EL CONOCIMIENTO SILENCIOSO

EL CONOCIMIENTO SILENCIOSO

Ramón Ruiz Limón

Volver al índice

¿Qué pasa una vez que nos convenzamos que existe ese poder?

Nada – una vez que lo alcanzamos, el poder mismo hará uso de esos inaccesibles campos de energía. Y eso, como ya te dije, es brujería. Empezamos entonces a ver, es decir, a percibir algo mas, no como una cosa de la imaginación sino como algo real y concreto. Y después comenzamos a saber de manera directa, sin tener que usar palabras. Y lo que cada uno de nosotros haga esa percepción acrecentada, con ese conocimiento silencioso dependerá de nuestro propio temperamento.

Don Juan Matus dice que en el universo hay una fuerza inmensurable e indescriptible que los brujos llaman intento y que absolutamente todo cuanto existe en el cosmos esta enlazado, ligado a esa fuerza por el vínculo de conexión. Por ello, el total interés de los brujos es delinear, entender y utilizar tal vínculo, especialmente limpiarlo de los efectos nocivos de las preocupaciones de la vida cotidiana (yo psicológico, yoes, defectos personales). Dice Don Juan Matus que a este nivel, la brujería podía definirse como el proceso de limpiar nuestro vinculo con el intento. Afirmo que este proceso de limpieza es sumamente difícil de comprender y llevar a cabo. Y que por lo tanto, los brujos dividían sus enseñanzas en dos categorías. Una es la enseñanza dada en el estado de conciencia cotidiano, en el cual el proceso de limpieza es revelado en forma velada y artificiosa; la otra, es la enseñanza dada en estados de conciencia acrecentada, tal como el que yo estaba experimentando en ese momento. En tales estados los brujos obtenían el conocimiento directamente del intento, sin la intervención del lenguaje hablado.

Don Juan explicó que, empleando la conciencia acrecentada y a través de miles de años de tremendos esfuerzos, los brujos obtuvieron un conocimiento específico y al mismo tiempo incomprensible acerca del intento; y que habían pasado ese conocimiento de generación en generación hasta nuestros días. Dijo que la tarea principal de la brujería consiste en tomar ese incompresible conocimiento y hacerlo comprensible al nivel de la conciencia cotidiana.

A un guía se le llama “nagual” y que el nagual es un hombre o una mujer dotado de extraordinaria energía; un maestro dotado de sensatez, paciencia e increíble estabilidad emocional; un brujo, al cual los videntes ven como una esfera luminosa con cuatro compartimentos, como si cuatro esferas luminosas estuvieran comprimidas unas contra otras. Su extraordinaria energía les permite a los naguales intermediar; les permite ser un viaducto que canaliza y transmite, a quien fuera, la paz, la armonía, la risa, el conocimiento, directamente de la fuente, del intento. Son los naguales quienes tienen la responsabilidad de suministrar lo que los brujos llaman la oportunidad mínima: el estar consciente de nuestra propia conexión con el intento.

En sus enseñanzas, desarrolladas por los brujos de la antigüedad, existen dos categorías de instrucción. A una de ellas se le denomina “enseñanza para el lado derecho” y se lleva a cabo en estados de conciencia cotidiana. A la otra se le llama “enseñanza para el lado izquierdo” y se la practica solamente en los estados de conciencia acrecentada.

Las dos categorías de instrucción permiten a los maestros adiestrar a sus aprendices en tres áreas: la maestría del estar consciente de ser, el arte del acecho y la maestría del intento. Estas tres áreas también se conocen como los tres enigmas que los brujos encuentran al buscar el conocimiento.

La maestría del estar consciente de ser, es el enigma de la mente; la perplejidad que los brujos experimentan al darse cuenta del asombroso misterio y alcance de la conciencia de ser y la percepción.

El arte del acecho es el enigma del corazón; el desconcierto que sienten los brujos al descubrir dos cosas: una, que el mundo parece ser inalterablemente objetivo y real debido a ciertas peculiaridades de nuestra percepción; y la otra, que si se ponen en juego diferentes peculiaridades de nuestra percepción, ese mundo que parece ser inalterablemente objetivo y real, cambia.

La maestría del intento es el enigma del espíritu, el enigma de lo abstracto.

La instrucción proporcionada por don Juan en el arte del acecho y la maestría del intento se basaron en la instrucción del estar consciente de ser: una piedra angular que consiste de las siguientes premisas básicas:

1. El universo es una infinita aglomeración de campos de energía, semejante a filamentos de luz que se extienden infinitamente en todas direcciones.

2. Estos campos de energía, llamados las emanaciones del Águila, irradian de una fuente de inconcebibles proporciones, metafóricamente llamada el Águila.

3. Los seres humanos están compuestos de esos mismos campos de energía filiforme. A los brujos, los seres humanos se les aparecen como unos gigantescos huevos luminosos, que son recipientes a través de los cuales pasan esos filamentos luminosos de infinita extensión; bolas de luz del tamaño del cuerpo de una persona con los brazos extendidos hacia los lados y hacia arriba.

4. Del número total de campos de energía filiformes que pasan a través de esas bolas luminosas, solo un pequeño grupo, dentro de esa concha de luminosidad, esta encendido por un punto de intensa brillantez localizado en la superficie de la bola.

5. La percepción ocurre cuando los campos de energía en ese pequeño grupo, encendido por ese punto de brillantez, extienden su luz hasta resplandecer aun fuera de la bola. Como los únicos campos de energía perceptibles son aquellos iluminados por el punto de brillantez, a ese punto se le llama el “punto donde encaja la percepción” o simplemente, “punto de encaje”.

6. Es posible lograr que el punto de encaje se desplace de su posición habitual en la superficie de la bola luminosa, ya sea hacia su interior o hacia otra posición en su superficie o hacia fuera de ella. Dado que la brillantez del punto de encaje es suficiente, en si misma, para iluminar cualquier campo de energía con el cual entra en contacto, el punto, al moverse hacia una nueva posición, de inmediato hace resplandecer diferentes campos de energía, haciéndolos de este modo percibibles. Al acto de percibir de esa manera se le llama ver.

7. La nueva posición del punto de encaje permite la percepción de un mundo completamente diferente al mundo cotidiano; un mundo tan objetivo y real como el que percibimos normalmente. Los brujos entran a ese otro mundo con el fin de obtener energía, poder, soluciones a problemas generales o particulares, o para enfrentarse con lo inimaginable.

8. El intento es la fuerza omnipresente que nos hace percibir. No nos tornamos conscientes porque percibimos, sino que percibimos como resultado de la presión y intromisión del intento.

9. El objetivo final de los brujos es alcanzar un estado de conciencia total y ser capaces de experimentar todas las posibilidades perceptuales que están a disposición del hombre. Este estado de conciencia implica, asimismo, una forma alternativa de morir.

La maestría del estar consciente de ser requería un nivel de conocimiento práctico. En este nivel Don Juan enseñaba los procedimientos para mover el punto de encaje. Los dos grandes sistemas ideados por los brujos videntes de la antigüedad de los sueños, y el acecho, o el control de la conducta.

Puesto que mover el punto de encaje es una maniobra esencial, todo brujo tiene que aprenderlo. Algunos de ellos, los naguales, llegan a hacerlo en otros; son capaces de desplazar el punto de encaje de su posición habitual mediante una fuerte palmada asestada directamente al punto de encaje. Este golpe que se siente como una manotada propinada en el omoplato derecho – aun cuando nunca toda el cuerpo – produce un estado de conciencia acrecentada.