Eduardo Jorge Arnoletto
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Capítulo 4: LAS TEORÍAS CRITICO-DIALÉCTICAS
Introducción general.
Como bien dice Perry Anderson (1) "aún está por escribirse la historia del marxismo desde su nacimiento hace poco más de un si-glo". Es una historia ciertamente breve pero compleja y dinámica. No es ambición de estas páginas colmar semejante vacío intelectual. Nuestro objetivo es mucho más modesto: presentar un panorama general de su desarrollo (sobre todo de sus expresiones como ciencia de la política) y marcar las filiaciones intelectuales de sus principales autores y corrientes, hasta donde ello nos resulte posible. También trataremos de arrimar datos sobre su relación con el marco biográfico e histórico general en que transcurrieron sus vidas y escribieron sus obras.
Se trata, pues, de sintetizar los contenidos principales de obras teóricas (con todos los riesgos que ello implica); situarlas históricamente y señalar su filiación explícita o tácita, o sea su pertenencia eslabonada a una tradición intelectual común, así como los rasgos que las diferencian, y su impacto, si lo tuvieron, sobre los procesos histórico-sociales reales.
Consideramos que la explicación causal común y profunda de sus múltiples transformaciones y metamorfosis es aún terreno sin explorar; y excede en mucho el marco de este trabajo y, por cierto, de nuestra propia capacidad y posibilidades actuales. Sin embargo, consideramos que algo de ello puede percibirse cuando se repasa en las páginas que siguen el panorama de sus filiaciones intelectuales y de las relaciones entre las teorías y la historia, pero eso no agota el asunto en profundidad.
No somos ajenos a las repercusiones e implicaciones del tema. El marxismo es, junto con el freudismo, una de las dos corrientes de pensamiento originarias del siglo XIX que más han influído en la vida contemporánea. El marxismo, en diversas formas, directa o indirectamente, para bien o para mal, por sus conceptos originarios o por mutaciones que Marx no hubiera podido ni siquiera imaginar, ha influído fuertemente en la vida de cientos de millones de seres humanos en todos los continentes, desde el marxismo-leninismo soviético hasta la social-democracia europea occidental; desde el maoísmo chino hasta el castrismo cubano o el sandinismo nicaragüense; desde los khmer rojos de Camboya hasta los guerrilleros peruanos de Sendero Luminoso. En todo el mundo, infinidad de movimientos y experimentos sociales, políticos y económicos se inspiran en las ideas que Marx y Engels fueron los primeros en expresar.
En cuanto a sus efectos indirectos o dialécticos, se pueden vincular en cierta medida con el marxismo la emergencia de los fascismos autoritarios de derecha en la Europa de las primeras décadas del siglo; la génesis del macarthismo norteamericano de mediados de siglo y la doctrina de la seguridad nacional, sustento ideológico de las temibles tiranías latinoamericanas de los años sesenta y setenta, etc.
El marxismo, competido dialéctico del capitalismo, enemigo ideológico-militar en la guerra fría, atraviesa hoy una profunda crisis (similar a la que atravesó el capitalismo en los años treinta) tras ese hecho-símbolo que fué la caída del muro de Berlín, y los sacudimientos político-sociales en Europa Oriental y en la misma ex-Unión Soviética. Aún así, su potencial histórico y su fermento intelectual están lejos de haberse agotado, y su sola mención provoca adhesiones violentas y rechazos viscerales. Nada de eso queremos aquí: sólo queremos asomarnos con respeto y deseos de comprender, al vasto panorama de ese proceso intelectual que originó consecuencias históricas de tánta trascedencia.
Sostenemos la hipótesis de que existe una correlación entre la actividad científica teórica y los "telones de fondo" culturales, cosmovisionales e ideológicos, y entre éstos y los sentimientos y actitudes básicas de los grupos humanos sacudidos por la Historia. Desde esa posición, comprendemos perfectamente que haya quienes, en las presentes circunstancias de "derrumbe del mundo del socialismo real" se apresuren a decretar la muerte del comunismo y el "fin de la Historia", como ha sostenido Fukuyama en un Informe que ha tenido mucha más divulgación que mérito.
Comprendemos, por ejemplo, que haya quienes consideren que este capítulo está de más, que es un anacronismo en una obra de teoría política. Simplemente no compartimos ese criterio: creemos que el marxismo, en su teoría y en su praxis, con sus luces y sus sombras, es parte irrenunciable de nuestra historia intelectual y fáctica, y como tal debe ser conocido y analizado, incluso para poder polemizar con él en forma madura. Creemos, además, que el marxismo tiene futuro, lo que no deja de ser una afirmación bizarra cuando viene de un no-marxista, en un mundo en el que, hoy en día, quedan tán pocos marxistas confesos.
Lo que realmente queremos significar con ésto es que pensamos que el marxismo, independientemente de nuestra simpatía o antipatía, como macroteoría antropológica ha hecho aportes que perdurarán y que serán revalorados en el futuro, aportes que admitirán nuevas lecturas e interpretaciones y que posiblemente inspirarán nuevas praxis históricas, por más que a nuestro juicio contengan aspectos que desde otras posiciones pueden legítimamente ser cuestionados y por más que su praxis histórica haya sido deficitaria en la realización del valor libertad y en la construcción de democracias efectivas.
El P. Ivez Calvet (2) ha resumido esos aportes en los siguientes aspectos: - Realismo: El hombre es el mundo del hombre, un mundo armado por concatenaciones entre el hombre, la cultura, la sociedad, la economía, el espíritu; - Estructuras: Como visión o lectura inteligible y totalizadora de la realidad, que relaciona todos sus aspectos, no sólo los técnico-económico entre sí sino también con los sociales, políticos, culturales, etc; - La filosofía de la libertad: que trasciende de los escritos humanistas del jóven Marx, pese al determinismo de su dialéctica; - La crítica al capitalismo: El derrumbe de los "socialismos reales" (que dicho sea de paso, no practicaban el comunismo sino que en nombre de éste aplicaban una mezcla de capitalismo de Estado y de burocracia autoritaria) no significa que el capitalismo sea bueno. Hay en el marxismo intuiciones valiosas sobre el carácter acumulativo del sistema capitalista, que juega siempre en contra de los más débiles, que es divisivo para la sociedad e incapaz de hacer buen uso social de la riqueza que es capaz de producir. Esto será recordado en el futuro, cuando se evalúe la actual experiencia neo-liberal o neo-conservadora.
En un nivel más filosófico, ciertas concepciones del marxismo perdurarán, como su concepto de alienación, su sentido trágico de la condición humana, el sentido de su lucha contra las conciliaciones demasiado fáciles de las contradiccione sociales; y sobre todo, la profunda ideas de que las obras del hombre se vuelven contra él, y que el hombre se pierde en el mismo lugar donde se realiza. Quedará también en pié el interés del marxismo por encontrar un sentido a la historia, por afirmar que hay tareas históricas para el hombre, pese a la actual "cultura de la incertidumbre", que provoca rechazo a toda idea totalizante productora de sentido.
Pensamos, pues, que en el futuro habrá relecturas del marxismo, quizás muy diferentes de las que conocimos en el pasado. Marx es, como Nietzche, un pensador fuerte, un pensador que hace pensar y no será arrumbado por la historia.
Queremos concluir esta Introducción con dos observaciones sobre aspectos en los que, indudablemente, el análisis de las teorías crítico-dialécticas difiere de los demás: - Hemos tomado en cuenta la concepción marxista de la estrecha relación entre teoría y praxis, de modo que hay frecuentes referencias a la aplicación de las "ideas" en los "hechos". Se puede describir una teoría empírico-analítica prescindiendo de sus posibilidades de aplicación práctica. Basta con que su descripción-explica-ción sea pertinente. No ocurre lo mismo con las teorías crítico-dia-lécticas, cuyo "compromiso con la acción" se plantea desde la misma teoría.
- Hemos sentido la necesidad de hacer más referencias biográficas de los autores. Se puede describir una teoría funcionalista prescindiendo (o casi) de la biografía de su autor, pero no se puede explicar una teoría crítico-analítica sin tener en cuenta la dimensión existencial de quien la elaboró: no se puede explicar las teorías de Gramsci sin tener en cuenta sus prisiones.
(2) La cita no es textual; proviene de apuntes de una conferencia, de modo que es resumida e interpretativa.