La única manera de explicar el intento, dice Don Juan es experimentarlo en forma directa por medio de una conexión viva que existe entre el intento y todos los seres vivientes. Los brujos llaman intento o voluntad a lo indescriptible, al espÃritu, al abstracto, al nagual.
Asegura Don Juan Matus que la primera historia de brujerÃa, tejida en torno a las manifestaciones del espÃritu, era en esencia, una descripción de la relación entre el intento y el nagual. Era la historia de cómo el espÃritu le proponÃa una opción al nagual: un posible discÃpulo. Y cómo debÃa el nagual evaluar esa opción antes de tomar la decisión de aceptarlo o rechazarlo.
Don Juan explica que cada uno de los actos realizados por los brujos, especialmente por los naguales, tenÃa como finalidad el reforzar el vÃnculo de conexión con el intento, o eran actos provocados por el vÃnculo mismo. Por esta razón, los brujos y los naguales en particular, debÃan estar activa y permanentemente alerta en espera de las manifestaciones del espÃritu. A tales manifestaciones se les llama gestos del espÃritu o, de manera más sencilla, indicaciones, augurios, presagios.
Don Juan dice que la conciencia acrecentada no revelaba todo lo que se ha almacenado en ella hasta el momento en que el edificio del conocimiento de la brujerÃa estuviera completo.
Sin embargo la verdad es que el espÃritu se revela a todo el mundo con la misma intensidad y persistencia, pero sólo los brujos, y en especial los naguales, le prestan atención.
Don Juan afirma que la muerte era algo enteramente personal, de cada uno de nosotros; y que era una mancha negra permanentemente colocada atrás del hombro izquierdo. Dice que los brujos sabÃan cuando una persona estaba próxima a morir, porque veÃan que la mancha negra se convertÃa en una sombra móvil del tamaño y la forma exactos de la persona a la que pertenecÃa. La muerte es una fuerza que incesantemente golpea a los seres vivientes en una abertura en su caparazón luminosa, y que en el hombre esta abertura está localizada a la altura del ombligo. Explica Don Juan que la muerte golpea a los seres fuertes y saludables con un golpe parecido a un pelotazo o un puñetazo. Pero cuando esos seres están moribundo, la muerte los ataca con acometidos parecidas a puñaladas.
Los naguales han aprendido y aceptado que en el mundo natural no hay taller de reparaciones sino que todo se reemplaza. Y tales incidentes sirven para probar si un nagual es real o falso. Los naguales toman decisiones y, sin importarles las consecuencias, ponen manos a la obra o se abstienen de hacerlo. Los impostores reflexionan, y sus reflexiones los paralizan.
Los brujos hablan de la brujerÃa como si ésta fuera un ave mágica, misteriosa, que detiene su vuelo para dar propósito y esperanza al hombre; que los brujos viven bajo el ala de esa ave, a la que llaman el pájaro de la sabidurÃa, el pájaro de la libertad y que lo alimentan con su dedicación e impecabilidad. Los brujos saben que el vuelo del pájaro de la libertad es siempre una lÃnea recta, ya que esa ave no tiene modo de hacer curvas en el aire, de girar y volver atrás, y que el pájaro de la libertad sólo puede hacer dos cosas llevar a la gente consigo o dejarlos atrás.
Dice Don Juan que no se debe de olvidar, ni por un instante, que el pájaro de la libertad tiene muy poca paciencia con la indecisión y que, una vez que se va jamás regresa.
A través de ejemplos y de sus actos los naguales proporcionan a sus aprendices una visión constante del mundo de los brujos; un mundo sustentador y formativo, por un lado, y excesivamente exigente por otro. Un mundo que admitÃa muy pocos errores.
Don Juan afirma que los lugares de poder como algunas cuevas fueron diseñadas por lo brujos de la antigüedad para servir de catalizadores. La forma ha sido medida cuidadosamente a fin de acomodar a dos personas, en el aspecto de dos campos de energÃa. La teorÃa de esos brujos era que la naturaleza de la roca, y el modo en que la tallaron, permitÃan a dos cuerpos, a dos bolas luminosas, entretejer su energÃa. Son creadas como instrumentos para empujar al aprendiz a un profundo estado de conciencia acrecentada. Pero desafortunadamente, asà como ayuda también malogra: empuja a los brujos a las acciones. A los antiguos brujos no les gustaba pensar, preferÃan actuar.
El intento crea edificios frente a nosotros y nos invita a entrar en ellos. Este es el modo como los brujos entienden su mundo; creen que cada cosa que pasa a su alrededor es un edificio creado por el intento.
Para Don Juan lo anterior, representa dos cosas: el edificio que el intento construye, en abrir y cerrar de ojos y coloca frente a nosotros para que entremos en él, y las señales que nos da para que nos perdamos una vez adentro. A pie de todo eso está el edificio del intento.
La conciencia acrecentada es un misterio sólo para nuestra razón. En la práctica, es de lo más sencillo que hay. Como siempre somos nosotros quienes complicamos todo al tratar de transformar la inmensidad que nos rodea en algo razonable.
Las manifestaciones del espÃritu es el nombre del primer centro abstracto de las historias de brujerÃa. Obviamente, lo que los brujos conocen como centro abstracto, es algo que, por el momento, se pasa de alto. Y esa parte que se nos escapa, los brujos la conocen como el edificio del intento, o la voz silenciosa del espÃritu, o el arreglo ulterior de lo abstracto.
Ulterior dice Don Juan que significa más que algo no revelado abiertamente; significa el conocimiento sin palabras; el conocimiento que quedaba fuera de nuestra comprensión racional.
La regla dice que los centros abstractos y las historias de brujerÃa deben enseñarse en este punto – dice Don Juan – que algún dÃa, las historias mismas revelan el arreglo ulterior de lo abstracto, que es, el conocimiento silencioso; el edificio del intento, que está indisputablemente presente en las historias.
Don Juan afirma que el arreglo ulterior de lo abstracto no es simplemente el orden en el que nos presentaron los centros abstractos, ni tampoco lo que tienen en común, y ni siquiera el tejido que los une. Más bien, es el acto de conocer lo abstracto directamente, sin la intervención del lenguaje.