HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA Y SUS APLICACIONES
Ramon Ruiz Limón
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Los elementos de la conducta
El hecho psicológico de la conducta, no es simple, ni puede confundirse con otra clase de acciones mecánicas o fisiológicas; muy por el contrario, corresponde a una estructura compleja, que por sí misma significa una diferenciación en los modos de actuar de los sujetos, de particular en el ambiente donde se convive con los demás.
Consecuencia de este reconocimiento de la complejidad estructural de la conducta, es la posibilidad de aislar, por lo menos, dos elementos constitutivos de semejante organización. Tales elementos corresponden, uno, al impulso o serie de mecanismos que provocan la conducta; y otro, a la acción o forma de participación externa, con que se da testimonio de una actividad autónoma.
Sin embargo, el conocimiento de la conducta se informa en las acciones externas, y de ellas se infieren los elementos que las provocan. ¿La razón del interés que puede mover a tal afán de conocimiento? Precisamente la determinación de los elementos íntimos, para ver de su adecuado suministro, de su conservación o de su eliminación, en la dinámica causal de las acciones humanas.
El elemento interno de la conducta, constituye la fuerza que la determina y la impulsa; el motivo que le da origen. Pero ese motivo, no es, no uno solo, ni aislado, sino una unidad variada, que en su conjunto se llama motivación.
La motivación sugiere una variedad de motivos, y éstos, como las emociones, son las fuerzas que mueven a la acción. La motivación es sólo un momento del proceso psicológico.
Ciertamente puede estudiarse aislada de otros; pero tal aislamiento es artificial. Los fenómenos motivacionales se relacionan con otros aspectos de la vida mental. Por ejemplo, las motivaciones influyen en lo que percibimos; si comparamos a un individuo sediento con otro que no lo está, observamos que aquél se interesa sólo por el agua. Por su parte, el elemento externo de la conducta, está integrado por actos, siendo éstos, simples expresiones de una energía e impulsada y administrada desde adentro. La importancia de los actos es tal, que reconocérseles como aspectos externos de la vida psíquica, se origina con todo ello un estilo de saber psicológico, sobre todo si se tiene en cuenta que son expresiones de fuerzas anímicas internas. Pero tampoco se puede suponer que los actos se dan de manera aislada o carente de una articulación funcional; no, los actos se dan en cadenas o series, unificadas por una energía interna, y expresivas de un estado peculiar del sujeto. A ese conjunto de actos, animados por motivos comunes y constantes, se denomina actitud.