Alexander Alban Alencar
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Por acción entendemos el uso de las expresiones corporales que acompañan la pronunciación de un discurso. Un discurso no sólo es voz impostada o engolada, involucra también el uso de la expresión gestual, manual y corporal; es decir, el arte que permite que todo nuestro cuerpo participe activamente en el proceso de la comunicación.
Los antiguos llamaban a la acción el “discurso del cuerpo” ya que éste no es sólo el conjunto de palabras expresadas oralmente, sino también la acción de los brazos, las manos, el cuerpo y principalmente, de los gestos del rostro. Cicerón, famoso orador de la antigüedad solía decir: “Todo el hablar consiste en la acción y en la elocución”.
IMPORTANCIA DE LA ACCIÓN ORATORIA:
La acción acompaña a las palabras y las hace más notables e inteligibles, por eso se ha dicho que subraya el discurso. Va dirigida directamente a los sentidos y torna más rápida la comunicación entre el emisor y el receptor, pues muchas veces un gesto, vale más que una palabra. Bajo esta modalidad el público no sólo escucha el discurso, sino que lo “ve”, lo siente.
Un orador que no emplee con acierto los ademanes, o que los utilice fuera de contexto –dicen los especialistas-, desluce su discurso y revela una desarmonía que el publico percibe enseguida. En algunos casos los ademanes excesivos arruinan totalmente el discurso; un orador que se mueve como animal enjaulado en el estrado o un conferencista inmóvil como estatua, se exponen al ridículo y al repudio del auditorio.
De manera general podemos decir entonces, que la acción oratoria esta integrada por las siguientes expresiones: gestual, manual y corporal. El uso de todas ellas convierte al orador en un artista de la palabra. Acto seguido una minuciosa explicación de los mismos.