudadanos. Aun así, se consideraba que el partido conservador, Partido Popular (PP), iba a ser el vencedor de las elecciones dados los buenos resultados de su política económica y su actitud frente al terrorismo de ETA.
En cuanto se produjo el ataque terrorista de Madrid, y antes de que se dispusiera de ningún tipo de prueba, el gobierno del PP afirmó con total seguridad que el grupo terrorista ETA estaba tras los ataques.1101 Con el paso del tiempo, la opción que ganaba enteros era que tras el atentado se encontraba la mano de Al Qaeda. A pesar de esto, tanto el ministro del Interior como el portavoz del Gobierno continuaron insistiendo en la culpabilidad de ETA hasta el día 13 por la tarde.1102 En términos políticos, convertir al terrorismo vasco en el responsable favorecía los intereses electorales del PP, mientras que reconocer que la acción era obra de terroristas islámicos significaba que España había pagado un precio muy alto por la política de su gobierno en Irak, y, por tanto, lo más probable era que aumentara el voto de castigo al Gobierno. Millones de españoles (de hecho, un 67 %) estaban convencidos de que el Gobierno estaba manipulando la información sobre los ataques en un intento por conseguir ventaja política. Este sentimiento generalizado se convirtió en un factor importante en la inesperada derrota política del PP el 14 de marzo, derrota que provocó la formación de un gobierno socialista y la posterior retirada de las tropas españolas de Irak.
Por lo que se refiere a los acontecimientos entre el 11 y el 14 de marzo, el trabajo de la comisión de investigación del Congreso español llegó a la conclusión de que, sin llegar a mentir, el gobierno del PP había retrasado de forma deliberada la publicación de información decisiva y había dado por ciertos determinados elementos que todavía se estaban investigando. Es evidente que se produjo una clara inclinación a favor de la hipótesis del terrorismo vasco en lugar de priorizar la línea islámica, a pesar de las evidencias en esa dirección presentadas por la policía.1103 Pero al margen del nivel de manipulación que realmente se produjo, lo importante es que los días 12 y 13 de marzo miles de ciudadanos estaban convencidos de que se les estaba manipulando y decidieron hacer llegar a los demás su punto de vista a través de la comunicación móvil y de internet.
1104 Dado que las principales redes televisivas estaban bajo el control directo o indirecto del Gobierno apoyaron la hipótesis del terrorismo vasco; como también hicieron la mayoría de las radios (aunque no la mayor de ellas) y de los medios impresos después de que el presidente llamara personalmente a los editores de los principales periódicos para darles su palabra de que los ataques eran responsabilidad de ETA.
Por tanto, los puntos de vista contrarios a la versión oficial tuvieron que buscar canales alternativos de comunicación. El uso de estos canales provocó una móvilización en contra del PP el sábado 13 de marzo, el «día de reflexión», cuando, según la ley española, están prohibidas las manifestaciones de tipo político y las declaraciones públicas. A pesar de esto, la acción de miles de manifestantes, la mayoría jóvenes,1105 causó un gran impacto en la opinión pública, y especialmente en dos millones de nuevos votantes, jóvenes que normalmente tenían altos índices de absentismo o que votaban a partidos minoritarios en lugar de a los socialistas o a los conservadores.
En estas elecciones hubo 2,5 millones de votantes más que en las de 2000, y aproximadamente 1 millón optó por cambiar el voto y depositar en la urna la papeleta de los socialistas para castigar al Gobierno tanto por su política en la guerra de Irak como por la percepción de que habían manipulado la información. El Partido Socialista obtuvo una clara victoria sobre el PP en unas elecciones con una participación del 77 %. Basándonos en informes publicados, a continuación abordaremos el proceso mediante el cual se crearon y usaron de forma efectiva estos canales de comunicación alternativos.
El proceso real de la comunicación alternativa empezó con el estallido de emociones que se produjo en las manifestaciones del viernes 12, actos convocados por el propio Gobierno y que tuvieron el apoyo de todas las fuerzas políticas. Esto es muy importante: fue en las reuniones presenciales donde la gente empezó a reaccionar y a poner en tela de juicio la versión oficial, con independencia de los partidos políticos, que se mantenían en silencio.1106 Aunque la manifestación se había convocado en contra del terrorismo y en defensa de la Constitución (una referencia indirecta al nacionalismo vasco), numerosos manifestantes portaban pancartas contra la guerra de Irak.
La manifestación pretendía poner fin a las declaraciones políticas, ya que el día siguiente, sábado, era la jornada de reflexión y el otro, domingo, la jornada electoral. A pesar de esto, el sábado por la mañana, varios activistas, la mayoría de ellos1107 sin ninguna afiliación política y actuando de forma independiente a las consignas de los partidos, empezaron a hacer circular mensajes de texto a los contactos memorizados en las agendas de sus teléfonos móviles. En los mensajes denunciaban la manipulación de la información y convocaban a la gente a una manifestación aquella tarde (a las 6) frente a la sede del PP en Madrid, y más tarde en otras ciudades españolas. De hecho, esto era ilegal y, naturalmente, no recibió el apoyo ni explícito ni implícito de ningún partido, aunque algunos de los participantes en estas concentraciones eran miembros de los partidos de izquierda, especialmente de Izquierda Unida (un pequeño partido parlamentario que incluye lo que queda del Partido Comunista español). Sin embargo, la gran mayoría de los participantes pertenecían al movimiento contrario a la guerra, y los que se reunieron frente a las sedes del PP simplemente eran aquellos que integraban la red de SMS. Todos los mensajes enviados encajaban en los 160 caracteres del formato SMS, y el primero y más popular de estos mensajes fue el siguiente: «¿Aznar de rositas? ¿Lo llaman jornada de reflexión y Urdazi trabajando? Hoy 13M, a las 18h. Sede PP C/ Génova 13. Sin partidos. Silencio por la verdad. ¡Pásalo!».1108 La referencia a Urdazi merece una explicación: se trata de un famoso presentador de la televisión pública española, ampliamente conocido por la manipulación de la información política que había llevado a cabo y por lo que fue culpado por un tribunal. Mientras tanto, la televisión pública española continuaba defendiendo la versión del terrorismo vasco, y la tarde anterior a las elecciones cambió su programación habitual para emitir un reportaje sobre el asesinato de un político socialista a manos de los terroristas vascos.
El sábado, el tráfico de SMS aumentó un 20 % respecto del tráfico habitual, y el domingo, un 40 %,1109 un récord absoluto para este tipo de mensajes. La cuestión fundamental es que a pesar de que la mayoría de los mensajes eran muy similares, el emisor era una persona conocida por el receptor, alguien que tenía el teléfono del receptor en la agenda de su teléfono móvil. Por tanto, la red de difusión crecía de forma exponencial sin perder por ello la proximidad de la fuente, fenómeno conocido con el nombre de «pequeños mundos».
Internet empezó a funcionar como canal de comunicación alternativo muy pronto, especialmente el día 11, pero también el 12.1110 La gente utilizó internet para encontrar otras fuentes de información, especialmente en otros países.1111 Pero también surgieron otras iniciativas, algunas de ellas emprendidas por periodistas, que actuaban por su cuenta poniendo en funcionamiento una página web donde colgar información y opiniones de otras fuentes. Resulta interesante que el PP iniciara su propia cadena de SMS con un mensaje diferente: «ETA es la autora de la masacre. ¡Pásalo!». Pero esta iniciativa no consiguió difundirse más allá de los canales del partido, no alcanzó un nivel masivo de tráfico entre personas conocidas y, lo que es más importante, no resultaba creíble para la gran mayoría de las personas que ya no confiaba en la palabra del Gobierno.
El contexto ofrecido por los principales medios de comunicación también resulta de gran interés. La gente no tardó mucho tiempo en ignorar a las grandes cadenas televisivas a la hora de conseguir información fiable. Los periódicos, debido a su indecisión, no eran fiables, aunque La Vanguardia, en Barcelona, el sábado daba legitimidad a la versión según la cual Al Qaeda estaba tras los ataques.1112 Por otro lado, la mayor emisora de radio del país (cadena SER), bajo la iniciativa de sus periodistas, empezó a buscar pruebas inmediatamente en la línea de investigación del terrorismo islámico (en ocasiones demasiado a la ligera, ya que ofrecieron alguna información errónea). Aun así, la mayoría de las informaciónes ofrecidas por la SER demostraron ser correctas. Como consecuencia de esto, mucha gente recurrió a esta emisora como fuente de información (a través de sus aparatos de radio portátiles), y después distribuían la misma mediante el SMS y las llamadas de teléfono móvil. La comunicación de voz ofrecía un debate directo con los amigos, mientras que el SMS se utilizaba para difundir mensajes de elaboración propia o para recibir mensajes de apoyo.1113 Por tanto, el contexto de comunicación lo proporcionaron las reuniones físicas en la calle, el origen de la creación de la opinión pública y el resultado de un proceso de comunicación política: el estar juntos frente a las sedes del PP verificó la utilidad del mensaje. A continuación, las acciones en la calle atrajeron la atención de algunas emisoras de radio y televisiones (televisiones regionales y CNN-España), lo que acabó provocando que el ministro del Interior apareciera en la televisión pública reconociendo la posible participación de Al Qaeda el sábado a las 20:20 horas.1114 A pesar de esto, el candidato del PP también apareció algo más tarde en la televisión pública para denunciar a los manifestantes, una desafortunada decisión que sirvió para avivar aún más la crisis de confianza que ellos mismos habían provocado. De modo que un error político de comunicación amplificó los efectos de las manifestaciones.1115 Internet fue importante porque se erigió en una fuente de información y en un foro de debate durante los días que precedieron a las manifestaciones. Sin embargo, el momento crítico se produjo en las manifestaciones del sábado 13, un típico fenómeno de «móvilización relámpago» impulsado por una masiva cadena de SMS que aumentó el efecto de la comunicación de forma exponencial a través de canales interpersonales. El fenómeno se inició en Madrid, pero rápidamente se extendió a Barcelona y, posteriormente, a otras ciudades españolas,1116 dado que es obvio que las agendas de los teléfonos móviles incluían a conocidos de otras ciudades.
Esta experiencia en España, tres años después de las móvilizaciones relámpago que provocaron la renuncia al cargo de Estrada en Filipinas, se va a recordar como un momento crucial de la historia de la comunicación política. Los individuos y los activistas de base, armados con sus teléfonos móviles y conectados a internet, son capaces de poner en funcionamiento redes de comunicación potentes, amplias, personalizadas e instantáneas. Sin restar méritos a este fenómeno (que está sujeto, por supuesto, a la difusión de información errónea y nociva), este tipo de comunicación autónoma pone en tela de juicio el control de la información por parte de los gobiernos y de los principales medios de comunicación.
Los tres casos analizados hasta ahora ilustran el potencial de las tecnologías de comunicación móvil a la hora de facilitar la protesta política. De todos modos, no se trata de una característica implícita a la tecnología; existen casos en que la comunicación móvil no ha producido impactos sociopolíticos tan relevantes, como, por ejemplo, en EE.UU., Japón o China. Esto último demuestra que el uso específico de las tecnologías inalámbricas está condicionado por el contexto social y por las estructuras políticas de una sociedad dada.