Alexander Alban Alencar
Esta página muestra parte del texto pero sin formato.
Puede bajarse la tesis completa en PDF
comprimido ZIP (200 páginas, 3,69 Mb) pulsando aquí
1° MIEDO A LA PRIMERA VEZ:
Cuando una persona tiene que hacer algo por primera vez, es normal que tenga miedo, sino recordemos -nosotros los varones- la primera vez que tuvimos que declarar nuestro amor a una dama; seguro que nos pusimos “colorados” y las palabras meticulosamente estudiadas no salieron de nuestros labios como habíamos esperado. Una experiencia horrible que felizmente pudimos superarla en una segunda o tercera declaración amorosa, ya no nos fue tan traumático. Si nos hubiéramos quedado callados, vencidos por el miedo, hoy no tendríamos la esposa o enamorada que nos acompaña.
El miedo a la primera se vence dando el primer paso. No importa lo bien o lo mal que hagamos nuestras acciones, lo importante es hacerlo. Conocemos a muchas personas que pese a su avanzada edad nunca tuvieron una enamorada, ¿porqué? porque cuando fueron jóvenes no se atrevieron a declarar sus sentimientos, se dejaron vencer por el miedo. Lo mismo ocurre en la oratoria, cuando exista la oportunidad de hablar en público aceptemos el reto, la primera vez quizá no sea satisfactorio, pero las otras serán mejores; habremos adquirido experiencia y habremos aprendido a dominar nuestras emociones.
2° EL MIEDO A FRACASAR:
¿Y si me equivoco? ¿Y si lo hago mal? ¡Mejor no lo hago!, suelen ser las expresiones de las personas que se dejan amedrentar por el miedo. Recordemos las palabras de Og Mandino, “El fracaso no me sobrecogerá si mi deseo por triunfar es mucho más grande”. No importa si nos equivocamos, total, la vida es una constante práctica donde algunas veces ganamos y en otras perdemos, lo importante es sacar lección de cada uno de ellas. Por ejemplo, Thomas Alva Edison para inventar el foco o lámpara incandescente, hizo 3,500 experimentos; uno tras uno fue fracasando, cuando iba en el intento N° 3,498 el foco se encendió unos segundos para luego destruirse.
Los compañeros de trabajo instaron a Thomas a desistir, pero él, con la terquedad que lo caracterizaba, continuó adelante. En el intento N° 3,499 el foco se encendió por casi un minuto pero luego reventó. Thomas, al ver el resultado, se puso a reír descontroladamente, sus compañeros preocupados exclamaron: _ “Pobrecito, ya se volvió loco con tantos fracasos”. _ ¡Oye Thomas! ¿Porque ríes como loco? – le preguntaron. _ Me río porque ahora conozco 3,499 formulas que no sirven para inventar un foco. En el intento N° 3,500 ese foco se encendió para nunca más apagarse. Thomas Alva Edison triunfó porque fue perseverante, porque no tuvo miedo a fracasar.
3° MIEDO AL QUE DIRAN:
Este miedo se basa en un hecho curioso; muchas personas viven pendientes de lo que dicen los demás y no de los dictados de su razón. Viven preocupados de las críticas y comentarios de la gente, a veces lo que hacen resulta tan ridículo, que uno se pregunta ¿cómo pueden llegar a depender tanto de la opinión pública? La presente historia grafíca este tipo de miedo.
“Un anciano y su nieto compran un burro en Piura y deciden irse montado en él hasta Sechura. Ambos se suben al burro y cabalgan hasta el distrito de La Arena, la gente al verlos, exclama: _ ‘¡Miren a ese par de miserables! Los dos subidos en el pobre burrito. No les da pena, ¡bájense de ahí desgraciados!’. Avergonzados deciden que sólo el niño lo montará. Cuando llegan al distrito de La Unión, la gente al ver al niño montado y al anciano caminando, exclaman: _ “Miren a ese niño desvergonzado, él bien subido en el burro y el pobre viejito caminando. ¡Bájate de ahí!” –le gritaron coléricos.
El niño avergonzado le dice al abuelo: _ “Mejor móntelo usted abuelo para que la gente deje de criticarme”. Al pasar por la zona del Tablazo, los pobladores exclamaron: _ “Miren a ese viejo desgraciado, él bien subido en el burro y la pobre criatura caminando. ¡Bájate de ahí viejo sinvergüenza! El abuelo molesto le dice a su nieto: _ ¿Sabes hijo?, mejor que nadie monte al burro, ¡Vámonos caminando! Y así, horas después llegan caminando a Sechura. Sus paisanos al verlos exclamaron: _ ¡Miren a ese par de sonsos, tienen burro y no se suben en él!