Eduardo Jorge Arnoletto
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Teorías neomarxistas del imperialismo contemporáneo.
Estas teorías consideran al imperialismo contemporáneo como un "neo-imperialismo", es decir, como un fenómeno socio-histórico que presenta rasgos comunes y rasgos diferenciales respecto del imperialismo clásico, que estudiaron, dentro del marxismo, Rosa de Luxemburgo y Lenin.
Lo toman como expresión de un estadio evolutivo avanzado del capitalismo. Lo vinculan con las relaciones asimétricas de dominación, con el mantenimiento del subdesarrollo en el tercer mundo, con el militarismo y con la guerra. Todos éstos son considerados fenómenos "imperialistas", los cuáles son tratados por estas teorías por medio de un análisis global, referido al marco de las estructuras y del funcionamiento del sistema capitalista internacional.
Los autores mencionados en primer término -Baran, Sweezy, Amin, Jalée y Emmanuel- son neomarxistas, y se consideran herederos de la teoría leninista del imperialismo, en la que encuentran una base sobre la cual fundar una explicación de la evolución actual de las relaciones internacionales y, en particular, del subdesarrollo estancado y regresivo que evidencia el tercer mundo. Esa explicación se basa en la persistencia, bajo formas nuevas y sutiles, del imperialismo.
Ellos conciben al subdesarrollo, no como consecuencia de deficiencias estructurales internas de los países atrasados, sino como un efecto de la acción del sistema capitalista internacional; en otras palabras, de la explotación de dichos países por las potencias capitalistas imperialistas.
Afirman que el capitalismo internacional prosigue explotando al tercer mundo por medios más refinados: tras la descolonización, se han reemplazado los métodos de control directos, formales, institucionalizados por controles informales (que luego veremos en detalle) no menos efectivos. En esta perspectiva, naturalmente, el subdesarrollo es visto como una consecuencia de estas relaciones asimétricas y expoliadoras, y no de características propias del tercer mundo.
Cabe agregar aquí que, al menos en nuestra opinión, estas teorías ayudan también a explicar las relaciones entre la U.R.S.S. y los países de Europa del Este, que tras la crisis simbolizada por la caída del muro de Berlín, se muestran hoy como víctimas de agudas crisis económicas, con rasgos evidentes de desinversión industrial e ineficiencia laboral, con regresión social y cultural, con desorden y violencia política. No creemos que tal utilidad haya estado en la intención ideológica de sus autores, pero a nosotros nos sirve para afirmar la universalidad de los fenómenos imperialistas.
Las teorías del neoimperialismo continúan una tradición que se instaló en el campo marxista desde la Segunda Internacional, a principios de siglo, con el debate que abrió el revisionismo bernsteiniano sobre el caracter ineluctable o no de la "desaparición final del capitalismo"; sobre el papel del imperialismo en su perduración o al menos, en su "supervivencia provisional"; sobre el caracter inevitable o no de los conflictos interimperialistas; y, muy especialmente, sobre el significado profundo del colonialismo, fenómeno que es indudablemente anterior al capitalismo pero que, según estos autores, en su forma moderna se origina o al menos se refuerza considerablemente a causa del imperialismo.
Cabe recordar aquí que la experiencia histórica ha mostrado cómo las diversas modalidades de los países colonialistas, sus diversas políticas de colonización, han influido en la trayectoria posterior de los países que emergieron del proceso de descolonización.
Respecto de las causas del colonialismo, el análisis neomarxista centra su atención en la necesidad de una dominación política directa sobre las "áreas de inversión", para proteger, no ya las mercancías en tránsito sino los ingentes capitales exportados por las metrópolis y radicados en las colonias de ultramar bajo la forma de vías férreas, puertos, explotaciones mineras y plantaciones.
Esa dominación puede ejercerse de dos maneras: o instaurando un gobierno colonial, sostenido por tropas de ocupación; o estableciendo una firme alianza de mutua conveniencia con las oligarquías locales. El primer método fue el más aplicado en Africa; formas mixtas se emplearon en los países árabes, en la India y la China; mientras que el segundo método fue el más usado en América Latina.
A partir de esa pluralidad de situaciones de origen colonial, puede comprenderse la posterior evolución de las diversas áreas del tercer mundo, ya en la fase neo-colonial.
Los conceptos clave de las teorías del neo-imperialismo son los de centro (o metrópolis) y periferia (el conjunto de los países dominados). Este esquema simple se complica un poco cuando se agregan las nociones de "periferia del centro" (las clases explotadas y marginadas en las metrópolis) y de "centro de la periferia" (las clases dirigentes locales, que vehiculizan el imperialismo en los países del tercer mundo) según el siguiente esquema: La tesis central de estas teorías es la siguiente: el subdesarrollo de la periferia y su explotación por el centro, es consecuencia de la creación, reproducción y desarrollo de una relación estructural de interdependencia asimétrica entre centro y periferia. De allí se deduce que el desarrollo del centro y el subdesarrollo de la periferia son dos fases complementarias e inseparables de un mismo proceso, que es el proceso del sistema capitalista mundial.
Esa relación de dependencia estructural de la periferia respecto del centro es el imperialismo, en su versión actual.
Sobre esa base, estas teorías analizan tres temas básicos: las causas, los medios y las consecuencias del imperialismo.
Causas del imperialismo: como causa general se señalan "las contradicciones del capitalismo". Un factor esencial del imperialismo -se dice- es "la mayor tasa de beneficio del capital que se invierte en el tercer mundo". Esa diferencia es difícil de evaluar. Se la estima en tres o cuatro veces superior a la rentabilidad normal en los países desarrollados. La repatriación de esos beneficios (85% de los beneficios obtenidos) genera un flujo inverso de capitales que ha llegado a superar el flujo de capitales hacia el tercer mundo. El endeudamiento masivo del tercer mundo lo ha convertido finalmente en exportador neto de capitales. En los últimos años esta explicación ha perdido fuerza, porque el grueso de los movimientos de capitales privados se produce entre los países centrales; y ha habido frenos a la inversión por la incertidumbre política del tercer mundo y sus riesgos inherentes. Más que capitales "a radicar" vienen capitales "golondrina" orientados a inversiones especulativas, como negocios financieros, bursátiles, etc.
Según estas teorías, otro factor importante, vinculado directamente al movimiento de capitales, es la expansión de la exportación de mercaderías, pero aquí nos encontramos nuevamente con que el intercambio entre países industrializados es mucho mayor que con el tercer mundo, y que este último tiende incluso a decrecer, de modo que también es una explicación débil.
Una explicación más sólida, contenida por estas teorías, se refiere a la existencia de excedentes económicos (surplus) en los países desarrollados. Algunos dicen, por ejemplo, que a medida que la tasa de beneficio baja, los estados capitalistas promueven actividades improductivas pero de alta tasa de beneficio, como la industria de armamentos, que a su vez fomenta el militarismo y por lo tanto, el imperialismo.
Baran y Sweezy, por su parte, dan una explicación a nuestro entender más correcta para las actuales circunstancias. Ellos cuestionan la ley del descenso de la tasa de beneficio en la era del capitalismo monopolista. La sustituyen por una "ley de aumento de los surplus", basada en la tendencia a la disminución de los costos de producción (por avance tecnológico, entre otros factores) y la capacidad de mantener altos los precios de venta, por el carácter monopólico de la organización productiva.
Baran y Sweezy consideran que uno de los modos más usuales de reciclar ese surplus, y de evitar la desocupación, es la industria bélica, y su directa consecuencia, el militarismo. Sostienen que "el capitalismo monopólico es incapaz de utilizar de manera racional su enorme potencial productivo con fines pacíficos y humanos". Para justificar esa manera de absorber los surplus se crearon condiciones ambientales favorables (ideología anticomunista, guerra fría, etc.) y se creó un vasto complejo industrial militar, que a su vez "militarizó" la sociedad y estimuló toda clase de intervenciones exteriores.
Otro tipo de explicaciones, también bastante sólido, se basa en la dependencia que los países centrales tienen respecto de la periferia en lo referente a la provisión de materias primas. Este hecho, que sería una fuente de poder para los países del tercer mundo, está neutralizado por el mayor poder económico, técnico y militar de los países centrales, que por esa dependencia en que están buscan acentuar su dominio imperialista de sus fuentes de aprovisionamiento. La guerra del Golfo, por ejemplo, se hizo en nombre de los principios jurídicos sostenidos por la O.N.U., pero imaginemos por un momento que Irak, en lugar de petróleo, fuera un gran productor de sandías, que se hubiera anexado un pequeño país vecino, aun mejor productor de sandías... todos sabemos perfectamente que no hubiera habido guerra.
Para Pierre Jalée, esta dependencia respecto de las materias primas es la causa principal del imperialismo; un hecho que avala esta tesis es que el desarrollo tecnológico moderno tiende a aumentar esa dependencia en lugar de disminuírla.