HISTORIA DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES EN MÉXICO
(Siglos XVIII, XIX y XX)
ANTOLOGÍA BIBLIOGRÁFICA COMENTADA
Jorge Isauro Rionda Ramírez
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50. PERRY, Laurens Ballard
(1974) El modelo liberal y la política práctica en la República
restaurada. En Historia mexicana. Vol, XXIII. Núm. 4. México. 649
699.
El liberalismo en México tuvo varios tropiezos en su implementación, uno
fue al reacción de la sociedad conservadora, que en esperanza de
mantener sus canonjías otorgadas como parte de una organización social
que parte de estamentos de clase, se opusieron abiertamente al modelo de
los liberales, especialmente en reacción a Benito Juárez y Sebastián
Lerdo de Tejada. La segunda fuerza en contra la reacción en México ante
el surgimiento de la guerra civil en Estados Unidos que cuestionaba si
el camino al capitalismo era propiamente el liberal, similar al yanqui,
o bien el conservador similar al de las haciendas sureñas de esta
nación. La secesión en Norteamérica puso un suspenso en la propuesta de
desarrollo e industrialización en México. Finalmente la intervención
francesa que, contrario a la esperanza de los conservadores, reinventa
el liberalismo en México que, más allá de Juárez y Lerdo de Tejada, se
incorporan elementos de la ilustración francesa y el reformismo francés
(Perry, 1974).
La constitución conservadora de 1824 queda atrás ante la de 1857 de
abierto liberalismo frangmasónico. El alto nivel de analfabetismo y la
falta de compromiso político de la población no dan el fundamento
necesario para aspirar a una sociedad democrática. Por ello, las
elecciones y comicios no eran en su momento una realidad viable para una
nación que previamente, requiere la concientización política necesaria.
La consecuente entonces es el inevitable surgimiento del régimen
dictatorial de Porfirio Díaz.
El liberalismo económico en Europa surge en el siglo XVIII mediante el
pensamiento de Adam Smith, como preámbulo a la revolución industrial
bajo las siguientes condiciones: la existencia de capital para el
fomento de la inversión, la consolidación de los mercados domésticos,
una red de comunicaciones terrestres como marítimas bien consolidada que
comunicaba a los mercados nacionales como regionales, e instituciones
capitalistas que vitalizan al Estado para regir al sistema capitalista.
En México, la pobreza extrema, el acaparamiento de tierras, el
encasillamiento de trabajadores y jornaleros agrícolas, la falta de un
ejército industrial de reserva suficiente como proletariado urbano,
persistencia de instituciones estamentarias y de trabajo que no
permitían la liberalización de la mano de obra, la falta de industrias
consolidadas y capitales de avío significativo, la alta incertidumbre y
abruptos conflictos sociales, la carencia de un programa nacional de
desarrollo que mantuviera una continuidad, entre otros aspectos,
entorpecieron el programa liberal del desarrollo del país, y sobre todo
la aspiración a ser una sociedad democrática.
El federalismo es a su vez, otra de las aspiraciones del programa
liberal que queda plasmado en el artículo 40 de la constitución del 57.
Una grave contradicción radicaba en que los liberales aspiraban a un
federalismo de jure pero no de facto pues veían la heterogeneidad del
país como un grave problema que debiera erradicarse para procurar ser
una sociedad más homogénea y fortaleza de la unidad nacional.
Un reto en la uniformación de la sociedad nacional era el surgimiento
del caudillismo, producto derivado inminentemente del regionalismo
nacional, a lo que se le consideró como la persistencia de cacicazgos
heredados de periodos coloniales. Típicamente estos caudillos fueron
fórmulas de gobierno local que incluso, llegaron a ser gobernadores de
los Estados. El caudillismo de hecho era una fórmula de control y poder
político local y regional en el país. Por eso, el federalismo y la
democracia enfrenta como principal restricción la existencia de
cacicazgos y caudillos que proliferaban en todo el territorio nacional.
Los caudillos incluso tenían poder militar pues llegaron a reclutar a
ejércitos locales que bien apoyaban a un gobernante, como sucedió con
Benito Juárez, o bien lo enfrentaban, como muchos caudillos se
levantaron durante la revolución mexicana contra Porfirio Díaz.
El caudillismo por otra parte, pugnaba por los intereses de las
oligarquías locales que, en muchos casos, llevaron a conflictos
militares a una escala nacional. Organizar el territorio y pacificar al
país era un reto que se enfrentaba duramente con la presencia de los
caudillos que podían cuestionar el mandato de gobierno a nivel
municipal, estatal e incluso nacional (Emiliano Zapata a inicios del
siglo XX).
En este ordenar a la nación y procurar un programa nacional de
desarrollo, el país sufre distintos descalabros: De 1820 a 1830 se
pierde a Guatemala, de 1830 a 1840 Texas se separa de la República, de
1840 a 1850 se pierde Nuevo México, California y Yucatán, este último se
declara independiente. A la fecha conserva su propia bandera y su propio
himno nacional.
De 1850 a 1860 se pierde otra fracción más del territorio del norte del
país cedida a los Estados Unidos de América. La situación civil también
fueron críticas puesto que el ejecutivo nacional tuvo que pedir al
Congreso de la Nación la suspensión de las garantías constitucionales
nueve veces por nueve años, obtuvo facultades extraordinarias y
facultades en guerra y Hacienda.
El bajo nivel de instrucción del pueblo, el control a nivel local de
caudillos, la minoría liberal, una burocracia comprometida con las
clases conservadoras comprometieron las elecciones de la nación. Las
primeras elecciones fueron cuestionadas por la parte conservadora al
considerar que de manera delictuosa tanto Juárez como Lerdo de Tejada
intervinieron en las elecciones para sesgar sus resultados a los
intereses del partido liberal. Los últimos 30 años de la decimonónica
centuria se marcaron con un gran número de insurrecciones en todo el
país, que se fueron calmando con el régimen de porfirismo de 1880 a
1900, al conceder Porfirio Díaz canonjías a las oligarquías locales como
nacionales del país. No obstante, la falta de una reforma agraria, a
razón de proteger los intereses de los caudillos que a nivel local eran
los dueños de las Haciendas agrícolas y ganaderas del país, engendraron
otro tipo de insurrecciones, cada vez más de tipo agrario.
Las insurrecciones en el país dieron por resultado la exacerbación del
centralismo, como el exceso en gastos militares, y militarización de la
vida pública del país. Los militares de hecho fueron parte de las clases
privilegiadas en al sociedad porfiriana. Mucho del erario público se
dilapidaba en sueldos y salarios a militares como en gastos de guerra
para pacificar a la nación. Siendo el porfirismo de inspiración liberal,
no obstante, el Estado creció a efecto de las insurrecciones y el
aumento de la clase militar del país. El estado más que juez y policía,
era propiamente un estado gendarme que procuraba la integridad nacional,
protegía de cualquier intervención extranjera, como la paz de la
República ante las continuas insurrecciones regionales.