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CURSO DE TEORÍA POLÍTICA
 

Eduardo Jorge Arnoletto

 

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Resumen final.

Una posición crítica extrema afirma que "Totalitarismo" es un calificativo peyorativo y emocional, propio de la lucha ideológico-política entablada durante la guerra fría; indigno, por lo tanto, de figurar en el acervo de los conceptos descriptivos de la Ciencia Política.

Es cierto que el concepto de Totalitarismo fue manipulado con fines propagandísticos (hacer extensivo al comunismo soviético el baldón que casi unánimemente cayó sobre los fascismos vencidos) pero ese uso cuestionable se refería en todo caso a la extensión del concepto, no a su contenido originario.

Dicho contenido se refiere a un fenómeno político original de nuestro siglo y de gran importancia histórica. A nuestro entender abarca (con especificaciones diferenciadoras en cada caso) al fascismo italiano, el nazismo alemán y el stalinismo ruso.

Como concepto auxiliar puede usarse para otros casos que presenten rasgos parcialmente similares, con las debidas limitaciones.

Así circunscripto, el concepto resulta perfectamente aceptable en Ciencia Política y puede formar parte del vocabulario del análisis político.-b) Teorías de convergencia.

Las teorías sobre Totalitarismo son estáticas, e implícitamente parten de afirmar la existencia de diferencias irreductibles entre los sistemas capitalista y comunista.

Las teorías de convergencia, por el contrario, son dinámicas, y parten de aceptar la idea de que, pese a la frontal oposición entre esos dos mundos (el llamado "conflicto este-oeste"), está en marcha un proceso de cambios socio-económicos y políticos, que tienen sentido convergente y que finalmente desembocarán en una acomodación sustancial del sistema internacional.

Dice K. von Beyme (1) que las teorías de convergencia son "..esquemas interpretativos históricamente limitados a sociedades con una base ideológica y una constitución social distintas". Recuerda este autor que están inspiradas en una tradición de "proyectos globales histórico-filosóficos", a los que están asociados nombres, desde Saint-Simon y Condorcet hasta Freyer, Gehlen y A. Weber. También están vinculadas a las teorías evolucionistas. Durante mucho tiempo, los casos a los que se intentó aplicar enfoques de convergencia fueron (y son) justamente, la Unión Soviética y los EE.UU.

La primera teoría de convergencia fue elaborada por un sociólogo: Pitirim A. Sorokin ("Russia and the United States", 1944). Sorokin nació en Turia (Rusia) en 1889. Fue secretario de Kerenski durante la primera fase de la Revolución Rusa de 1917. Fue desterrado de Rusia por los bolcheviques y en 1923 se radicó en los EE.UU., donde se nacionalizó americano. En 1931 creó el Departamento de Sociología de la Universidad de Harvard y, en 1963 fue presidente de la "American Sociological Association".

En toda su obra, P.A. Sorokin hace permanente hincapié en la necesidad de una comprensión de la "dimensión interior" de los hechos culturales, y de una interpretación fenomenológica de la cultura como totalidad de significaciones, valores y normas. Su sociología va ciertamente en contra de la corriente behaviorista y cuantitativa predominante en los EE.UU., y arraiga fuertemente en la filosofía social humanista del autor.

Resulta comprensible que su teoría de la convergencia contenga algo así como una nota sentimental, la esperanza de un emigrado ruso de que, algún día, sus dos patrias se reconcilien.

El sociólogo francés Raymond Aron, en su obra "Dix-huit leçons sur la société industrielle", 1955, (complementada luego por "La lutte de classes" y por "Democratie et Totalitarisme") le brindó por primera vez a una teoría de convergencia una amplia difusión.

Resulta interesante observar -como lo hace K. von Beyme- que el periodo de elaboración y auge de las teorías de convergencia han sido los años en que el conflicto este-oeste constituía para los investigadores la experiencia macrosociológica dominante. Posteriormente, cuando aumentó la importancia relativa del conflicto Norte-Sur, se tendió a sustituírlas por otros enfoques, como el de "modernización" y el de "desarrollo social".

Otra observación importante de von Beyme es que, salvo algunos trabajos de Sajarov en Rusia y de Ota Sik en Checoslovaquia, las teorías de convergencia se han desarrollado casi exclusivamente en Occidente.

Esto es comprensible: para el marxismo ideológicamente ortodoxo, la única "convergencia" aceptable es la producida por las "contradicciones" del capitalismo, que modifican las condiciones de producción en dirección al socialismo. Otras convergencias, de sentido contrario (como las que parecen insinuar fenómenos tales como la expansión de la actividad económica privada, o la creciente autonomía de los subsistemas, en los países socialistas) son ignoradas o consideradas como una regresión.

En el campo socialista existe una teoría de convergencia, sustentada por el maoísmo chino y rechazada por los teóricos soviéticos. Se basa en considerar que el conflicto este-oeste tendrá cada vez menos importancia; que la U.R.S.S. y los EE.UU. se parecerán cada vez más en su actitud imperialista y agresiva; y que se acrecentará la gravitación mundial del conflicto norte-sur, el abismo que separa las naciones ricas de las pobres, la "ciudad del mundo" del "campo del mundo". El maoismo chino se veía a sí mismo, en ese contexto, como líder de los pueblos pobres y de color.

En las últimas dos décadas, y principalmente en los años '80, en todo el mundo ha cundido la práctica de una política menos ideológicamente condicionada y más pragmática, de modo que una real convergencia se ha dado a causa del pragmatismo político creciente, tanto en el este como en el oeste, en el norte como en el sur.

Podemos mencionar, entre las notas principales de este proceso, la aceptación de la necesidad de planificar la actividad económica, y de proveer a la seguridad social, por parte del capitalismo liberal; y la aceptación de la necesidad de una reestructuración ("Perestroika") económica y política, y de mayor trasparencia ("Glasnot") en la gestión de gobierno, por parte del regimen comunista soviético.

Se ha puesto así en marcha un gigantesco "cambio de escenario" internacional: posibilidades concretas de desarme, la caída del muro de Berlín y la reunificación alemana, los cambios de regimen político en los países de Europa oriental, la apertura de China a la inversión de capitales americanos y japoneses...los países del Tercer Mundo realizan dramáticos esfuerzos por "ajustar" sus economías e insertarse de algún modo en el comercio mundial, acuciados por tres fantasmas universales: la deuda, la inflación y la miseria.

Hasta un país como Vietnam, víctima directa del imperialismo norteamericano, busca ahora salir del estancamiento económico reinsertándose en el comercio mundial, y abriéndose a la inversión de capital extranjero: ha aprobado leyes de fomento y ha creado una empresa, la "Ho Chi Min Food Company", para fomentar intercambios en el rubro alimentos...

Todavía no podemos saber los resultados de ese pragmatismo universalizado sobre los niveles de calidad de vida de la humanidad, especialmente sobre los países pobres del "campo del mundo". Probablemente sean resultados ambiguos, con aspectos positivos y negativos, efectos inesperados e indeseables, etc.

Es interesante observar que, pese al pragmatismo político imperante, la lectura de los nuevos hechos no abandona los enfoques ideológicos. Así, en occidente, no se reconoce la influencia socialista en la aceptación del planeamiento económico o de la seguridad social. En el campo socialista se presenta a la Perestroika sólo como un retorno a las fuentes ortodoxas del marxismo-leninismo, tras los desvíos del stalinismo y de la burocracia autoritaria...No se reconoce, por ejemplo, el fracaso del comunismo como creador de abundantes riquezas y su reducción a la condición de técnica de racionamiento social, etc.

Ante tal cúmulo de hechos nuevos, las teorías de la convergencia aparecen hoy revestidas principalmente de un interés histórico, como antecedentes o preanuncios de nuevas realidades, que por otra parte, tampoco se produjeron exactamente en las formas previsibles según la teoría.

No obstante, creemos que aun tienen interés como auxiliares en la lectura de las relaciones complejas entre el mundo capitalista y el mundo comunista, y, en algunos aspectos, de ambos con el Tercer Mundo.

Los supuestos de base de las teorías occidentales de la convergencia son los siguientes, según K. von Beyme:-se ha abandonado toda idea de que el socialismo vaya a fracasar o desaparecer por causas internas.

- se ha aceptado el principio de la coexistencia pacífica, lo que implica para el mundo capitalista la legalidad de partidos de ideología comunista; y para los sistemas socialistas,la sublimación de la lucha de clases en forma de competencia pacífica y polémica intelectual.

- se ha abierto camino la idea de que los países socialistas y capitalistas desarrollados han de colaborar para resolver los problemas del Tercer Mundo.

- se ha adoptado una concepción evolucionista, en oposición a los modelos estáticos propios de las teorías sobre Totalitarismo. Los sistemas capitalista y comunista cambian, experimentan transformaciones; hay desarrollos nuevos en las sociedades de masas, tanto en oriente como en occidente (W.W. Rostow).

- se ha aceptado la idea (análoga a la marxista) de la "progresión de las fuerzas productivas", o sea, de la evolución del industrialismo y su impacto (más o menos determinista) sobre la superestructura política y cultural de la sociedad. Los regímenes políticos pueden converger porque las fuerzas productivas evolucionan.

- en Occidente se ha adoptado el enfoque sistémico, único que intenta dar una respuesta holista (análoga a la que pretende el marxismo desde otras bases) a la necesidad de una descripción-explicación global de la sociedad. El enfoque sistémico original era predominantemente estático, pero el aporte cibernético le ha conferido mayor dinamismo.

Una fundada objeción marxista le reprocha su eclecticismo teórico y su falta de explicación respecto del vínculo que conecta las partes interdependientes de la sociedad. El marxismo usa explicaciones causales-deterministas, basadas en las condiciones de producción. El enfoque sistémico se maneja con correlaciones y equivalencias funcionales; tiende a separar ámbitos sociales parciales (sociedad, cultura, política y economía) y no especifica ningún factor que determine la totalidad del sistema.

- las teorías sistémicas de convergencia admiten el estudio comparativo de los sistemas capitalista y socialista, más allá de los discutibles criterios formales propios de las teorías sobre totalitarismo.

Naturalmente, no aceptan el rígido esquema de etapas históricas que presenta el marxismo. Los estadios o etapas son vistos más bien como propios de todas las sociedades industriales, cuyos sistemas de propiedad y poder se van modificando a medida que cambian sus condiciones de producción.

Es interesante apuntar que los teóricos marxistas no admiten que se aplique a sus sociedades el concepto genérico de "sociedades industriales" (como hace, por ejemplo, Raymond Aron) pese a la similitud de sus supuestos básicos: racionalidad, organización, planificación de la investigación aplicada, etc. Realmente nos parece una objeción difícil de sostener.

- una idea muy importante aceptada por las teorías de la convergencia es la de que los sistemas socialista y capitalista aprenden el uno del otro y se influyen mutuamente.

Los sistemas capitalistas aprenden del socialismo cuestiones tales como:

- reducción del consumo privado.
- planificación de la economía.
- desarrollo de la seguridad social.
- uso de la política económica en la redistribución de rentas y bienes.

Los sistemas socialistas, a su vez, adoptan muchas ideas y prácticas del capitalismo, tales como:
 

- política monetaria y tributaria.

- especialización y autonomía de las entidades productivas.

- incentivo de la ganancia para la producción.

- áreas de actividad libradas a la iniciativa privada..

Un defecto serio de los cultores de las teorías de convergencia es la tendencia a tomar la verificación de una convergencia parcial como si confirmara toda la teoría. Esa "impaciencia verificadora" los hace semejarse a los teóricos marxistas en su afán de detectar en cada revolución, en cada crisis, una verificación de sus previsiones doctrinarias... La realidad humana es compleja y no se deja encerrar tan fácilmente en esquemas hipotéticos predeterminados. La experiencia enseña que los planteos teóricos son una guía orientativa, que deben ser usados con flexibilidad, y no como moldes rígidos.

En verdad, las teorías de la convergencia, que son un progreso respecto de las de totalitarismo, son tan difíciles de verificar globalmente como lo es negar que se producen convergencias. Ellas permiten un mejor acercamiento comprensivo entre los dos campos políticos globales, aunque ambos, ideológicamente condicionados, sigan pensando que el otro tiene que cambiar más que el propio...


(1) Klaus von Beyme, op. cit., pag. 381 y ss.
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