Sólo el ser humano que fuera un dechado de la razón podrÃa mover su punto de encaje con facilidad, para ser un dechado del conocimiento silencioso. Sólo aquellos que estaban justamente en una de las dos posiciones podÃan ver con claridad la otra posición; y que ese habÃa sido el modo como se inicio la era de la razón. La posición de la razón se veÃa claramente desde la posición del conocimiento silencioso.
La conexión entre el conocimiento silencioso y la razón era, para los brujos, como un puente de una sola mano, llamado, “interés”. Es decir, el interés que los auténticos hombres del conocimiento silencioso tenÃan por la fuente de lo que sabÃan. Y el otro puente de una sola mano, que conecta la razón con el conocimiento silencioso, es llamado el “puro entendimiento”. Es decir, lo que le dice al hombre de razón que la razón es solamente como una estrella en un infinito de estrellas.
Cualquier ser humano que tuviera ambos puentes en funcionamiento es un brujo en contacto con el espÃritu, la fuerza vital que posibilita ambas posiciones. El espÃritu sólo escucha cuando el que le habla, le habla con gestos. Y los gestos no significan hacer señales o mover el cuerpo, sino actos de verdadero abandono, de generosidad, de humor. Con gestos para el espÃritu, los brujos sacan de sà lo mejor que tienen; su abandono, su frialdad, su audacia y silenciosamente lo ofrecen al espÃritu.
Aprender a manejar el mundo cotidiano de una manera inteligente, nos toma muchos años de adiestramiento. Nuestra preparación, ya sea en el razonamiento mundano o en temas especializados, es muy rigurosa, porque el conocimiento que se nos trata de impartir es muy complejo. Idéntico criterio puede aplicarse al mundo de los brujos; sus métodos de enseñanza, los cuales dependen de la instrucción oral y de la manipulación de la conciencia de ser, aunque diferentes de los nuestros, son igualmente rigurosos, puesto que su conocimiento es tan, o hasta quizás mas, complejo que el nuestro.