Eduardo Jorge Arnoletto
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El neo-freudismo (o psicoanálisis socializado).
Una característica a nuestro entender negativa de la "Escuela de Viena", fundada por Freud y sus primeros seguidores, fue justamente su carácter de "escuela", es decir, de cultivo grupal de un conocimiento proveniente de una fuente "paternal" y cerrado a todo cuestionamiento y revisión externa, algo opuesto al carácter abierto de la ciencia empírica corriente, que no reconoce padre ni principio de autoridad alguno. Cuando una corriente teórica se estructura como "escuela", por elevados que sean los motivos preservadores aducidos para ello, fatalmente se configura una "ortodoxia" interna y una "heterodoxia" nutrida por todos aquellos cuyo pensamiento se aparta de la orientación originaria. Esto ocurrió con la "escuela" de Freud.
En 1911, Alfred Adler (1870-1937), médico oftalmólogo vienés, que de su especialidad había pasado a la psicoterapia, y había sido uno de los primeros discípulos de Freud, fundó su propia escuela, rompiendo con Freud y su círculo de Viena, con lo que culminaron los enfrentamientos que venían sosteniendo desde 1905 por discrepancias sobre el rol de la sexualidad en la conducta humana. Mientras Freud le asignaba un papel dinámico central, Adler ubicaba en ese lugar a "la voluntad de poder", compensación de la inferioridad constitucional inicial del hombre. Esa voluntad de poder, en el lenguaje propio de Adler, debe entenderse más en el sentido de "dominio de sí" que de "dominio de los otros".
Adler era socialista; no compartía, por lo tanto, la visión profundamente pesimista y hobbesiana que Freud tenía del hombre. Adler postuló la existencia de una tendencia social innata, una propensión a atender el interés general tanto como el personal.
Otros psicoanalistas, también discípulos de Freud en sus comienzos, como Carl Jung, Otto Rank y Wilhem Stekel, siguieron el ejemplo de Adler, separándose de la ortodoxia freudiana; pero indudablemente fue la obra de Adler la más fecunda en el campo del pensamiento político sistemático, en particular por medio de la llamada corriente o escuela de la "crítica social", en la que se destacan los nombres de Karen Horney, Erich Fromm y Harry Stack Sullivan. También puede discernirse su influencia en autores importantes de otras corrientes, como Norman Brown, Herbert Marcuse y Theodore Adorno.
La escuela de la "crítica social" es un foco de convergencia de poderosas corrientes del pensamiento contemporáneo, que van desde el freudismo al marxismo, desde la Antropología Cultural hasta la Teoría del Campo y la Semántica, para enfrentar desde una actitud severamente crítica las realidades de la sociedad y la cultura contemporáneas, especialmente su versión anglosajona y específicamente norteamericana, tomada como modelo dominante y difundido mundialmente.