Eduardo Jorge Arnoletto
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CONCLUSIÓN
Llegamos ahora al final de un largo viaje de estudios por el mundo de las Teorías Políticas.
Hemos logrado obtener una visión bastante clara de sus corrientes principales, de sus variantes y matices, de su compleja relación con ciertos trasfondos cosmovisionales e ideológicos, y con los procesos históricos que jalonan el devenir de la humanidad.
Hemos visto autores que expresan cabalmente su tiempo y lugar, autores que conservan ideas ya viejas y autores que se adelantan a su tiempo, a veces en siglos.
Hay una gran variedad de teorías políticas, todas dotadas de coherencia interna pero asentadas en diferentes premisas: materialismo o idealismo, lógica deductiva, inductiva o dialéctica, psicología individual o social, ciencia pura o praxis social, observación externa sistemática o comprensión interna, etc.
Aunque la noción metafísica de verdad es ajena a la ciencia, consideramos razonable aceptar que entre hecho y conocimiento existe una correspondencia, al menos parcial. En ese sentido pensamos que todas las teorías contribuyen al menos en algo al entendimiento de lo político pero ninguna posee la verdad.
Prácticamente todas nacen ásperas y excluyentes, haciendo afirmaciones categóricas. El tiempo y la crítica abierta de la comunidad científica, que es una gran virtud de la ciencia, relativizan luego sus contenidos, integran enfoques y alientan la revisión de los errores.
Ninguna nos da, pues, la clave única para desentrañar el misterio, pero la familiaridad con todas incrementa ciertamente nuestra capacidad de entender lo político.
Esa lucidez es a nuestro juicio un valor en sí mismo, y a la vez una condición necesaria (aunque no suficiente) para ejercer el arte político hacia una política plenaria en beneficio del conjunto social.- EL AUTOR.