HISTORIA DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES EN MÉXICO
(Siglos XVIII, XIX y XX)
ANTOLOGÍA BIBLIOGRÁFICA COMENTADA
Jorge Isauro Rionda Ramírez
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10. CALDERÓN, José María
(1972b) La revolución mexicana. En Génesis del presidencialismo en
México. Ediciones El Caballito. México. Pp. 29 77.
Durante el porfirismo, el pueblo era considerado bajo la óptica
liberal como el componente inconciente o pasivo de la sociedad en vista
de su carencia de capital para emprender empresa, como su ignorancia
para tener visión (Calderón, 1972; 29 77).
El programa liberal de tiempos de Benito Juárez desprovee al 80% de la
población campesina de sus tierras de cultivo. A su vez, los grandes
hacendarios requieren fuertes contingentes de mano de obra. La
implementación de jornaleros bajo sistemas de asalariamiento y
endeudamiento extrema la situación de los trabajadores quienes, bajo una
herencia de servilismo del tipo feudal desde tiempos coloniales, como la
mansedumbre propia de su condición social, ven recrudecer su realidad a
situaciones de abierta ignominia.
El salario industrial comparado era muy superior al jornal del campo,
por decir, las minas pagaban 6 veces más que lo que se pagaba al peón
campesino, por ello, las industrias tanto rurales como urbanas son un
atractivo para el trabajador campesino. Su crecimiento no obstante no
genera la demanda de empleo asequible a la oferta de trabajo. Aumenta el
desempleo, al delincuencia y la vagancia especialmente en las ciudades,
durante un periodo histórico que bajo la óptica liberal el desempleo se
consideraba voluntario, por lo que el régimen no era tolerante a los
desempleados a quienes se les veía como vagos y criminales.
Los sectores más esenciales para el desarrollo del país tales como la
energía (petróleo y electricidad), las industrias extractivas (la
minería), proveedora de indismos industriales, y las comunicaciones
terrestres como marítimas (ferrocarril, teléfono, telégrafo y los
puertos marítimos nacionales), estaban en manos de extranjeros.
Las inversiones de capital foráneo eran cuantiosas y trajeron consigo a
trabajadores extranjeros que como proletariado, había logrado
prestaciones y garantías laborales que en México no existían. El
convivio entre trabajadores mexicanos con extranjeros es referencia para
los primeros para la búsqueda de un trato laboral similar, por ello, la
inversión extranjera en el país es la influencia que alienta el
movimiento social demócrata en la búsqueda de derechos laborales
similares a los prevalecientes en otras naciones como Inglaterra o los
Estados Unidos.
La situación del trabajador del campo como urbano del país se volvió
insoportable, y la abierta discriminación del trabajador urbano en
desventaja respecto al trabajo internacional encuna las aspiraciones de
la social democracia y el sindicalismo en el país. Las agrupaciones de
trabajadores serán mal vistas por el régimen porfirista.
Es importante señalar que el proyecto liberal decimonónico mexicano se
inscribe como parte de la expansión de la producción rígida a una escala
mundial. La revolución de la administración científica liderada por
Inglaterra y los Estados Unidos de América causan la formulación de
organizaciones obreras tales como los sindicatos. El manifiesto
comunista publicado en 1848 en Alemania, de Karl Marx y Federico Engels,
es una inspiración para el obrero internacional en la búsqueda de
ganarle a la organización social del trabajo y la producción derechos,
prestaciones, como garantías laborales.
En 1877 nace el Gran Círculo en la ciudad de México que se integra por
trabajadores industriales urbanos y que procuran adquirir las mismas
prestaciones que los trabajadores de otras naciones industrializadas
tienen en materia laboral. Organizan en ese mismo año el Gran Congreso
General de obreros que pretende pasar del mutualismo al cooperativismo.
Es con ello que arriban a la nación las bases ideológicas como sociales
de la social democracia.
En abril de 1879 se logra la unificación obrera y en San Luis Potosí, en
1890 se constituye la orden de los empleados ferrocarrileros mexicanos,
previa en 1884 la huelga del ferrocarril central. En 1900 se tiene a su
vez la Unión de mecánicos mexicanos y en 1902 se tiene la huelga de
fogoneros del Ferrocarril Nacional. Todas estas agrupaciones como
movimientos huelguistas como parte del trabajador al servicio de
empresas extranjeras localizadas en México.
La social democracia culmina en 1906 con la huelga en Sonora de los
trabajadores de la mina de Cananea, movimiento obrero que termina en una
tragedia ante el violento sofocamiento de las autoridades que causa
muertes y atropellos a los trabajadores alzados. En esta tragedia
participó el ejército norteamericano bajo el permiso del Gobernador de
Sonora para reprimir el movimientos huelguista que se daba en una mina
en manos de industriales estadounidenses. Río Blanco es otra referencia
ineludible en la trágica anécdotaria de los trabajadores del país bajo
el régimen porfirista.
No obstante más de medio siglo de publicados los trabajos de Karl Marx y
F. Engels, la social democracia de México se inspiraba más en el
socialismo utópico que en el científico. El mutualismo dominaba la
organización obrera antes que el cooperativismo que aún era incipiente.
Por ello el movimiento obrero estaba desorganizado y desarticulado y no
contaba con la fuerza necesaria para promover un movimiento social a la
altura de la revolución mexicana.
Es la clase media urbana la que inspirará el liberalismo ya no de corte
económico del orden del laissez faire, sino de corte político en la
procuración de la democracia. Es ahí donde haya acomodo el movimiento
maderista: la procuración del sufragio efectivo y la no reelección,
eslogan de abierto enfrentamiento contra la dictadura de Porfirio Díaz.
Como parte de ello en 1903 se funda el Club Redención y el Periódico
Excélsior. La libertad política era el nuevo emblema del liberalismo, ya
no económico sino político. Las demandas obreras como campesinas no eran
prioridad del programa maderista, sino el de las libertades políticas,
más clasemediero que otra cosa.
Para Francisco I. Madero las bases constituyentes de las libertades
políticas y la democracia eran las de la educación. La reelevancia de la
educación en México era ante todo el garante de que se sostuviera todo
régimen democrático, la justicia a su vez aparece como un predicado del
nivel de conciencia que los individuos pueden tener como integrantes de
una sociedad civil. La civilidad basada en la educación entonces era el
proyecto revolucionario de madero, no los salarios ni los jornales del
campo, menos aún un nuevo reparto económico, especialmente agrario.
El pueblo ignorante se alía a quienes tenían una mejor visión de la
realidad nacional y su emergencia social como económica. Sumaron sus
fuerzas revolucionarias a favor de los intereses de las clases medias,
aparentemente más ilustres, pero sesgadas a intereses ajenos a las del
campesino y los obreros. Por ello, después de la lucha maderista, la
revolución se promueve ya no desde lo urbano sino desde lo rural. El
zapatismo adquiere su carácter como promovedor de un nuevo reparto
agrario pro indígena. Francisco Villa promueve el agrarismo, aunque ya
no con el sesgo indígena de Emiliano Zapata, sino de tipo mestizo y
propio de los jornaleros de industrial campesinas articuladas al
desarrollo fordista, nacional e industrial urbano. Zapata7 en el sur
triunfa gracias a que abundan las comunidades que fueron despojadas de
sus tierras por el programa liberal desde tiempos de Benito Juárez.
Villa en el norte, adquiere fuerza ante el dominio de las grandes
Haciendas latifundistas. Distintos sin embargo, los dos caudillos
procuran intereses comunes agrarios.
Venustiano Carranza y Pascual Orozco en el norte procurarán derechos más
allá de los campesinos, los de los trabajadores industriales de
industrias campesinas como urbanas. Es con ellos que la social
democracia encontrará acomodo lo que obligará al liberal de Carranza a
procurar intereses de las agrupaciones obreras de orientación más social
demócrata que liberal.
La contrarrevolución de Huerta procura reimplantar el orden liberal del
periodo juarista como porfirista, mientras que Carranza reivindica la
revolución mexicana desde sus bases constitucionalistas en materia
campesina como obrera.