COMO ROMPER CON LA HISTORIA DEL CHOLO BARATO
Velisario Cieza Pérez
1. Proceso histórico
1.1. Por el lado de la distribución del ingreso.
El Perú no ha sido ajeno a los debates sobre desigualdad (1) en la distribución de la riqueza, como lo muestran las discusiones de la década de los veinte sostenidas por José Carlos Mariátegui, Haya de la Torre, Luís Alberto Sánchez o M. Villarán, para determinar si la propiedad de la tierra o la educación era el problema principal de la pobreza del indio (Orlando Plaza, 2005) (2). La combinación de las expectativas y la disminución de las oportunidades para los sectores de menor educación es un cóctel explosivo y lo será cada vez más. Está llevando a que progresivamente más jóvenes marginados estén saltando los muros de sus ciudades ocultas, armados y desinhibidos por la droga, para adentrarse en zonas comerciales o residenciales y asaltar o secuestrar a cualquiera que parezca bien vestido, o lleve algún objeto brillante Hoy más que nunca la pobreza, la marginalidad y la delincuencia está erosionando la calidad de vida (Oppenheimer) (3) de todos los peruanos incluyendo la de los más adinerados. Todos estos chicos que no van ala escuela, no conocen a su padre, que no pertenecen a una iglesia ni a un club, viven en la calle y consumen drogas son mano de obra para la criminalidad (Yaría) (4)
De igual manera actualmente el Banco Mundial sostiene la existencia de tres corrientes teóricas que explican las razones del porque países como el Perú, no han logrado penetrar en los mercados globales con bienes y servicios con mayor valor agregado que el que demanda las materias primas o la mano de obra no calificada:
Una primera corriente teórica atribuye los problemas de estos países a políticas e infraestructura inadecuadas, instituciones débiles y corrupción gubernamental. Según esta teoría, los países no pueden llegar a ser parte de la economía global abriendo simplemente sus fronteras al comercio y a la inversión; más bien, deben emprender diversas acciones complementarias en una amplia gama de sectores.
Según plantea una segunda corriente teórica, los países marginados adolecen de desventajas inevitables relacionadas con la geografía y con el clima. Por ejemplo, para países sin salida al mar puede resultar imposible competir en los mercados de bienes manufacturados y servicios. Esta teoría sugiere que se requieren programas globales para ayudar a estos países, por ejemplo, combatiendo la malaria e irrigando zonas agrícolas propensas a la sequía.
Una tercera teoría combina las dos corrientes anteriores. Aduce que, en un principio, los países pobres no lograron globalizarse debido a políticas inadecuadas. Independientemente de las causas originales, continúa planteando esta teoría, que estas naciones han perdido siempre la oportunidad de industrializarse debido a que, en la actualidad, otros países llevan una delantera demasiado grande.
Por lo tanto, hoy en día se acepta mayoritariamente un enfoque holístico en el tema de desigualdad distributiva y crecimiento del ingreso, es decir, la multifuncionalidad de la desigualdad así como la de los seres humanos (Orlando Plaza, 2005) (5), expresado en la pertenencia a diversos grupos sociales con distintas valoraciones, satisfacción de necesidades y de reconocimiento como tales en sus dimensiones biológicas, psicológicas, sociales y culturales. Según Figueroa en el Perú hay cuatro actores económicos: los capitalistas; los asalariados calificados del sector moderno; los trabajadores del sector informal y de autoconsumo con calificaciones relativamente menores y los trabajadores tipo Z, que además, de estar en el autoconsumo y tener bajas calificaciones están en el sector de los excluidos, por elementos de índole cultural (Figueroa, 2005) (6).
Además, existen elementos institucionales y el proceso histórico de la sociedad peruana y de la región que constituyen entre otros, factores explicativos de la alta desigualdad en la distribución del ingreso, comparado con países que tienen un pasado común como Finlandia o Australia que también fueron colonias y poseen abundantes recursos naturales, situación que conlleva a concluir que si la distribución es un problema donde la historia cuenta, entonces hay que hacer políticas que lleven a hacer algo así como refundaciones de la sociedad (Figueroa, 2005), cada cierto tiempo.
Para hablar de desigualdad distributiva del ingreso, utilizamos generalmente al índice de GINI y la curva de Lorenz, que son ampliamente conocidos, aunque son criticados porque presentan problemas de certeza de medición y comparación, especialmente cuando se tratan de hacer comparaciones entre países, situación que el banco mundial a tratado de superar estableciendo estándares de aceptabilidad (Deininger y Squire 1996). En el siguiente cuadro se muestran las estimaciones de desigualdad mediante el índice de GINI, donde se puede decir que no existe un avance significativo en la reducción de la desigualdad en el Perú, al contrario en la última década, se ha producido un retroceso en la equidad distributiva del ingreso, para los años del 2000 al 2004, donde el índice de GINI está por encima de 0.5, muy cercano a la desigualdad registrada en los años de 1950 a 1970, cuyo índice estuvo próximo a 0.6; periodo en que el 20% más rico concentraba el 77.30 del ingreso en el Perú, mientras que el 50% más pobre poseía solo el 12.3%.
El Perú al igual que el resto de países de América Latina en cuestión de desigualdad, es lo inverso de los países desarrollados, de Europa del Este y algunos países de Asia; el coeficiente de desigualdad de GINI es el más alto en América Latina respecto de Europa del Este, de países desarrollados e incluso de Asia, como se muestra en el siguiente cuadro:
A nivel percepciones, es decir lo que piensan y sienten los ciudadanos en el Perú sobre la distribución del ingreso existe una percepción altamente mayoritaria de injusta y muy injusta, como se puede constatar en el siguiente gráfico, la percepción que tienen los ciudadanos sobre la distribución de la renta como injusta y muy injusta juntas superan el 90%.
Situación originada por la incapacidad del estado, debido a que históricamente en nuestro país se mantiene intacto los altos índices de pobreza y de marginación que constituyen un peligro algo más que potencial de inestabilidad política, constituyéndose para los gobernantes la posibilidad de convulsiones sociales que, como también es sabido, no son precisamente el mejor caldo de cultivo para dinamizar el crecimiento y la actividad económica. Es decir demostrada incapacidad de acción del estado peruano para hacer que los beneficios lleguen a los más pobres, porque su capacidad de gestión reguladora y de supervisión es débil en los intercambios del comercio y las finanzas nacionales e internacionales; porque las empresas multinacionales y los flujos de capital que estas disponen, superan ampliamente a los recursos disponibles de los entes reguladores nacionales. Como sostiene Alberto Adrianzen, que el problema es que el estado en las democracias latinoamericanas es pobre para hacer cumplir la ley de manera universal e incapaz de gravar efectivamente a los ricos mediante impuestos. Los ricos encuentran más eficiente comprar de manera privada servicios diversos educación, atención médica, acceso al poder judicial o la seguridad- que pagar impuestos que permitan financiar esos servicios para todos. Afirmando además que son la clase media la que más tributa, la que recibe la mayor parte de estos servicios, mientras que los pobres, al no tributar o tributar muy poco, reciben pocos servicios. Mientras que los ricos, por su parte, compran privadamente estos servicios, pero se llevan la mayor parte de los beneficios de la producción (Adrianzen, 2005) (7).
Y precisamente porque los beneficios de la producción y de las exportaciones no llega a los que menos tienen, se estima que la tendencia a la desigualdad será cada vez más pronunciada si se sostiene el actual tipo de relaciones económicas basadas en la asimetría y las políticas económicas a las que poco importa la desigualdad que provocan, no es desatinado sostener que las poblaciones empobrecidas, se vean inducidas por criminales terroristas y políticos oportunistas para apoyar el lado oscuro de la fuerza (8) (el crimen, la guerra y la política), como medida de lucha para hacer escuchar sus demandas. Por eso las Naciones Unidas, en su estudio sobre la democracia en el Perú, advierte sobre riesgos de violencia en la construcción democrática del Perú, donde se señala que un 7,7% de peruanos cree que el Perú cambiará por métodos violentos, el 19,4% cree que el Perú es una desgracia y no va a cambiar nunca y el 29,2% cree que la violencia es necesaria para cambiar al pueblo (9); un claro ejemplo de esto los constituyeron recientemente los lamentables sucesos de lugares como Ayacucho, Huancavelica y otras ciudades empobrecidas, convertidas en un holocausto, durante las décadas de los ´80 y principios de los ´90 (Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación 2004).
1. En síntesis, expresa el acceso diferenciado que
tienen los individuos a los recursos que dispone su sociedad, acceso
exclusivo o inclusivo de acuerdo a su organización política, económica,
cultural y social de su estado-nación./véase: Orlando Plaza-El Perú de
hoy, Desco, 2005 .
2. Orlando Plaza-El Perú de hoy, Desco, 2005
3. Oppenheimer, A. Cuentos chinos, Buenos Aires,
2006.
4. Juan Alberto Yaría, Instituto de Drogas de la
Universidad del Salvador, Buenos Aires.
5. Orlando Plaza-El Perú de hoy, Desco, 2005.
6. El Perú de hoy, Desco, 2005.
7. Alberto Adrianzen, El Perú de hoy, DESCO 2005.
8. Hirshleifer, Jack (1925-2005), El lado oscuro de la
fuerza (discurso pronunciado ante la Westerm Economic Association en
1993).
9. La democracia en el Perú, PNUD, 2005.