APUNTES DE TEORÍA Y POLÍTICA MONETARIA
Mario Alberto Gaviria Ríos
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EN BUSCA DE SU ORIGEN HISTÓRICO
La Teoría Cuantitativa del Dinero tiene su origen histórico en los
esfuerzos de los teóricos clásicos por explicar la inflación europea
posterior al descubrimiento y conquista del continente americano. Según
sus argumentos, dicho fenómeno tuvo origen en la gran expansión de la
cantidad de dinero (oro en el periodo histórico referido) producto de la
exportación de metales preciosos desde las colonias americanas hacia el
viejo continente.
El ingreso de esos metales preciosos no estuvo acompañado por una
expansión paralela de la capacidad productiva de la economía europea,
con lo cual en estos países se vivió un fenómeno donde, dada la mayor
cantidad de dinero poseída por las personas, la elevación continua de la
demanda agregada de bienes y servicios era constantemente insatisfecha
(una mayor cantidad de dinero en procura de la misma cantidad de bienes
y servicios) y, por consiguiente, se elevaban los precios de los
productos. Esta situación podría representarse en términos gráficos
así:
Gráfico No 1: La expansión monetaria y el aumento en los precios
La idea implícita en este planteamiento es que las economías tienden a
estar en situación de
pleno empleo[1],
lo cual se expresa de manera gráfica por una curva de oferta agregada
(OA) vertical a ese nivel de empleo. En consecuencia el sector
productivo de esa economía estará limitado para ampliar su oferta de
bienes y servicios y, mientras no varíen las condiciones de oferta y se
amplíe la capacidad productiva, las expansiones de la demanda agregada,
provocadas por el aumento en la cantidad de dinero de la economía, sólo
generan presiones inflacionarias como las que se muestran en el gráfico
No1.
Esa situación de pleno empleo está garantizada, según la visión clásica,
por la flexibilidad de precios y salarios. Cualquier desbalance que se
presente en los distintos mercados de productos, individuales o
agregados, se corregirá de manera automática y rápida a través de la
modificación de los precios de los bienes y servicios que se
intercambian en ese mercado. A su vez, los desequilibrios que se
presenten en el mercado de trabajo[2]
se resolverán mediante variaciones en el salario nominal.
Por lo anterior es improbable una situación de desequilibrio permanente
en los mercados de productos que conduzca a la aparición del desempleo
de carácter cíclico, y si este se presenta provocará una caída de los
salarios nominales que animará a los productores a contratar más
trabajo, corrigiéndose así el desajuste.
[1]
Situación en la cual la tasa de desempleo es solo friccional y
estructural, es decir no existe desempleo cíclico (aquel ocasionado
por las fluctuaciones cíclicas de la demanda agregada de productos).
[2]
Con excepción de aquellos desequilibrios que obedecen a la movilidad
de la fuerza de trabajo entre distintas ocupaciones y sectores de la
producción (desempleo friccional) y a los desajustes observados en
las características y niveles de calificación que presenta la oferta
de trabajo frente a los requerimientos implícitos en la demanda de
trabajo.