HISTORIA DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES EN MÉXICO
(Siglos XVIII, XIX y XX)
ANTOLOGÍA BIBLIOGRÁFICA COMENTADA
Jorge Isauro Rionda Ramírez
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1. ALBERT,
Michels (1968) Cárdenas y la lucha por la independencia económica de
México. En Historia mexicana. Vol. XVIII. Núm 1. México. Pp. 56 78.
Por otra parte, regresando a la Constitución de 1917, establece el
derécho inequívoco del país de controlar sus propios recursos. Da a la
nación la propiedad absoluta de todos los recursos minerales existentes
en vetas, capas, masas y yacimientos cuya naturaleza sea distinta de los
recursos del suelo superficial. Da por asiento que la propiedad privada
del suelo es un patrimonio de la nación, la que se da en concesión para
su explotación a particulares (Albert, 1968; 56 78).
Los gobiernos post revolucionarios nunca renunciaron a su anhelo
nacionalista, pero por distintas presiones en el desarrollo económico
del país se vieron obligados a conceder algunas tolerancias a
inversionistas extranjeros, como es en el caso de la explotación minera,
la generación de energía, el petróleo, las comunicaciones electrónicas
como terrestres, principalmente.
Es hasta el arribo del cardenismo, en 1934, que se inicia una política
agresiva a favor del nacionalismo, sobre todo en el control de los
yacimientos minerales vitales para el desarrollo nacional, como del
control de las comunicaciones. Cárdenas sostiene que el capitalismo
explotador hace de México una economía colonial hambrienta y agobiada a
causa de la explotación irracional de su subsuelo despilfarrado y
empobrecido.
En 1936 el Congreso de la República emite la Ley de nacionalización que
otorga al gobierno el poder de legislar sobre todos los bienes
utilizados con fines de producción. La nacionalización de los
ferrocarriles, del telégrafo, del teléfono, de la industria eléctrica,
de la minería como de la extracción de petróleo, principalmente eran
objetivo principal de esta promulgación.
Los extranjeros que desde 1904 obtuvieron bajo presión al régimen
porfirista, las concesiones de explotación de recursos del subsuelo como
las licencias a favor del desarrollo de industrias ferroviarias, de
comunicaciones electrónicas, mineras entre otras, se negaban desde
entonces a pagarle impuestos a la nación, argumentando que su solo
presencia generaba ya un beneficio a la economía nacional. José
Vasconcelos calificó a los intereses extranjeros en México como fuerzas
oscuras del privilegio que no conocen otro Dios que el de la ventaja
personal.
La legislación de la Ley de expropiación de noviembre de 1936 funda el
nacionalismo mexicano en una expresión que pasa de jure a su realización
de facto, extendiendo el control de la nación de toda propiedad, ya no
solo de tierras y aguas, sino del propio subsuelo, bajo la jurisdicción
del Artículo 27 constitucional, con lo que se tiene un dominio completo
de la propiedad privada. No obstante, para procurar que estos nuevos
poderes no lesionaran a inversionistas nacionales como extranjeros, las
expropiaciones se acompañaron de indemnizaciones que compensaran a los
afectados. Con ello se mantenía una buena relación, no obstante las
nacionalizaciones que afectaban a compañías estadounidenses, con el
vecino del norte. No sin subestimar los adeudos de estas compañías a la
nación por los impuestos no pagados desde 1904 y 1906 que obtuvieron sus
respectivas concesiones.