Eduardo Jorge Arnoletto
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Ho-Chi-Min.
Un ejemplo triunfante de lucha revolucionaria anticolonialista y antiimperialista inspirada por el marxismo-leninismo maoísta, con algunas variantes, fué el proceso vietnamita, en lucha primero con Francia y luego con los EE.UU.; y que en alguna medida se puede personalizar en la figura de su líder, Ho-Chi-Min. Lo más notable de este caso es que fué el primer y único ejemplo de un país pequeño que inflingió una derrota militar y moral al imperio más poderoso, provocando en él un profundo y evidente cuestionamiento. Es cierto que tiempo después la Unión Soviética tuvo su propio Vietnam en Afganistán, pero esa derrota quedó involucrada en su propia crisis y derrumbe, por lo que no tuvo un efecto-demostración tán notorio.
Ho-Chi-Min nació en 1890 (o 1892) en Nghe-Tinh, hijo de un mandarín muy culto. Murió en Hanoi en 1969, sin ver la culminación de su obra, el triunfo final, en el que tuvo una inquebrantable fé y seguridad, como puede verse en su testamento.
Puede decirse que el proceso que Ho-Chi-Min condujo fué doble: liberación de su país de los vínculos coloniales e imperiales y modificación de la propia sociedad según el modelo socialista. Ho-Chi-Min no fué un gran teórico sino un estratega sensible e inteligente, animado por una convicción: que la liberación nacional anticolonial vendría del socialismo, del marxismo-leninismo, que para él constituía un "saco mágico" del cual salían todas las soluciones.
Esa convicción de fondo se manifestó con gran flexibilidad en la búsqueda de medios y recursos que evitaran las oposiciones tajantes y le permitieran realizar su objetivo central: educar a las masas para conducirlas a la independencia por medio de la realización de una revolución agraria.