HISTORIA DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES EN MÉXICO
(Siglos XVIII, XIX y XX)
ANTOLOGÍA BIBLIOGRÁFICA COMENTADA
Jorge Isauro Rionda Ramírez
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9. CALDERÓN, José María
(1972a) Propiedad, clases sociales, estado e ideología: la instauración
de la dictadura social. En Génesis del presidencialismo en México.
Ediciones El Caballito. México. Pp. 135 219.
Las intervenciones extranjeras sucedieron a la guerra de independencia
en el siglo XIX. La de Estados Unidos de América en 1847 y la
intervención francesa 1865 1867. No obstante el imperialismo
capitalista ingresó al país bajo la dictadura porfirista, quien promovió
los intereses de extranjeros en el país, especialmente de Inglaterra,
Francia, Estados Unidos y España (Calderón, 1972ª; 135 219).
El positivismo decimonónico da a la naciente burguesía mexicana las
tesis científicas necesarias para justificar su aparición bajo
prejuicios propios del darwinismo social y la eugenesia social. Del
liberalismo político propio de la constitución de 1857 se deja atrás
durante el porfiriato donde el liberalismo adquiere su matización
económica. La nueva burguesía mexicana basaba su rol social en el orden
natural de inspiración divina propio de esta doctrina, donde desde luego
el exacerbado naturalismo plateaba una sociedad de clases basada en la
supervivencia del más fuerte.
Los científicos liberales consideraban que el éxito del naciente
capitalismo mexicano tendría su acomodo en su nexo con el capitalismo
mundial. Consideraban a la historia como lineal por lo que importaron en
gran medida es esquema de desarrollo inglés, pensando que su camino
histórico trazaba para la nación mexicana el camino para lograr la
prosperidad del sistema.
El fundamento económico de un capitalismo liberal que trató de
implementar una organización social del trabajo y la producción de corte
fordista, trajo consigo un enorme contingente de jornaleros miserables y
peones acasillados. La nueva burguesía se componía de empresarios
extranjeros, nacionales, hacendados latifundistas, y comerciantes ricos
de almacenes urbanos. Contraparte, aumentaba la clase media urbana, los
trabajadores asalariados y los peones del campo.
La división de clases se profundiza al grado de la intolerancia y el
resentimiento que bien adquiría matizaciones de odio contra los ricos
del país. La explotación capitalista se agrava para las regiones del
país que lograron mayor nexo con el capitalismo mundial. En el campo las
regiones especializadas en productos como el azúcar, el algodón y el
henequén, con mercados de destino en el extranjero generaron la mayor
pobreza. Estados como Morelos, Veracruz y del norte de la nación
vivificaron esta situación.
Las industrias extractivas como de generación de la energía,
evidentemente estratégicas en el desarrollo nacional, estaban en manos
de extranjeros, así como la red de comunicaciones terrestres, marítimas
y electrónicas como el teléfono y el telégrafo. Con ello, el
condicionamiento e inclusión de intereses extranjeros en el desarrollo
nacional era inminente. El esquema ya no procuraba resolver tanto los
problemas de la nación, sino en directa relación de los intereses de
acumulación capitalista de empresas extranjeras localizadas en le
territorio nacional.
Las leyes de Reforma del siglo XIX despojaron a los indígenas de sus
tierras comunales. La concentración de la propiedad rural causan la
precarización de los trabajadores campesinos.
El arribo del capitalismo fordista, aún en una expresión de capitalismo
periférico dependiente, genera un proletariado urbano como rural
creciente. La organización obrera inicia de manera clandestina, bajo
mucha represión del los patrones y del régimen, va a tomar fuerza
conforme el salario se generaliza como fórmula de relación industrial. A
mayor industrialización, mayor proletarización y por ello, se fortalece
el movimiento de los trabajadores mexicanos a favor del sindicalismo y
sus derechos laborales (Calderón, 1972ª; 135 219).
Las huelgas y las manifestaciones en las mejoras de las condiciones del
trabajo son ya para 1900 una vivencia de la sociedad mexicana. Las
huelgas más destacables fueron las de los grupos de trabajadores
henequeneros de Yucatán, los mineros de las minas de cobre de Sonora,
como los de las fábricas textiles de Veracruz, las cuales fueron
brutalmente reprimidas y con resultados trágicos.
La clase trabajadora como la clase media urbana del país se tiende a
simpatizar con las tesis social demócratas de inspiración en gran medida
marxista, como del sindicalismo europeo.
La crisis económica mundial de 1906 y 1907 restringe el mercado mundial,
por lo las empresas extranjeras localizadas en México observan problemas
para sostener su nivel de empleo, como el nivel de salarios. La caída
del mercado foráneo lo van a amortiguar con desempleo y caída de los
salarios de sus empleados. Situación que encona más el resentimiento
obrero respecto a las empresas extranjeras.
La contra revolución se manifiesta mediante el golpe de estado de
Huerta, quien obtuvo fuerza política de las clases reaccionarias del
país, los extranjeros y los burgueses quienes vieron peligrar sus
intereses ante la revolución mexicana. Una fracción de la clase media
mexicana promoverá en la contrarrevolución sus interese que sobrepondrá
a los del movimiento campesino y proletario de la revolución mexicana.
La contra revolución desmantela la revolución campesina y de
trabajadores de Emiliano Zapata como de Francisco Villa y ve en Huerta y
posteriormente Carranza la promoción de sus intereses que de hecho,
promovieron el carácter que adquieren los artículos 27 y 123 de la
Constitución Política mexicana.
El artículo 27 distingue grupos sociales y con ello de propiedad cuyos
derechos derivan de su grado de desarrollo histórico, donde la propiedad
privada adquiere las garantías necesarias para su perpetuación como su
promoción, y es el sustento de la modernización del campo; y el 123
contiene las condiciones necesarias para establecer la intervención y
mediación del Estado en las relaciones industriales del país.