Eduardo Jorge Arnoletto
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c) El imperialismo en las actuales teorías de las relaciones internacionales.
En la década de los treinta, el estudio de las relaciones internacionales experimentó un gran cambio. Se alejó de los enfoques jurídico-institucionales y se acercó a las Ciencias Sociales. Se convirtió entonces en un campo de investigación autónomo.
Después de la Segunda Guerra Mundial, y en relación con las conmociones que produjo ese gran conflicto, aparecieron muchos estudios empíricos sistemáticos sobre relaciones internacionales.
En esa época (década de los cincuenta) predominaba la llamada "Escuela Realista Norteamericana", cuya principal figura era, sin duda, Hans Morgenthau (1). Esta corriente teórica procuraba romper el "idealismo wilsoniano" y descubrir la clave que explique las relaciones internacionales tal como son. Para Morgenthau, esa clave era el poder: el móvil último del comportamiento estatal era para él "el interés nacional expresado en términos de poder".
Muy similar es el planteo que encontramos en la conceptualización general de las relaciones internacionales elaborada poco después por Raymond Aron (2), cuya teoría diplomático-estratégica del sistema internacional considera legal y legítimo que los estados recurran a la fuerza. El orden internacional resulta así precario, inestable y conflictivo.
Ambos autores, y la corriente "Realista" en general, consideran que el imperialismo es un fenómeno acabado, que no puede utilizarse para explicar las relaciones internacionales contemporáneas.
El concepto mismo de "imperialismo" resulta impreciso, polémico, emotivamente cargado, lo que lo hace poco valioso para una escuela que intenta un estudio riguroso de las relaciones internacionales. Ésto no quiere decir, por supuesto, que desaparezca del análisis la "idea" del imperialismo. Tengamos en cuenta que la escuela "realista" es contemporánea y está de algún modo vinculada con la "guerra fría". Siempre hay que tener en cuenta el ambiente social y político en que surgen las teorías de las Ciencias Sociales, y con mayor razón en este caso.
La visión de las relaciones entre naciones como relaciones de fuerza, y la evaluación de la U.R.S.S. como potencia emergente, hegemónica y ambiciosa, se combinan para ver en ella, según esta teoría, una amenaza para la paz del mundo y para la seguridad de los EE.UU.. George Keenan, por ejemplo (3) consideraba que la U.R.S.S. tenía fuertes tendencias expansionistas, que se explicaban por su ideología bolchevique, por la génesis y evolución del régimen soviético y por la formación psicológica y cultural de sus dirigentes.
El régimen soviético -sostiene Keenan- que ha destruido toda oposición interna, debe proyectar sobre el mundo exterior sus problemas internos no resueltos. Una ideología mesiánica, al servicio de un partido disciplinado y de dirigentes fanáticos, refuerza ese proceso, que hace de la U.R.S.S. una potencia amenazante y hostil, animada de un expansionismo que debe ser contenido. A su vez, la U.R.S.S., en base a un similar razonamiento basado en "los intereses del capitalismo" y su actitud "imperialista" sustentaba una imagen similar de su contrincante en la guerra fría... Hay que recordar que Morgenthau, Keenan, etc., y sus homólogos soviéticos, tuvieron gran influencia en la definición de las políticas y estrategias de ambas potencias...
En la década de los sesenta aparecieron nuevos temas y nuevas tendencias en el estudio de las relaciones internacionales. Hay problemas aparentemente nuevos: la consolidación de los nuevos estados emergentes del proceso de descolonización, el persistente subdesarrollo (estancamiento regresivo) de los países del tercer mundo, las posibilidades vislumbradas de una coexistencia pacífica entre las potencias, aunque sea en el borde del "equilibrio del terror".
Se advierte que las relaciones internacionales son más complejas de lo que parecían y se tiende a abandonar la idea, típica de la escuela "realista", de una teoría general y de un elemento clave que las explique en su totalidad. Aparecen entonces muchas teorías parciales, sobre actores internacionales (estatales o no) y sobre los factores determinantes de las decisiones internacionales. También abundan los estudios sobre integración y conflicto y sobre organizaciones internacionales, gubernamentales o no.
El clásico paradigma "realista" de las relaciones internacionales, vistas como relaciones esencialmente interestatales desarrolladas en un medio no integrado y conflictivo, es cuestionado por la presencia de otros paradigmas. En primer término, el paradigma transnacional (4) referente a las interacciones sociales, económicas y políticas entre actores no estatales que pertenecen a diversos sistemas nacionales. Dichas interacciones son vistas como formas de penetración de sociedades nacionales por otras sociedades externas, o sea como una forma de "imperialismo" a cargo de empresas privadas.
En segundo término, el paradigma organizativo (5) que cuestiona el concepto clásico del actor estatal unificado, que decide en forma coherente y racional en función de su interés nacional tal como él lo entiende. La decisión aparece en este paradigma como resultado del funcionamiento rutinario de las grandes organizaciones, del regateo complejo entre los miembros de la jerarquía burocrática de un aparato gubernamental. Este enfoque cuestiona la clásica separación entre política interior y exterior, y por el contrario, enfatiza la importancia que pueden alcanzar los problemas de política interior en las decisiones de política exterior y viceversa.
Este cambio en la óptica teórica se relaciona con el comienzo del predominio del behaviorismo en la ciencia social norteamericana, que coincidió con un periodo de rápido crecimiento económico, fuerte consenso político, poca conflictualidad ideológica, gran desarrollo de la investigación científica y creciente confianza en la ciencia como instrumento apto para resolver conflictos políticos. En ese ambiente, no es extraño que el behaviorismo descuidara la dimensión conflictiva de la vida político-social y centrara su atención en los mecanismos de autorregulación de los sistemas sociales. La óptica behaviorista no toma en cuenta las tensiones internas como fuentes de conflictos y cambios; tiende a ver sólo los cambios externos que originan respuestas adaptativas, exentas de conflictos, por parte de los sistemas (6).
En el estudio de las relaciones internacionales, el behaviorismo rechazó la visión clásica del ambiente internacional como "estado de naturaleza" y la conflictualidad que le es propia. No tomó en cuenta el fenómeno del imperialismo y puso el acento en los procesos de comunicación, integración y cooperación funcional. No niega la existencia de la guerra y del conflicto, por supuesto, pero los considera productos de "desarreglos funcionales" del sistema; variables dependientes, cuyas variables independientes interesa descubrir para ejercer una acción correctiva y reguladora (7).
En la década de los setenta se planteó en los EE.UU., en los estudios sobre relaciones internacionales, una franca reacción antibehaviorista. Una vez más influyó en ese giro teórico el cambio del "clima" político general. La lucha contra la discriminación racial, las protestas contra la guerra de Vietnam, la recesión económica iniciada con la guerra egipcio-israelí, fueron factores del cambio de ambiente.
En la teoría de las relaciones internacionales se redescubrió la gravitación del conflicto político e ideológico, y se desarrolló una actitud crítica frente a la política exterior norteamericana. Los teóricos dejaron de aceptar tan ampliamente las tesis oficiales, que justificaban esa política por la necesidad de "contener" al expansionismo soviético, en un contexto de anarquía internacional, heterogeneidad de las potencias y bipolaridad del sistema.
A partir de ese momento, se comenzó a estudiar el ámbito internacional desde otra perspectiva. Temas tales como la responsabilidad de los EE.UU. en los orígenes de la guerra fría, los factores económicos determinantes de la política exterior americana (analizados muchas veces desde una perspectiva casi leninista) aparecen en la literatura politológica (8) y llegan a afirmar la existencia de un imperialismo norteamericano. Los intelectuales, afectados por la crisis de Vietnam, reaccionaron con virulencia ante ésta y otras intervenciones armadas de su gobierno (Cuba, Santo Domingo) en las que vieron una "arrogancia del poder" y una "perversión de las instituciones americanas".
Otros politólogos dirigieron su atención (9) al "complejo industrial-militar" que ya había sido denunciado por el presidente Eisenhower en su discurso de terminación de su mandato, en la década de los cincuenta. ese enorme aparato militarista, nacido para ganar la Segunda Guerra Mundial y crecido al "calor" de la guerra fría, articulaba -y articula- los intereses de los servicios de inteligencia, los organismos militares y las empresas fabricantes de armamentos. El mecanismo funciona como una gigantesca rueda que se acelera a sí misma: los servicios de inteligencia producen informes exagerados sobre la potencia y agresividad del enemigo; los militares elaboran hipótesis de conflicto de alto riesgo, que requieren cada vez más (y más sofisticado) armamento; las fábrica de armas reciben cuantiosos contratos de investigación, desarrollo y fabricación de nuevas armas. A su vez, los hombres circulan en ese circuito, pasando de los cuarteles a los servicios o a las gerencias de las empresas, etc. Del lado soviético el proceso es similar, aunque las empresas sean estatales. Así se ha realimentado la gigantesca máquina de la disuación, en niveles cada vez más altos, y con mayor incidencia social. En los EE.UU. las actividades relacionadas con los armamentos llegaron a absorber el 10% de la mano de obra, con una incidencia del 6% sobre el PBI, y un neto predominio en las actividades de investigación y desarrollo industrial. No sólo los recursos sino también lo mejor de la inteligencia de la nación se puso al servicio de esos fines. Del lado soviético la situación fue aun peor: siendo una economía más pequeña, la incidencia de una actividad armamentística capaz de "seguirle el tren" a los EE.UU. fue mucho mayor: se calcula en aproximadamente el 20% del PBI, y es sin duda una responsable principal del actual colapso socio-económico que sacude al mundo socialista. Podría decirse que, en la carrera armamentística, los EE.UU. ganaron la guerra sin disparar un solo tiro, por postración del adversario antes del encuentro...Pero el vencedor, si bien es incontrastablemente hegemónico en lo estrictamente militar, también está gravemente herido en su economía, y en todo lo que signifique investigación científica y avance tecnológico fuera del campo militar.
Raymond Aron (10) analizó, en esta misma línea, la secuencia de errores políticos que llevaron a los EE.UU. desde la "contención" o "freno" a la U.R.S.S. en las décadas de los cuarenta y cincuenta hasta las intervenciones "imperiales" o incluso "imperialistas" de los años sesenta y setenta. Un trabajo similar hizo Stanley Hoffmann (11).
También hubo quienes, como George Liska (12) y Robert Tucker (13), justificaron la vocación "imperial" de los EE.UU. por la importancia de sus intereses y compromisos políticos, económicos y militares en el mundo, que le dan un rol similar al del imperio romano en la antigüedad. En esta visión, se trata de una vocación y de una política "imperial" y no imperialista, porque interviene en el mundo como garante de un cierto orden internacional, sin formar un verdadero imperio.
Aunque la mayoría de los teóricos de las relaciones internacionales contemporáneas han abandonado el uso de la noción de "imperialismo" en sus explicaciones, los nuevos enfoques han enriquecido la comprensión del fenómeno imperialista. El análisis del conflicto implícito en él se centra en diversas dimensiones: política, económica, social, psicológica y cultural; y se realiza entres diferentes niveles: el individuo, el actor internacional y el sistema internacional.
A nivel individual, la politología occidental apela con frecuencia al "instinto de dominación" para explicar los comportamientos agresivos y posesivos, ya sea individuales (por ejemplo, de los dirigentes políticos) o de las sociedades. De todos modos, hay consenso en que las acciones colectivas no se pueden explicar sólo a partir del estudio de los comportamientos individuales.
A nivel de los actores internacionales, se suelen tomar en consideración tres tipos de factores determinantes de la política exterior:
- factores físicos: situación geográfica, recursos naturales, demografía.
- factores estructurales: régimen político, estratificación social, estructura
económico-social, procesos de toma de decisión.
- factores culturales: papel de la ideología, de la opinión pública, de los
estereotipos nacionales, en el origen de los conflictos.
A nivel del sistema internacional global, los estudios se orientan hacia la búsqueda de correlaciones entre las características estructurales del sistema internacional y los comportamientos, agresivos y dominantes o conciliatorios de sus miembros. La anarquía internacional, por ejemplo, ha sido frecuentemente considerada como un factor permanente de conflictos internacionales. La bipolaridad o multipolaridad del sistema es otro carácter estructural importante, aunque su valoración es controvertida: algunos consideran que cuantos más polos hay, más conflictos habrá; otros señalan que los sistemas bipolares son más inestables y conflictivos y, sobre todo, tienden a transformar cualquier conflicto periférico en una confrontación total, mientras que la multipolaridad favorece la política de alianzas pendulares y la regulación diplomática de los conflictos. Otro rasgo estructural que suele ser considerado (14) es la homogeneidad: los sistemas homogéneos (formados por estados del mismo tipo, con similar concepción política, etc.) son más estables y menos violentos que los heterogéneos.
Aunque estos estudios no se refieren directamente al imperialismo ni lo utilizan como categoría conceptual, indudablemente enriquecen la reflexión respecto de él, ampliando los marcos tradicionales de su análisis. Ésto cabe también, y especialmente, para el paradigma transnacional, del que ya hablamos páginas atrás. El paradigma transnacional rompió el marco limitado de las relaciones interestatales y puso sobre la mesa de discusión otros fenómenos de interacción que evidencian la existencia en el mundo actual de relaciones económicas, políticas, culturales y sociales que con frecuencia escapan a la acción directa de los estados nacionales. Ha reconocido así la importancia internacional de los actores no estatales, como las empresas multinacionales y las organizaciones internacionales no gubernamentales.
Se puso también en evidencia la capacidad influencial de esos actores no gubernamentales sobre la política interna y externa de los estados y sobre el sistema internacional en su conjunto. Por una parte se planteó, a nuestro entender bastante ingenuamente, la posibilidad de que el desarrollo de esas fuerzas transnacionales debilitara o incluso derrumbara el poder estatal. Las culturas nacionales podrían ser así reemplazadas por una "cultura transnacional" menos conflictiva, más racional y más atenta a intereses comunes de caracter pacífico...Por otra parte, y a nuestro juicio con mayor realismo, se advirtió que el desarrollo de esas interacciones transnacionales tenían una naturaleza asimétrica, que las constituía en una nueva y sofisticada forma de dominación económica y finalmente, política. Se estudiaron así muchos casos de influencia ejercida por las empresas multinacionales sobre la economía y la política de pequeños y medianos países, configurando así nuevas formas de dependencia, que a su vez mostraron la necesidad de dar un contenido más amplio al concepto de imperialismo. Este será el tema del próximo apartado.
(2) Raymond Aron "PAZ Y GUERRA ENTRE LAS NACIONES", Alianza Ed., Madrid, 1984 (1- ed. 1962).
(3) George Keenan "THE SOURCES OF SOVIET CONDUCT" en Foreign Affairs, 1947 vol. 25 (citado por Braillard y Senarclens, op. cit.).
(4) R.O. Keohane y J.S. Nye "TRANSNATIONAL RELATIONS IN WORLD POLITICS", Harvard University Press, 1972.
(5) Graham Allison "THE ESSENCE OF DECISION, EXPLAINING THE CUBA MISSILE CRISIS", Little Brown & Co., Boston ,1971 (citado por Braillard y de Senarclens, op. cit.).
(6) Philippe Braillard "THEORIE DES SYSTEMES ET RELATIONS INTERNATIONALES", Ed. Bruylant, Bruselas, 1977.
(7) K. Deutsch et al. "POLITICAL COMMUNITY AND THE NORTH ATLANTIC AREA. INTERNATIONAL ORGANIZATION IN THE LIGHT OF HISTORICAL EXPERIENCE", Princeton, 1957.
(8) J.W. Fulbright "THE ARROGANCE OF POWER", Vintage Books, New York, 1966.
T. Draper "ABUSE OF POWER", Secker and Warburg, Londres, 1966.
A.M. Schlesinger Jr. "THE IMPERIAL PRESIDENCY", Popular Library, New York, 1974. (citados por Braillard y de Senerclens, op. cit.) (9) Adam Yarmolinsky "THE MILITARY ESTABLISHMENT. ITS IMPACT ON AMERICAN SOCIETY", Harper & Row, New York, 1971.
E. Knoll y J. McFadden "AMERICAN MILITARISM 1970", The Viking Press, New York, 1969.
(10) Raymond Aron "REPUBLIQUE IMPERIALE: LES ETATS-UNIS DANS LE MONDE (1945-1972), Calmann-Levy, París, 1973.
(11) Stanley Hoffmann "GULLIVER EMPETRÉ. ESSAI SUR LA POLITIQUE ETRANGERE DES ETATS-UNIS", Seuil, París, 1971.
(12) George Liska "IMPERIAL AMERICA. THE INTERNATIONAL POLITICS OF PRIMACY", J. Hopkins Press, Baltimore, 1967.
(13) Robert Tucker "NATION OR EMPIRE? THE DEBATE OVER AMERICAN FOREIGN POLICY", J. Hopkins Press, Baltimore, 1968.
(14) Raymond Aron "PAZ Y GUERRA ENTRE LAS NACIONES", Alianza Ed., Madrid, 1984.