HISTORIA DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES EN MÉXICO
(Siglos XVIII, XIX y XX)
ANTOLOGÍA BIBLIOGRÁFICA COMENTADA
Jorge Isauro Rionda Ramírez
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34. KEREMITSIS, Dawn (1973c)
El gobierno y el ambiente industrial durante el porfiriato. En La
industria textil mexicana en el siglo XIX. Secretaría de educación
pública. Colección Sep Setenta. No. 67. Capítulo III. México. Pp. 77
98.
De 1870 a inicios del siglo XX, la industria textil mexicana empieza a
tomar un papel secundario en la economía. Los sectores de interés son
las comunicaciones férreas y la industria extractiva minera como del
petróleo (Keremitsis, 1973c; 77 98).
Inglaterra pasa de las exportaciones textiles a la exportación de bienes
de capital, especialmente maquinaria textil. Las industrias textiles se
trasladan a la periferia capitalista, entre ellos México, quien importa
maquinaria textil de Inglaterra y fomenta una industrialización textil
que no obstante no es exitosa más allá del mercado nacional.
Otras potencias económicas figuran en el contexto internacional,
Francia, Estados Unidos de América, España y Alemania compiten con
Inglaterra en el comercio internacional.
La paz porfiriana causó la prosperidad industrial, especialmente textil,
y las manufacturas artesanales, por lo que la población pasó de 9.5
millones en 1880 a 15 millones en 1910. EL 71% de la población era
rural, pero la tendencia era la urbanización propia de la
secundarización económica, que era propio del ascenso de la
industrialización moderna a una escala mundial.
La construcción de ferrocarriles, la dotación de tierras, sobre todo a
los márgenes del río Nazas que se especializaron en la producción
algodonera (La Laguna), causaron que el norte del país aumentara su
nivel poblacional, especialmente por la migración desde el centro.
Una mejor reglamentación fiscal permite al régimen recaudar de la
sociedad mexicana ingresos que fomentaron la obra pública urbana. De
1866 donde el ingreso del Gobierno era de 5 millones de pesos, a 1880
aumenta a 200 millones de pesos, dando un superávit primario por primera
vez visto desde inicios del periodo independiente.
Durante el periodo porfirista se protegió tanto a la industria nacional
como extranjera, privilegiando a los extranjeros de Europa respecto a
los norteamericanos. De hecho rechazó la propuesta estadounidense en
1884 de establecer una unión aduanera entre ambas naciones. Conforme
prosperaban las empresas tanto nacionales como extranjeras, los ingresos
del gobierno crecieron sostenidamente. El régimen porfirista logró
solventar el gasto de gobierno a un nivel admisible para el fomento de
la industria con la consolidación de una infraestructura urbana que da
inicio al desarrollo industrial metropolitano de México.
El liberalismo porfirista atacó al movimiento obrero viéndolo como
pernicioso y delictivo. Los bajos salarios, los abusos laborales, la
falta de una reglamentación laboral favorable para los trabajadores,
eran una realidad vigente durante las tres décadas que duró su
administración.
Río Blanco y Cananea son dos movimientos de huelga violentamente
reprimidos. Las relaciones industriales estaban pactadas a favor de los
intereses de los empresarios y no en la búsqueda de una relación laboral
justa.
El camino del capitalismo liberal lo marca Inglaterra con el desarrollo
de la industria textil. Naciones como la mexicana procurarán fortalecer
la industria algodonera y textil para seguir el derrotero de la historia
del capitalismo Inglés, que para la época de Porfirio Díaz el Reino
Unido había perdido su lugar como el principal proveedor de textiles en
el mundo, no obstante los telares y muchos insumos lo mantenían como eje
central del desarrollo textil.
Inglaterra pasó a la fase del desarrollo de la industria pesada y de la
venta de bienes de capital, el ferrocarril, telégrafo y el teléfono eran
patentes que exportaba para promover sus industrias en las colonias que
dependía de su protectorado, tales como la India o Sudáfrica, incluso
aún en periodo independiente proveyó de sus patentes a los Estados
Unidos de América, como a Canadá y Rusia para el desarrollo de su líneas
férreas de comunicación.
La paz porfiriana se tradujo en estabilidad económica, y en especial
estabilidad y seguridad financiera. La moneda mexicana con valor mineral
basado en el bimetálico, se cotizaba aún en los mercados internacionales
como una divisa dura y de alta liquidez, por lo que el sistema
financiero mexicano gozaba de credibilidad internacional y otorgaba
estabilidad a la economía nacional.
Esta paz porfiriana por otro lado otorga a los inversionistas tanto
nacionales como extranjeros el clima propicio para la inversión. México
atrae fuertes capitales de naciones como Estados Unidos de América,
Inglaterra, Francia, España y Alemania. Prosperan las industrias
textiles mexicanas y el comercio con el exterior aumenta.
El desarrollo de la sociedad porfiriana daba prosperidad en lo urbano,
no obstante persiste en el campo el despojo de las tierras comunales que
desde los tiempos de Benito Juárez se daban con las leyes de
desamortización y reforma, por lo que los latifundios crecieron a
dimensiones socialmente no admisibles.
Asimismo, la paz porfiriana se tradujo en un crecimiento constante de la
población mexicana por lo que las áreas urbanas y metropolitanas del
país se volvieron centros de atracción de migración campesina. El
ejército industrial de reserva crecía en el medio rural como urbano y
los jornales del campo como los sueldos y los salarios en la ciudad
perdían poder adquisitivo. Existía en ese momento flexibilidad de
precios y salarios, y la carencia de instituciones económicas que
respaldaran los derechos laborales causan que los trabajadores
continuamente vieran caer nominalmente el valor salarial de sus jornadas
de trabajo. Con la flexibilidad de precios como de salarios, la
estabilidad de los primeros se fundaba con la caída de los segundos. La
estabilidad se funda en el aumento de la miseria de los trabajadores. La
explosión demográfica que se vivió de 1880 a 1910 agudiza la situación y
agranda los niveles de pobreza, no obstante la prosperidad empresarial
que se vivía. Eran los ricos quienes se beneficiaron de la paz
porfiriana, pero los humildes vieron durante este periodo aumentar a
niveles intolerables su situación como trabajadores. Bien lo ilustra
John Kenneth Turner en su libro México Bárbaro.
Se dice que en 1880 la nación mexicana contaba con 9 millones y medio de
habitantes, para 1910 esta población ya era de 15 millones. Un
crecimiento demográfico promedio anual de 1.53% durante 30 años. México
seguía siendo una nación dominantemente rural.
Porfirio Díaz otorgó concesiones a extranjeros como a nacionales por lo
que logró simpatías políticas del grupo hegemónico y rico de la nación.
Díaz normaliza el comercio como la producción adoptando el sistema
métrico, lo que a su vez es importante para la certificación y el
desarrollo de patentes en el país.
No obstante ser un liberal en estricto sentido, Porfirio Díaz rechaza la
propuesta norteamericana hecha a México en 1884 de establecer entre
ambas naciones una Unión Aduanera. No obstante, crea una zona franca en
la franja fronteriza con dicha nación, donde se exentaba de impuestos a
los empresarios norteamericanos que localizaran sus industrias en
territorio nacional.
El centralismo político se traduce en centralismo administrativo,
durante el siglo XIX varias entidades del país procuran su separación de
la República, como lo fue Yucatán, por lo que Porfirio Díaz procura la
promoción de intereses empresariales locales con una burocracia activa y
eficiente en atender sus demandas en materia del fomento local de sus
industrias. No obstante mantuvo su hegemonía política sobre intereses
que pudieran significar un riesgo para su régimen, para lo cual la obra
pública continuamente bien favorecía o bien marginaba los intereses
locales, todo con fines de control político. El caso más ilustrativo es
haber desviado hacia el sur el Río Nazas cuando más agua se requería
para el desarrollo de la industria algodonera de la Laguna, en el norte
del país.