BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

CURSO DE TEORÍA POLÍTICA
 

Eduardo Jorge Arnoletto

 

Esta página muestra parte del texto pero sin formato.

Puede bajarse el libro completo en PDF comprimido ZIP (393 páginas, 2.11 Mb) pulsando aquí

 

 

 

 

b) Teorías no marxistas del imperialismo.

Las teorías no marxistas del imperialismo forman un conjunto bastante más heterogéneo y variado que el que acabamos de ver. También son variados los criterios para clasificar los distintos enfoques. Aquí vamos a presentar dos clasificaciones, que son, por otra parte, perfectamente compatibles.

Según Sergio Pistone (1), las teorías no marxistas del imperialismo presentan cuatro orientaciones principales:

- teorías social-demócratas.
- teorías del capitalismo anti-imperialista.
- teorías del "Estado potencia".
- teorías de la soberanía nacional absoluta.

Las teorías social-demócratas provienen de Bernstein, y en general, de la corriente reformista que instaló en la Segunda Internacional, a principios de siglo, el debate sobre la ineluctabilidad de las predicciones marxistas referentes a la extinción del capitalismo.

Constituyen la contrafigura de la teoría del imperialismo de Rosa de Luxemburgo, pues también parten de la teoría del subconsumo (Malthus, Sismondi), pero suponen que por medio de reformas pueden superarse los rasgos imperialistas del capitalismo.

Su idea básica es que una reforma de la política social, que incremente la participación de los trabajadores en el ingreso nacional, o sea, que aumente su capacidad de consumo, en el marco de una economía capitalista, competitiva y librecambista, permitiría absorber la producción sin recurrir a la expansión imperialista.

Estas ideas tuvieron amplia oportunidad de confrontación con la realidad, en el largo periodo de gestión gubernamental social-demócrata en varios países europeos, donde probó su parcial verosimilitud (2), aunque también quedó evidenciado el caracter complejo y pluricausal del imperialismo, no reductible a los enfoques monofactoriales que suelen caracterizar a estas teorías, que en realidad ocupan una posición intermedia, vinculando la obra de marxistas como K. Kautsky y R. Hilferding con la de no marxistas como J. Hobson.

Las teorías del "capitalismo anti-imperialista" están muy bien representadas por la obra del economista austríaco Joseph Schumpeter (3), quien sostiene que el imperialismo no es producto del capitalismo, sino de condiciones políticas, culturales, psicológicas y sociales pre-capitalistas y que el capitalismo no ha logrado supe-rar. Sería una especie de sobrevivencia de estructuras sociales y mentales atrasadas, la causa del imperialismo.

El capitalismo -sostiene Schumpeter- es inseparable de la democracia liberal, del racionalismo, de la competencia y del librecambio; es pacifista por convicción y conveniencia propia; en síntesis, es anti-imperialista.

En ese contexto, el imperialismo es un atavismo, producto de la sobrevivencia de pasiones nacionalistas y belicistas en las clases dominantes de los países capitalistas.

Schumpeter define al imperialismo como "la disposición, desprovista de objetivos, que manifiesta un estado hacia la expansión por la fuerza, más allá de todo límite definible". Esa "disposición" es explicada por la persistencia de estructuras sociales, de mentalidades y comportamientos políticos y económicos adquiridos en la época de las monarquías absolutas.

Esos "hábitos e intereses propios de un medio no capi-talista"..."moldearon el comportamiento de los burgueses".. el que no expresa "el caracter profundo de la economía capitalista"..

Para Schumpeter, el nacionalismo, el autoritarismo, el militarismo, el imperialismo, son supervivencias de la época feudal, "..una herencia de la época dominada por el estado monárquico.." a la que la burguesía debió adaptarse en sus comienzos y que, finalmente, asuminó como propia.

Precisemos que Schumpeter no niega la aparición de tendencias monopólicas y proteccionistas en el capitalismo; ni que esas tendencias favorezcan al imperialismo y beneficien los intereses de algunos empresarios y financieros. Lo que niega es que esos rasgos sean inherentes a la dinámica capitalista.

Las teorías del imperialismo llamadas "del Estado-potencia" justifican el imperialismo en base a la clásica doctrina del mismo nombre, que es una versión alemana modernizada (Rohrbach, Weber, Hintze, Schumacher) de la maquiavélica doctrina de la "razón de estado" (4).

Para estas teorías, el imperialismo se origina casi exclusivamente en factores políticos, especialmente en la existencia de la anarquía internacional, que obliga a los estados a buscar su propia seguridad en el acrecentamiento de su poder.

Por otra parte, la política proteccionista imperante entre los estados, obliga a cada uno de ellos a procurarse el control político de un "espacio vital" lo más amplio posible.

Las teorías del imperialismo llamadas "de la soberanía nacional absoluta" también centran su explicaión en el fenómeno de la anarquía internacional, al que consideran producto de dicha soberanía nacional absoluta; y que se agrava cuando se difunden normas y prácticas proteccionistas en el mundo. (Robbins, Einaudi, Spinelli) (5).

A diferencia de las anteriores, estas teorías sostienen la necesidad de eliminar el imperialismo, eliminando su causa estructural: la anarquía internacional, concebida como una situación histórica modificable.

Se trata, en primer lugar, de reconocer que las manifestaciones del imperialismo pueden encontrarse en estados de todo tipo: capitalistas o colectivistas; incipientes o avanzados.

En segundo lugar,se trata de orientar la lucha anti-imperialista hacia la superación de la anarquía internacional por medio de la eliminación de la soberanía nacional absoluta y su reemplazo por un sistema de soberanías relativas coordinadas, en un nuevo orden internacional.

Ésto implica eliminar la exaltación de las ideologías de todo signo, reconocer la importancia de las condiciones políticas y económicas internas y externas y buscar nuevas formas de equilibrio internacional de poderes para atenuar la virulencia de los fenómenos imperialistas de todo signo, en procura de su total extinción.

Todos estos tipos de teorías, mencionados por S. Pistone, tienen algunos rasgos comunes: consideran que la organización capitalista de la producción no es causa directa del imperialismo; o que éste puede superarse corrigiendo los aspectos negativos del capitalismo. Le dan una importancia mayor o predominante a los factores políticos; inclusive reivindican la autonomía de lo político.

Según P. Braillard y P. de Senarclens (6) hay dos tipos principales de teorías no marxistas del imperialismo:

-teorías socio-económicas.
-teorías políticas.

Dentro de las teorías socio-económicas hay diversos enfoques según el factor que consideren principal del fenómeno imperialista: - repartición desigual de los réditos (J.A. Hobson) (7) - estructuras sociales atrasadas (J. Schumpeter) (8) - crisis económicas y orden social amenazado (W. Langer y G. Barraclough) (9) Del mismo modo también encontramos diversos enfoques en las teorías políticas del imperialismo, que son , en su mayor parte, obra de historiadores y no dan explicaciones generales del fenómeno sino más bien estudios de casos particulares, como el reparto imperialista de Africa.

Dichos enfoques principales son: - rivalidades entre potencias y nacionalismos (L. Robbins) (10) - determinantes extraeuropeos (J. Gallagher y R. Robinson) (11) La teoría de la repartición desigual de los réditos, de John A. Hobson, sostiene que la causa determinante del imperialismo es el exceso de capitales en los países industriales; exceso originado en la mala y desigual repartición de los réditos en el plano nacional. La estructura plutocrática de la sociedad priva a las masas de una parte importante del producto social, y las condena al subconsumo; pero ésto a la vez limita la posibilidad de invertir y desarrollar la producción. Los industriales y financieros buscan la conquista de nuevas áreas de inversión (que dan beneficios mucho mayores que el comercio) para lo cual penetran en las estructuras de la política y del gobierno, fomentan el conservadurismo de la clase dirigente, y distraen a las masas, movilizando sus sentimientos patrioteros, nacionalistas y racistas; y exaltando los falsos ideales del militarismo y de la "misión civilizadora". En estas tareas colaboran la prensa, la escuela, la universidad y las iglesias. "Así -dice Hobson- las masas populares apoyan una política de expansión costosa, contraria a los intereses del conjunto de la nación, sin darse cuenta de que hacen el juego de un pequeño número de industriales, financieros y aprovechadores de la guerra". Los gastos de esta política son pagados por el conjunto de la sociedad pero "los beneficios de este imperialismo son acumulados por una pequeña minoría".

En estas reflexiones, hechas a principios de siglo, Hobson considera que, pese a todo, el imperialismo no es irremediable: una reforma que eleve el poder de compra de las masas y reduzca los enormes beneficios de los más favorecidos, pondría fin al imperialismo. Elevar el consumo interior -sostiene Hobson- reduce el exceso de capitales al crear nuevas posibilidades de inversión en las áreas productivas, eliminando la necesidad de buscar incesantemente nuevos mercados exteriores, que es la causa fundamental del imperialismo. Como puede verse, el pensamiento de Hobson tiene varios puntos de contacto y afinidad con las denominadas, páginas atrás, "Teorías social demócratas".

La "Teoría de las estructuras sociales atrasadas" es la misma que ya hemos mencionado como "del capitalismo anti-imperialista", que se debe, en lo esencial, a Joseph Schumpeter. Para no reiterar lo ya dicho, remitimos al lector a aquel desarrollo (Ver pag. 382) Aquí sólo vamos a agregar una cita de E.M. Winslow, cuyo pensamiento sobre el imperialismo es muy afín al de Schumpeter: "..ese atavismo al que llamamos imperialismo se opone irreductiblemente tanto al sistema político de la democracia como al sistema económico de la libre empresa.." (12) Esta afirmación, de neto corte exculpatorio, tiene una parte incuestionable: la persistencia en la cultura capitalista de rasgos "atávicos" anteriores, que favorecen la emergencia del imperialismo, pero ello no justifica que sean considerados como causa única.

La estructura y dinámica propia del capitalismo tienen evidentemente algo que ver; negarlo implicaría aceptar una visión demasiado idealizada del mismo, lo que no es aconsejable ante ningún sistema, en homenaje a la lección de la experiencia histórica concreta.

La "teoría de las crisis económicas y del orden social amenazado" es obra de algunos historiadores, como W. Langer y G. Barraclough, que ven al imperialismo como un recurso utilizado por las clases dominantes para canalizar las presiones sociales generadas por las recurrentes crisis económicas que jalonaron el proceso de la industrialización.

Se buscó, por una parte, el relanzamiento del crecimiento económico para atenuar la tensión social; y por otra, distraer la atención de las masas ante las dificultades internas exaltando lo éxitos militares y el crecimiento del prestigio nacional.

La élite dominante veía en la expansión territorial el medio de ensanchar el mercado y restablecer la economía, haciéndola crecer para evitar el estallido social y mantener así las relaciones políticas pre-existentes.

Pasando ahora a las denominadas "teorías políticas", veamos primero las explicaciones basadas en las rivalidades entre potencias y los nacionalismos. Según este enfoque, la causa del imperialismo sería el enfrentamiento entre las potencias europeas, acentuado por la emergencia de los nacionalismos en el contexto de la anarquía internacional. Tal es, por ejemplo, la tesis sustentada por L. Robbins (10).

No niega la existencia de motivaciones económicas de la expansión imperialista, pero ubica la causa fundamental en la "razón de estado"; en "la conservación o el aumento del poder militar" convertido en objetivo ineluctable de las potencias.

Otros historiadores ingleses, como J. Gallagher, R. Robinson (11) y D.K. Fieldhouse (13) sostuvieron la tesis de que fue el profundo cambio experimentado por el equilibrio europeo en las últimas décadas del siglo XIX (particularmente la emergencia del poder alemán bajo la égida prusiana de Bismark) lo que impidió a Inglaterra desempeñar su papel tradicional de contrapeso y la incitó a buscar conquistas en ultramar.

Dice D.K. Fieldhouse que "..el imperialismo puede considerarse como la extensión en la periferia de los enfrentamientos políticos en Europa. En el centro, el equilibrio era tan rígido que impedía toda empresa, todo cambio importante en el status territorial existente. Las colonias se convirtieron en un medio de superar ese callejón sin salida" (13).

En el caso de Francia, Jean Ganiage (14) sostiene que la política de expansión colonial permitió a su país evitar una política exterior inspirada en el desquite frente a Alemania; una compensación por las humillaciones sufridas en Alsacia y Lorena.

Otros autores, como William Langer, ponen el acento de su explicación en el desarrollo de los nacionalismos (15). Langer incluso define al imperialismo como "..proyección del nacionalismo más allá de las fronteras europeas, una proyección a escala mundial de la incesante lucha de poder y de la búsqueda constante de equilibrio, que caracterizó durante siglos el comportamiento político de las naciones del continente".

Hay temas ideológicos afines con el nacionalismo que contribuyeron a fomentar la fiebre expansionista del imperialismo. Tal es, por ejemplo, el mito de la "misión civilizadora del hombre blanco" o el de la "preparación de los países tutelados para la independencia y la democracia", mitos que fueron vehiculizados por las sociedades geográficas, las sociedades misioneras y las asociaciones coloniales, para contribuir a la creación de una opinión pública favorable al imperialismo (16).

La expansión europea tuvo dos etapas claramente marcadas: la primera, desde fines del siglo XVIII hasta aproximadamente 1860, fue predominantemente de penetración comercial, basada en el librecambio y en la manipulación política indirecta. La segunda, hasta las primeras décadas del siglo XX, fue predominantemente de dominación económica, basada en el proteccionismo y en el control político directo. Los autores de la corriente que estamos analizando en general niegan que haya tal ruptura de etapas y afirman la continuidad política que simplemente se adaptan en forma pragmática a las condiciones que presentan los diversos ámbitos de aplicación.

Ésto se aprecia claramente en las llamadas "teorías de los determinantes extraeuropeos" a las que también se asocian los nombres de Gallagher y Robinson (17). Estas teorías son una reacción ante la concepción exclusivamente eurocéntrica del imperialismo. Consideran que la empresa imperial no hubiera sido posible sin la colaboración de las élites dirigentes de las sociedades periféricas. En la fase librecambista se procuró obtener la "colaboración" de los dirigentes locales para reformar las instituciones y las prácticas comerciales. Donde no se lograron esas reformas, o surgieron reacciones nacionalistas, se pasó al control directo "para establecer una colaboración más funcional", procurando siempre la intermediación de colaboradores aborígenes y el uso de procedimientos políticos; evitando en todo lo posible la coersión militar por su alto costo.


(1) Sergio Pistone, en "DICCIONARIO DE POLITICA" de Bobbio y Mateucci, Siglo XXI, México, 19 , pag. .

(2) Ver por ejemplo, François Fejtö "LA SOCIAL-DÉMOCRATIE QUAND MEME", Ed. Roberts Laffont, París, 1980.

(3) Joseph Schumpeter "IMPERIALISME ET CLASSES SOCIALES", Editions du Minuit, París, 1972.

(4) Por ejemplo P. Rohrbach "DEUTSCHLAND UNTER DEN WELTVÖLKERN, Dresde, 1903.

(5) L. Robbins "LE CAUSE ECONOMICHE DELLA GUERRA", 1939.

L. Einaudi "LA GUERRA E L'UNITA EUROPEA", Milán, 1948.

A. Spinelli y E. Rossi "PROBLEMI DELLA FEDERAZIONE EUROPEA", Roma, 1943.

(6) P. Braillard y P. de Senarclens "EL IMPERIALISMO", FCE, México, 1982.

(7) J.A. Hobson "IMPERIALISM. A STUDY", Ed. George Allen and Unwin, Londres, 1938 (primera ed. 1902) (8) J. Schumpeter , op. cit. También E.M. Winslow "THE PATTERN OF IMPERIALISM. A STUDY IN THE THEORIES OF POWER", Columbia, 1948.

(9) Geofrey Barraclough "UNE INTRODUCTION `A L'HISTOIRE CONTEMPORAINE", Ed. Stock, París, 1964.

(10) Lionel Robbins "THE ECONOMIC CAUSES OF WAR", Ed. Jonathan Cape, Londres, 1939.

(11) John Gallager y Ronald Robinson "AFRICA AND THE VICTORIANS. THE OFFICIAL MIND OF IMPERIALISM", Ed. Macmillan, Londres, 1971.

(12) E.M. Winslow, op. cit.

(13) D.K. Fieldhouse "IMPERIALISM: AN HISTORIOGRAPHICAL REVISION" en Economic History Review, 2- serie, 1961, vol. 14.

(14) Jean Ganiage "L'EXPANSION COLONIALE DE LA FRANCE SOUS LA IIIe REPUBLIQUE (1871-1914), Payot, París, 1968.

(15) W. Langer "A CRITIQUE OF IMPERIALISM" en Foreign Affair, 1935, vol. 14.

(16) H. Brunschwig "LE PARTAGE DE L'AFRIQUE NOIRE", Flammarion, París, 1971.

(17) R. Robinson "THE NON-EUROPEAN FOUNDATIONS OF EUROPEAN IMPERIALISM: SKETCH FOR A THEORY OF COLLABORATION", Longman, Londres, 1972.

Grupo EUMEDNET de la Universidad de Málaga Mensajes cristianos

Venta, Reparación y Liberación de Teléfonos Móviles
Enciclopedia Virtual
Biblioteca Virtual
Servicios