Eduardo Jorge Arnoletto
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b) El marxismo occidental.
El marxismo occidental es un poliforme y complejo fenómeno intelectual, muy difícil de sintetizar(1). No nos cabe duda de que, hagamos lo que hagamos, seremos criticados por esta descripción. Creemos que una forma simple de clasificar a este movimiento en sus diversas corrientes es la siguiente: - Intelectuales vinculados al Instituto de Investigación Social de Frankfurt; - Otros intelectuales europeos vinculados al marxismo; - Intelectuales norteamericanos vinculados al marxismo; - La "nueva izquierda"; y los trataremos en ese orden.
La Escuela de Frankfurt.
Como ya dijimos, cuando el stalinismo anuló toda posibilidad de labor teórica que no se ajustara estrictamente a la ortodoxia oficial en la URSS, esa labor teórica retornó a Occidente. En la República de Weimar, en Frankfurt, se creó en 1923 un "Instituto de Investigación Social", patrocinado por un acaudalado comerciante en cereales. Su objetivo era promover los estudios económicos y sociales marxistas, en un marco cuasi-académico por su vinculación con la Universidad de Frankfurt. Su primer director fué un erudito de la escuela austro-marxista, un historiador del Derecho, oriundo de Transilvania, llamado Carl Grünberg.
Algo digno de notar es que, en esa época de gran polémica y animadversión entre ortodoxos y revisionistas, en la que imperaba un fuerte enfrentamiento político entre leninistas y bernsteinianos, en el equipo de Frankfurt trabajaran juntos por igual comunistas y social-demócratas.
Este Instituto mantuvo, por otra parte, una intensa y fructífera relación con el Instituto Marx-Engels de Moscú, en los trabajos referidos a la publicación de las Obras Completas de los fundadores del marxismo, lo que se cumplió con el patrocinio de ambas instituciones.
En la década de los años veinte, el Instituto patrocinó las investigaciones de teoría económica marxista de Henryk Grossmann, que fueron publicadas en 1929 bajo el título "La Ley de la Acumulación y del Derrumbe del Sistema Capitalista". Esta fué una de las pocas obras de ciencia económica de la época que aludió a la inminente crisis que tánta repercusión tuvo en el mundo a partir de 1929-1930, y que fué interpretada en algunos medios marxistas como la "crisis final" del capitalismo, tal como ahora ocurre, a la inversa, con la crisis del marxismo.
Este Instituto fué una de las piezas fundamentales del advenimiento del "marxismo occidental", en especial desde que se vincularon a él quienes formarían el núcleo de la que sería universalmente conocida como "Escuela de Frankfurt": Benjamin, Horkheimer, Marcuse, Adorno; y finalmente su heredero, único que actualmente vive y continúa trabajando sus temas: Jürgens Habermas.
El advenimiento del nazismo en Alemania obligó a los integrantes de la Escuela de Frankfurt a exilarse en los EE.UU., donde se vincularon con la Universidad de Columbia, retornando algunos de ellos a Alemania después de la guerra. Hubo, pues, varias etapas en la labor de la Escuela de Frankfurt, pero siempre con cierta continuidad en el estilo de su pensamiento.
La teoría crítica de la Escuela de Frankfurt puede ser considerada como heredera de la crítica de la economía política de Marx, de las filosofías de la historia de Kant y Hegel, y de la teoría de la cultura de Freud. Es, en síntesis, la culminación contemporánea de la corriente central del pensamiento filosófico-social crítico occidental moderno.
Es, en su conjunto de obras, una respuesta reflexiva a un amplio fenómeno histórico: la industrialización y la secularización -o desintegración masiva de las tradiciones religiosas- ante el avance sin precedentes de las ciencias de la naturaleza y de la técnica. Se ha dicho que la Escuela de Frankfurt expresa "el desencanto de la Modernidad". Creemos que puede hablarse de una respuesta compleja, de esperanza y optimismo, con chispazos de duda y sombríos presagios. La mentalidad del siglo XIX veía al progreso científico-técnico como liberador del sojuzgamiento de la naturaleza hostil y de la represión moral y política de las ideologías y de las clases minoritarias dominantes, e inclusive de las creencias e instituciones religiosas. Frente a este "encantamiento de la Modernidad", que compartieron Kant, Hegel y Marx (no así Freud), la Escuela de Frankfurt expresó cabalmente el "desencanto de la Modernidad", al enfrentar en su punto culminante a la refinada brutalidad moral y política, a la barbarie de la sociedad industrializada, en la que la Ciencia y la Técnica se han convertido en fuente de represión y, lo que es peor, de legitimación ideológica de la represión.
La Escuela de Frankfurt llegó a la conclusión de que sólo un reforzamiento real de la moralidad puede salvar a nuestra sociedad. Reivindicó así la primacía de la razón moral sobre la razón técnica, y planteó el rescate de una política orientada por la moralidad y no por un tecnicismo industrialista deshumanizado. Proporcionamos a continuación algunos datos sobre la vida y la obra de los principales integrantes de la Escuela de Frankfurt: THEODOR ADORNO: Theodor Adorno (1903-1969) nació en Frankfurt, hijo de un comerciante de vinos. Fué filósofo y sociólogo, y también conocido como teórico de la nueva música. No tenía ningún vínculo personal con la vida política socialista. Se vinculó al marxismo en 1933, después del ascenso de Hitler al poder.
En el Instituto de Frankfurt trabajó con Horkheimer, tanto en Alemania como en el exilio en los EE.UU. y en su posterior retorno a Frankfurt. Con Horkheimer escribió la DIALECTICA DE LA ILUSTRACION, en la que identifican al liberalismo norteamericano con el nazismo alemán. Fué un teórico puro y mantuvo toda su vida la actitud de no participar de la política práctica. Fué profesor universitario de Filosofía, y su expresión escrita es llana y clara. Sus preocupaciones metodológicas se reflejan claramente en su obra DIALECTICA NEGATIVA. La influencia procedimental del Hegel de la FENOMENOLOGIA DEL ESPIRITU puede percibirse en su importante libro MINIMA MORALIA (2). Adorno escribió una docena de libros sobre música, que contienen agudos análisis de las transformaciones musicales del siglo XX y de la obra de compositores como Wagner y Mahler.
Para Adorno, la ruptura del hombre con la Naturaleza y su posterior y creciente dominio sobre ella no trajo aparejado ningún progreso en la emancipación humana, porque su precio fué una división psíquica y social del trabajo, que produjo una opresión aún mayor. Por otra parte, con frecuencia expresó en sus obras una honda preocupación por la Naturaleza y por el daño que el hombre le infligía. Estos comentarios, en su momento, aparecieron como una desviación doctrinaria dentro del marxismo, pero reaparecieron luego en el debate ecologista contemporáneo, del que Adorno fué en cierto modo un precursor. Adorno asumió la dirección del Instituto en 1958 y falleció en 1969.
WALTER BENJAMIN: Walter Benjamin (1892-1940) nació en Berlin, hijo de un comerciante en obras de arte. Su formación cultural fué típicamente francesa, y su vinculación con el marxismo data de 1933. Simpatizaba con el surrealismo y no tuvo actuación universitaria fuera del Instituto. Escribía de un modo breve y lleno de alusiones oblicuas, aunque era, aparte de ensayista, un literato de gran valía. Expresó bien una característica típica del marxismo occidental: la preocupación por el Arte. Su legado teórico más significativo dentro del marxismo fué un ensayo sobre LA OBRA DE ARTE EN LA EPOCA DE SU REPRODUCTIBILIDAD TECNICA, seguido de algunos estudios sobre Baudelaire y análisis de la obra de su contemporáneo y amigo Bertold Brecht.
La visión de la historia típica de la Escuela de Frankfurt, y que Benjamin expresa como nadie, hubiera sido incomprensible para Marx. Habla del "Angel de la Historia" empujado de espaldas hacia el futuro, impulsado por un huracán "que sopla desde el Paraíso", huracán "al que nosotros llamamos progreso", mientras constantemente se acumulan a sus pies "ruinas sobre ruinas de una catástrofe única". Benjamin murió en Francia, en 1940, al ser detenido por los nazis cuando intentaba escapar del territorio ocupado (3).
MAX HORKHEIMER: Max Horkheimer (1895-1973), filósofo, nació en Stuttgart (Suabia), hijo de un fabricante textil. En 1929, Carl Grünberg, el primer Director del Instituto, se retiró, y en l930 Horkheimer asumió la dirección y produjo una fuerte reorientación de su labor, poniendo el acento en el desarrollo de una "filosofía social" complementada con investigaciones empíricas.
En el período inmediato anterior al ascenso de Hitler al poder, Horkheimer reunió en el Instituto a un talentoso grupo de jóvenes, Marcuse y Adorno entre ellos. Horkheimer nunca se afilió a un partido obrero, aunque era políticamente marxista y había sido admirador de Rosa de Luxemburgo.
La victoria nazi de 1933 exiló al Instituto pero no pudo destruírlo como centro. Con anticipación, sus fondos disponibles fueron transferidos a Holanda, y en 1934 el Instituto fué transferido a los EE.UU., donde se incorporó a la Universidad de Columbia, en Nueva York. Allí, siempre bajo la dirección de Horkheimer, se adaptó al nuevo ambiente, realizando estudios sociológicos de tipo positivista convencional. La despolitización del Instituto continuó luego de su regreso a Alemania, donde Horkheimer en sus últimos tiempos realizó verdaderas apologías al capitalismo, razón por la cual en los ambientes marxistas ortodoxos se llegó a considerarlo como un "renegado".
La "opera prima" de Horkheimer fué TEORIA TRADICIONAL Y TEORIA CRITICA (1937) en la que se advierte la influencia del filósofo Schelling. Conjuntamente con Adorno escribieron, como ya vimos, DIALECTICA DE LA ILUSTRACION (4), en la que cuestionaron la idea misma del dominio final de la Naturaleza por el hombre, como ámbito de liberación humana más allá del capitalismo.
HERBERT MARCUSE: Herbert Marcuse (n. 1898 ), filósofo y sociólogo, nació en Berlin, hijo de una prominente familia burguesa. Se educó en Friburgo (Suabia) ; fué enrolado en el Ejército en las postrimerías de la Primera Guerra Mundial, y por poco tiempo (1917-1918) estuvo afiliado a un partido de izquierda. En los años anteriores a la toma del poder por Hitler fué colaborador del periódico teórico de Hilferding "Die Gesellschaft". En esa misma época fué vinculado al Instituto por Horkheimer. Emigró a los EE.UU. en 1933, donde a diferencia de Horkheimer mantuvo una postura revolucionaria intransigente, en medio de un fuerte aislamiento académico, en las décadas de los '50 y los '60.
En 1941, Marcuse publicó en Nueva York, RAZON Y REVOLUCION, subtitulado "Hegel y el surgimiento de la teoría social", donde enfatiza el papel de Hegel como preparación y condición de la obra de Marx. Marcuse siempre sostuvo esa valoración de Hegel.
El contraste o tensión entre esa adhesión ortodoxa al ideario marxista y la ausencia objetiva, en su nuevo medio social de forzada adopción, de fuerzas sociales capaces de realizarlo, lo llevó a concluir afirmando el carácter "utópico" del pensamiento socialista, y a consagrar la ruptura entre teoría y práctica en su obra EL HOMBRE UNIDIMENSIONAL (1964) y también en EL FINAL DE LA UTOPIA (1968) (5).
Quizás la obra más importante de Marcuse sea EROS Y CIVILIZACION (1955), subtitulada en inglés "A Philosophical Investigation into Freud". Fué publicada en el momento culminante de la reacción política antimarxista, en los EE.UU. de la posguera y la guerra fría, en medio de esa verdadera "histeria política" que fué el macartismo.
En general, la obra de la Escuela de Frankfurt -y particularmente la de Marcuse- están muy impregnadas de psicoanálisis freudiano, en su lenguaje y metodología. Esto puede verse muy claramente en EROS.. Según Marcuse, la naturaleza instintiva originaria del hombre reside en la libido sexual: Eros. Para que el hombre primitivo lograse la civilización fué necesaria una represión inicial. Luego la sociedad clasista originó una represión adicional, derivada de la desigualdad y la dominación. En nuestro tiempo, la rqueza tecnológica del capitalismo haría posible el fin de esa opresión adicional y la inauguración de un "socialismo de abundancia", aboliendo las restricciones del trabajo alienado y haciendo converger la emancipación humana y la natural en una liberación erótica que otorgaría a todas las prácticas de una existencia pacificada las sensuales cualidades del juego estético, conciliando finalmente al hombre con la Naturaleza.
Marcuse no escribió -como hicieron otros autores de la Escuela de Frankfurt- ninguna obra sobre algún artista en particular, pero siempre trató a la Estética como la categoría fundamental de una sociedad libre. "El Arte como forma de realidad -sostenía Marcuse- finalmente modelaría los contornos objetivos del mundo social". Los análisis de Marcuse sobre la sexualidad presagiaron el derrumbe institucional de las restricciones eróticas y de la sensibilidad, así como anticiparon esa idea de la emancipación como enervación, característica de la cultura burguesa desde mediados de los años sesenta.
Como toda la obra de la Escuela de Frankfurt, Marcuse también presenta una nota de lúcida melancolía; y si evocó la potencialidad utópica de la tecnología moderna para liberar la naturaleza humana, lo hizo sólo para negarla más enfáticamente como tendencia objetiva de la realidad social, y para terminar preguntándose si la clase proletaria no ha sido ya absorbida de un modo irreversible por el capitalismo.
En síntesis, Marcuse se basó en los trabajos filosóficos de su maestro, Heidegger, y en un hegelianismo de izquierda. Puesto ya en contacto con la civilización americana se orientó hacia un análisis de la sociedad industrial actual, en sus integraciones y conflictos. Marcuse derivó de Freud (principalmente de "El Malestar en la Cultura") una teoría de la sociedad contemporánea, así como los principios de una práctica social y política. Según Marcuse, la revolución técnica actual modificó el modelo de Marx y marcha hacia una sociedad unidimensional, con vistas al mantenimiento del sistema vigente. En la nueva realidad, el proletariado se vuelve a encontrar en los grupos marginales de la sociedades avanzadas y en las masas del tercer mundo.
Con este repaso de sus principales ideas quizás pueda entenderse mejor la grandísima -y seguramente inesperada por él- popularidad y difusión casi masiva que alcanzaron sus obras en los tiempos de Mayo del '68. Marcuse es un sociólogo, un académico típico, y su pensamiento crítico de las formas actuales de la sociedad capitalista ciertamente se deforma de modo casi caricaturesco si se pretende ver en él a un teórico de la rebelión estudiantil, o a un líder revolucionario.
JÜRGENS HABERMAS: Jürgens Habermas, filósofo y sociólogo alemán contemporáneo, único representante actual y heredero de la tradición intelectual de la Escuela de Frankfurt, ha planteado una aguda crítica a la creencia positivista en la unidad lógica y metodológica de las ciencias naturales y sociales. Considera tal creencia como una manifestación de "cientificismo" o fé de la ciencia en sí misma, que impide ver que la ciencia es sólo una forma de conocimiento entre otras (6).
Habermas ha denominado a su teoría sobre este tema, "teoría de los intereses constitutivos de saberes". No hay, para Habermas, ningún "acto intelectual puro". El saber es el resultado de una actividad humana motivada por necesidades e intereses. Esos intereses son presupuestos de cualquier acto cognoscitivo y constituyen los "modos posibles del pensamiento" por medio de los cuales se re-constituye la realidad y se actúa sobre ella.
Para Habermas hay tres tipos de "intereses constitutivos de saberes": técnico, práctico y emancipatorio.
El interés técnico produce un saber instrumental, en forma de explicaciones científicas aparentemente "desinteresadas", cuya aplicación es el control de la Naturaleza y las ventajas materiales de la producción. Habermas no lo denigra pero niega que sea el único modo de saber. Se trata, en definitiva, de las ciencias empírico-analíticas.
El interés práctico produce un saber de entendimiento, que permite comprender las condiciones de "comunicación significativa" entre las personas. Genera conocimientos en forma de entendimiento significativo, capaz de informar y de guiar el juicio práctico. Son las ciencias hermenéuticas, interpretativas, basadas en métodos de "Verstehen". Según Habermas, no son una base adecuada para las ciencias sociales, porque si bien captan los significados subjetivos de los hechos objetivos, no descubren el modo en que éstos están distorsionados por las condiciones sociales, culturales o políticas imperantes.
El interés emancipatorio es para Habermas el interés básico y fundamental. Se trata de cómo lograr la autonomía racional y la libertad que hagan posible una comunicación humana y unas interacciones no alienadas. Ese saber emancipatorio, dice Habermas, es el objeto de la ciencia social crítica.
Habermas sostiene que "la realización de la capacidad racional de autoemancipación de los seres humanos sólo será realizada por una ciencia social crítica, capaz de dilucidar esos condicionamientos y de revelar cómo pueden ser eliminados". Una ciencia social crítica ha de ir más allá del tradicional enfoque interpretativo: en lugar de producir interpretaciones acríticas de los autoentendimientos individuales ha de describir, explicar y eliminar las causas de los autoentendimientos distorsionados.
Habermas introduce en la ciencia social el concepto marxista de "crítica ideológica", así como los procedimientos metodológicos del psicoanálisis y en especial, del autoanálisis. Para Habermas, la ideología es la causa de los equívocos colectivos de los grupos sociales. La falta de una comprensión correcta de la situación que se vive se debe a la presión de las ideologías, que hacen aceptar una explicación ilusoria de la realidad e impiden reconocer o perseguir los verdaderos objetivos e intereses de los grupos. La crítica revela esas ilusiones, privando a la ideología de su poder. También muestra el contenido de verdad oculto en los ropajes de los enfoques ideológicos. Este enfoque de Habermas ha merecido a su vez varias críticas.
Por ejemplo, se ha señalado que no ofrece una clarificación detallada de la base epistemológica de la ciencia social crítica, en especial de los criterios de racionalidad que permitan convalidar ese "saber emancipador" que emergería de ella. Se afirma que Habermas, bajo el enunciado de la emancipación humana, podría estar introduciendo su propio prejuicio normativo subjetivo, disfrazado de análisis objetivo. Desde este punto de vista, la crítica ideológica sería una teoría sustantiva, normativa, sin respaldo lógico formal.
En respuesta a esa crítica, Habermas ha esbozado una "teoría de la competencia comunicativa", que es una teoría ética de autorrealización basada en la antigua idea filosófica de que toda adecuada explicación de lo que el hombre es contiene respuestas acerca de lo que el hombre debería ser. Como camino para la búsqueda de un conocimiento humanamente válido, en cuanto liberador de los equívocos ideológicos, Habermas propone y practica su teoría de la acción comunicativa, que parte de la idea de que lo vigente es lo que emerge de la interacción humana. Si se pierde el consenso, surgen conflictos cuya solución ética es buscar un nuevo consenso por medio de una franca interacción comunicativa.
Desde este punto de vista, la racionalidad consiste en ponerse de acuerdo por medio de una interacción racional: exponer las propias razones y abrirse a la crítica. Para Habermas, la racionalidad comunicativa no es substancial sino procedimental. Es un modo de proceder, con pretensiones de universalidad en algunos aspectos: me puedo entender con otro distinto; las diferencias culturales no son inconmensurables. La racionalidad comunicativa es discursiva e intersubjetiva; sirve para resolver problemas por vía procedimental, por interacción, e implica la posibilidad de aprender de los errores una vez que son reconocidos como tales.
Hasta aquí, pues, hemos presentado un panorama de la Escuela de Frankfurt, a través del comentario de sus características generales y de la sintética descripción de la labor de sus principales representantes.
(2) Theodor Adorno: MINIMA MORALIA, Paris, Payot, 1980. Ver tam- bien LA PERSONALIDAD AUTORITARIA, Bs.As., Paidos, 1969.
(3) Ver Walter Benjamin: TESIS SOBRE EL CONCEPTO DE HISTORIA, en "Temps Modernes" (1947).
(4) Max Horkheimer y Th. Adorno: DIALECTICA DEL ILUMINISMO,Bs.As.
Sur, 1969.
(5) Herbert Marcuse: EL HOMBRE UNIDIMENSIONAL, México, Mortiz, 1970.
" " : EL FIN DE LA UTOPIA, México, Siglo XXI,1968.
(6) Ver, entre otros, Jürgen Habermas: HISTORIA Y CRITICA DE LA OPINION PUBLICA, Barcelona, Gili, 1981; TEORIA Y PRAXIS, Bs.
As., Sur, 1967; L'ESPACE PUBLIC, Paris, Payot, 1978.