EL CONOCIMIENTO SILENCIOSO

EL CONOCIMIENTO SILENCIOSO

Ramón Ruiz Limón

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¿Qué significa la guerra y la paz para un nagual?

La guerra para un brujo, no significa actos de estupidez individual o colectiva ni una violencia absurda. La guerra para el brujo es la lucha total contra ese yo individual que ha privado al hombre de su poder del conocimiento silencioso.

Los brujos habían descubierto que cualquier movimiento del punto de encaje significa alejarse de la excesiva preocupación con el yo individual: la característica del hombre moderno. Los brujos están convencidos de que la posición del punto de encaje es lo que hace del hombre moderno un egocéntrico homicida, un ser totalmente atrapado en su propia imagen. Habiendo perdido toda esperanza de volver al conocimiento silencioso, el hombre busca consuelo en su yo individual. Y al hacerlo consigue fijar su punto de encaje en el lugar más conveniente para perpetuar su imagen de sí. Por lo tanto, los brujos pueden afirmar con toda seguridad que cualquier movimiento que alejara el punto de encaje de su posición habitual equivale a alejarse de la imagen de sí y, por consiguiente, de la importancia personal.

Don Juan define la importancia personal o el yo individual como la fuerza generada por la imagen de sí. Reitera que es esa fuerza la que mantiene el punto de encaje fijo en donde está el presente. Por este motivo, la meta de todo cuanto hacen los brujos es el destronar la importancia personal.

Los brujos habían desenmascarado a la importancia personal, encontrando que es, en realidad, la compasión por sí mismo disfrazada. No parece posible, pero así es. El verdadero enemigo y la fuente de la miseria del hombre es la compasión por sí mismo (yo psicológico, yo pluralizado), el hombre no podría existir. Sin embargo, una vez que esa compasión se emplea, desarrolla su propio impulso y se transforma en importancia personal.

Los brujos están completamente convencidos de que, el espíritu, al mover nuestro punto de encaje, alejándolo de su posición habitual, nos hacia alcanzar un estado de ser que sólo podríamos llamar “el no tener compasión”.

El sonido y el significado de las palabras son de suprema importancia para los acechantes. Ellos usan las palabras como llaves que abren cualquier cosa que éste cerrado. Los acechantes, por lo tanto, deben declarar su objetivo antes de tratar de lograrlo. Pero no pueden revelarlo así nada más, desde un principio; deben decirlo cuidadosamente y esconderlo entre las palabras.