Para el nagual Julián, la importancia personal es un monstruo de mil cabezas y habÃa tres maneras en que uno podÃa enfrentarse a él y destruirlo. La primera manera consistÃa en cortar una cabeza por vez; la segunda era alcanzar ese misterioso estado de ser llamado al sitio donde no hay compasión, el cual aniquila la importancia personal matándola lentamente de hambre; y la tercera manera era pagar por la aniquilación instantánea del monstruo de las mis cabezas con la muerte simbólica de uno mismo.
La importancia personal (yo psicológico, yo pluralizado, yoes, defectos) es la fuerza que ha desconectado al hombre del espÃritu, ya que es la fuerza que mantiene fijo al punto de encaje. Asà que si se restringe la importancia personal, la energÃa que naturalmente requiere y emplea queda libre. Y finalmente, que esa energÃa libre y no malgastada es la que llama al espÃritu y sirve entonces como un trampolÃn automático que lanza al punto de encaje, instantáneamente y sin premeditación, a un viaje inconcebible.
¿Cómo romper la imagen de sà mismo (yo psicológico, yo pluralizado)?
El mundo de nuestra imagen de sÃ, que es el mundo de nuestra mente (procesos mentales: pensamiento, imaginación, creatividad, lenguaje, etc.), es muy frágil; y se mantiene estructurado gracias a unas cuantas ideas clave que le sirven de orden básico, ideas aceptadas por el conocimiento silencioso asà como por la razón. Cuando esas ideas fracasan, el orden básico deja de funcionar.
¿Cuáles con esas ideas clave?
La idea clave es la continuidad.
¿Qué es la continuidad en el ser humano?
La idea de que somos un bloque sólido. Es nuestra mente, lo que sostiene nuestro mundo es la certeza de que somos inmutables. Podemos aceptar que nuestra conducta (personalidad) se pueda modificar, que nuestras reacciones y opiniones se pueden modificar; pero la idea de que somos maleables al punto de cambiar de aspecto, al punto de ser otra persona, no forma parte del orden básico de nuestra imagen de sà (yo psicológico). Cada vez que el brujo interrumpe ese orden básico, el mundo de la razón (mundo de las ideas) se viene abajo.
El único camino digno, tanto para los brujos como para los hombres comunes, es restringir nuestro apego a la imagen de sà (yoes, yo psicológico, yo pluralizado). Lo que el nagual trata de hacer con sus aprendices es romper el espejo de la imagen de sÃ. Cada uno de nosotros tiene un diferente grado de apego a su imagen de sÃ. Y ese apego (yo psicológico, yo pluralizado) se hace sentir como una necesidad, ya que dirige, gobierna y controla nuestra personalidad en la iteración interpersonal e intrapersonal.
Pero hay ejemplos de personas, brujos o personas comunes, que no necesitan de nadie. Obtienen paz, armonÃa, risa, conocimiento, directamente del espÃritu. No necesitan intermediarios. Los Intermediarios, además de proporcionar una mÃnima oportunidad, que es el darse cuenta del intento, ayudan a romper el espejo de la imagen de sÃ, ya que el nagual ataca constantemente la imagen de sà de sus discÃpulos, y de esta manera poco a poco va rompiéndose.
La ruptura es sólo un precursor. Lo que ayuda al punto de encaje a moverse es el hecho de que el nagual sin tener compasión apela directamente al conocimiento silencioso. El no tener compasión es un estado de ser, un nivel de intento. El nagual lo utiliza para provocar el descenso del espÃritu y el movimiento de su propio punto de encaje o el de sus aprendices. O lo utiliza para acechar.