Eduardo Jorge Arnoletto
Esta página muestra parte del texto pero sin formato.
Puede bajarse el libro completo en PDF comprimido ZIP
(393 páginas, 2.11 Mb) pulsando aquí
El enfoque comparatista, o de la política comparada.
Vamos a comenzar el tratamiento de este tema diciendo que, en lo esencial, este enfoque no es ninguna novedad. En Ciencia Política siempre se hicieron comparaciones, desde Aristóteles e incluso antes. Siempre la comparación ha sido fuente de conocimientos y ratificación de juicios y evaluaciones.
Esa tradición remota ha llegado hasta nuestros días y se ha ampliado y consolidado. Es notoria en muchas obras clásicas de la teoría política normativa, desde Santo Tomás a Maquiavelo y a Montesquieu. En las primeras décadas de nuestro siglo también abundaron las obras comparativas de instituciones políticas y jurídicas.
Fue en la década de los cincuenta cuando se produjo una verdadera revolución intelectual en el campo de la Política Comparada. A ella vamos a referirnos con mayor detalle porque allí se origina lo que hoy entendemos por enfoque comparatista.
En la década de los cincuenta, la Política Comparada anterior a la segunda guerra mundial fue objeto de muchas críticas (1): Se la acusó de parroquialismo, porque sus estudios se limitaban al mundo anglosajón y europeo continental. Se sostuvo que su enfoque era meramente configurativo y formalista, por cuanto centraba su interés en el estudio comparado de las instituciones y las normas legales. Finalmente, se la acusó de falta de interés por los regímenes que no responden al modelo democrático occidental, al punto de llegar a sostener el carácter "patológico" de los regímenes totalitarios.
Según Almond y Powell (1), en la década de los cuarenta ocurrieron tres procesos que precipitaron la revolución de la Política Comparada: 1) La explosión nacionalista, expresada en la emergencia de nuevos estados en Medio Oriente, Africa y Asia; 2) La ampliación del poder internacional de los EE.UU. en las áreas ex-coloniales y semi-coloniales anteriormente dependientes de potencias europeas; 3) La aparición del comunismo y de los regímenes del "socialismo real" como competidores por la hegemonía mundial.
El nuevo panorama internacional creó nuevas necesidades para la Ciencia Política norteamericana. En Europa, por motivos algo diferentes, ocurrió lo mismo.
H. Eckstein y D. Apter (2) hicieron un aporte complementario muy interesante. Ellos mencionaron como factor detonante externo, el advenimiento a la escena internacional de países con estructura política atípica respecto del modelo constitucional-pluralista de los países occidentales.
También mencionaron la existencia de factores internos a la disciplina: como consecuencia del enfoque etnocéntrico y formalista vigente hasta ese momento se encontraron con que debían afrontar las nuevas necesidades explicativas munidos sólo de conceptos eurocéntricos y de fachada jurídico-institucional; incapaces, por lo tanto, de penetrar la realidad política informal, que suele ser la verdaderamente significativa, y de captar la realidad de sistemas construídos sobre otras bases culturales.
Otro factor que señalan, bastante paradojal, es el exceso de datos informativos, provocado por la expansión de la misma investigación empírica, que aumenta la necesidad de contar con esquemas clasificatorios adecuados, so pena de que junto con la información aumente la confusión.
La "revolución intelectual" de la Política Comparada en los años cincuenta se propuso como objetivos (1): 1) Adoptar un plan de trabajo más amplio, que escape del parroquialismo y del etnocentrismo; 2) Asumir un mayor realismo, abandonando el formalismo legalista y analizando prioritariamente las estructuras y procesos involucrados en el quehacer político concreto; 3) Buscar una mayor precisión, por la vía del empleo de estadísticas, análisis de factores y correlaciones, encuestas, análisis cuantitativos y modelos matemáticos; 4) Construir un nuevo orden intelectual, estructurado con nuevos conceptos y relaciones "capaces de viajar" entre sistemas nacionales diferentes.
Estos objetivos se relacionan, a su vez, con una nueva visión de la comunidad mundial de estados nacionales, a la que ya no se ve como un conjunto de entidades aisladas en un contexto de anarquía parcialmente neutralizada por tenues relaciones inter-partes, sino como un sistema en sí misma, con intensas interacciones entre todos sus elementos componentes. También se relacionan con una apreciación más clara de la influencia y el impacto que ese sistema internacional tiene en la estructura y procesos de la política interna de cada estado nacional.
La propuesta de Almond y Powell es denominada por ellos "enfoque funcional de la política comparada" (1) y plantea un conjunto de relaciones intra e intersistémicas, relaciones de interdepedencia (no necesariamente de armonía, aclaran). Estas relaciones se expresan en funciones, según un esquema que parte de la antigua teoría de la división de poderes, del siglo XVIII, pero actualizada y puesta al día según un esquema que presentaremos a continuación. Se supone que dicho esquema puede ser utilizado en estudios comparativos entre sistemas diferentes, a partir de una idea básica: que estas funciones siempre se realizan, aunque varíe la forma de realizarlas por los diversos sistemas: FUNCIONES | MANTENIMIENTO DEL SISTEMA | | ADAPTACION | SOCIALIZACION | | RECLUTAMIENTO | | CONVERSION | ARTICULACION DE INTERESES | | COMBINACION DE INTERESES | | COMUNICACION | | LEGISLACION | | APLICACION | | ADJUDICACION | | INTERACCION CON EL CONTEXTO | INTERNO | | INTERNACIONAL | CAPACIDAD DEL SISTEMA Este "enfoque funcional" se completa con una propuesta de clasificación de los sistemas políticos (según su grado de diferenciación estructural y de secularización cultural) de acuerdo al siguiente esquema(1): I. SISTEMAS PRIMITIVOS (estructuras políticas intermitentes) A. Bandas primitivas (bergdama) B. Sistemas segmentarios (nuer) C. Sistemas piramidales (ashanti) II. SISTEMAS TRADICIONALES (estructuras políticas diferenciadas) A. Sistemas patrimoniales (uagadugu) B. Burocracias centralizadas (Incas, Etiopía) C. Sistemas políticos feudales (Francia siglo XII) III. SISTEMAS MODERNOS (infraestructuras políticas diferenciadas) A. Ciudades-estado secularizadas (Atenas) Diferenciación limitada B. Sistemas modernos movilizados Elevada diferenciación y secularización 1. Sistemas democráticos Autonomía de los subsistemas-cultura de participación a) Elevada autonomía de los subsistemas (Gran Bretaña) b) Limitada autonomía de los subsistemas(IV Rep.Fcesa) c) Escasa autonomía de los subsistemas (México) 2. Sistemas autoritarios Control de los subsistemas-cultura de súbdito a) Totalitarismo radical (URSS) b) Totalitarismo conservador (Alemania nazi) c) Autoritarismo conservador (España franquista) d) Autoritarismo modernizante (Brasil) C. Sistemas modernos premovilizados Limitada diferenciación y secularización 1. Autoritarismo premovilizado (Ghana) 2. Democracia premovilizada (Nigeria) La obra citada termina con un esbozo de una teoría del desarrollo político, construída en base a tres variables interrelacionadas: la diferenciación estructural, la autonomía de los subsistemas y la secularización (ver Cap. 10).
Desde la aparición de los trabajos de Almond y Powell sobre la materia, el enfoque de Política Comparada (3) puede ser considerado bajo dos aspectos complementarios: como campo y como método. En alguna medida, se trata de responder a dos preguntas clásicas: qué cosa comparar? y cómo comparar? El enfoque comparativo como campo es el conjunto de las observaciones y estudios realizados por los politólogos sobre fenómenos similares en muchos países (o por extensión, en diferentes regiones de un mismo país). Abarca desde la simple compilación de "inventarios paralelos" de datos relativos a dos o más países, hasta el establecimiento de ámbitos de validez de las generalizaciones referidas a conjuntos de fenómenos políticos, sobre la base de efectuar comparaciones entre países o entre regiones de los mismos con diferencias de régimen político.
La comparación como campo puede significar: 1) Una investigación no viciada por prejuicios etnocéntricos; 2) Una confrontación analítica de las instituciones políticas de diversos países o regiones, y especialmente de sus estructuras constitucionales; 3) Una comparación de las funciones desempeñadas por las distintas estructuras políticas en los distintos países. Este es el sentido más cercano a los planteos de Almond y Powell.
El enfoque comparativo como método significa la utilización de un método de control -la comparación- en la verificación o falsación empíricas de las hipótesis, generalizaciones o teorías. Se trata, en definitiva, de un procedimiento de confrontación empírica de los conceptos.
La comparación como método es, pues, un aporte a la controlabilidad empírica de los fenómenos políticos. En ciencias sociales hay cuatro procedimientos básicos de control: experimental, estadístico, comparativo e histórico. El método comparativo es el procedimiento al que la Ciencia Política puede más fácilmente recurrir.
La experimentación sería lo ideal pero no es casi nunca posible, y no sólo por motivos éticos: solo podría darse en muy pocos casos, en los que las variables resulten manipulables y las condiciones generales estén bajo control. El procedimiento estadístico también es poco aplicable, por la frecuente falta de cuantificación de las variables y la escasez de casos analizables. El método histórico, finalmente, es congruente con la investigación politológica en su momento "nomotético" o de generalización, pero no lo es en su momento "idiográfico" o de restauración de la individualidad del hecho. El procedimiento comparativo queda, pues, como el más adecuado, en la mayoría de los casos, para la Ciencia Política.
La importancia del enfoque comparativo en Ciencia Política está ampliamente reconocida en la literatura sobre la materia. Ya en 1954, S.E. Finner (4) decía: "La Ciencia Política debiera ser sobre todo comparada, mientras los otros tipos de análisis debieran tener un rol secundario...".
En 1967, Giovanni Sartori (5) afirmaba que "...la esencia de la Ciencia Política parece reconducirnos a la política comparada..." y más adelante agregaba "...podemos ser acusados...de insistir mucho sobre la comparación, sobre el método comparado..." En un libro reciente (6) compilado por L. Morlino, el citado autor se pregunta el porqué de esta insistencia en la comparación, y responde: "...porque la comparación parece el modo más coherente de hacer Ciencia Política según los cánones prefijados: - proceder por hipótesis y verificación; de donde la gran importancia de la elaboración teórica, pero también la del control empírico; - aprovechar la mejor oportunidad, si no la única, de explicación por la existencia de varios casos; - aprovechar la mejor oportunidad de mostrar la aplicabilidad del análisis en Ciencia Política".
Y más adelante, agrega: "Como he sugerido recién, y ahora insisto explícitamente, la comparación (o sea el conocimiento del fenómeno estudiado en países diversos, o de muchos fenómenos similares en el mismo país) es, habitualmente, un modo particularmente útil e importante de alcanzar una mejor comprensión-explicación del fenómeno mismo: entiendo, aún del fenómeno singular en su especificidad".
Pero también aclara y limita el alcance de su juicio: "...de esta afirmación a aquella otra, extrema, para la cual 'no hay Ciencia Política si no es comparada' hay una notable distancia, que yo no estaría dispuesto a recorrer completamente. De todos modos, existe una importante cantidad de investigaciones sobre fenómenos políticos aislados, que no pueden ser ignorados ni descartados demasiado fácilmente".
En el ámbito de los estudios políticos comparados se presentan con cierta frecuencia algunos inconvenientes metodológicos, casi siempre vinculados con el problema de querer "comparar lo incomparable", consciente o inconscientemente. G. Urbani (7) ennumera algunas pautas de procedimiento para allanar esos inconvenientes: - comenzar con una buena clasificación, para asegurar el orden y la homogeneidad de los fenómenos; -usar conceptos "capaces de viajar" (aplicables en distintos países) y a la vez buenos colectores de hechos. Se trata de lograr un buen equilibrio entre requerimientos opuestos: generalidad y relevancia empírica. Se trata de evitar conceptos tán amplios que sean inespecíficos, o tán específicos que impidan comparar países diferentes; - tomar muy en cuenta la incidencia de los contextos socio-políticos de los países sobre los fenómenos comparados; - usar del modo más racional y productivo todas las técnicas de investigación conocidas.
Las posibilidades de aplicación y las perspectivas futuras de la Política Comparada son muy grandes: es un enfoque que aumenta el grado de validez de los conocimientos y la oferta de nuevas hipótesis significativas. Por otra parte, es un modo de pensar que aumenta las posibilidades de aprender de los demás, y disminuye los riesgos de experimentar a ciegas.
Prácticamente todos los campos especializados de la Ciencia Política son susceptibles de tratamiento comparativo: sistema político, partidos y sistemas de partidos, grupos de presión, técnicas decisionales, parlamentos, procesos judiciales, cultura política, socialización política, etc.
Por supuesto, es un enfoque que no está exento de objeciones (8), que van desde la inmadurez metodológica, que no puede negarse pero que sólo se puede superar por medio de la aplicación, hasta el consabido argumento de que toda comparación es vana porque los fenómenos son irrepetibles.
A ésto puede contestarse que la "unicidad" de un fenómeno sólo puede comprobarse de manera seria...por comparación, y que ésta, las más de las veces, revela la existencia en el fenómeno de aspectos irreductiblemente propios (que efectivamente no son comparables) y de aspectos comunes, respecto de los cuales la comparación hace posible un mejor conocimiento y ubicación en relación con otros fenómenos similares.
(2) H. Eckstein y D. Apter: COMPARATIVE POLITICS. A READER, New York, 1963.
(3) Ver el artículo "Política Comparada" de G. Urbani, en el DICCIONARIO DE POLITICA, de Bobbio y Matteucci (comp.), México, Siglo XXI, 1986.
(4) S.E. Finner: "Metodo, Ambito e Fini dello Studio Comparato dei Sistemi Politici", en STUDI POLITICI, 1, III, 1954.
(5) Giovanni Sartori: "La Scienza Politica" en IL POLITICO, 4, XXXII, 1967.
(6) L. Morlino (comp.): GUIDE AGLI STUDI DI SCIENZE SOCIALI IN ITALIA - SCIENZA POLITICA, Torino, Edizioni della Fondazione Giovanni Agnelli, 1989.
(7) G. Urbani: LA POLITICA COMPARATA, Bolonia, 1972.
(8) R.T. Holt y E. Turner: THE METHODOLOGY OF COMPARATIVE RESEARCH, Nerw York, 1970.