En Busca del Desarrollo de Ventajas Competitivas
Eduardo Amorós
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CASO: EMPRESA EDITORA LA NACIÓN, S.A.C
Empresa Editora La Nación, S.A.C. es una empresa periodística que edita, imprime, distribuye y comercializa varios diarios de distribución local y nacional, dirigidos a distintos segmentos socioeconómicos de la población, así como revistas especializadas en todo el Perú.
En los años noventa, para reducir los costos de transportes de Lima a provincias, la editora decidió utilizar alta tecnología en la transmisión de información vía satélite e imprimir sus diarios en puntos estratégicos del país. Para lo cual realizó un ventajoso contrato de concesión de un canal del Panamsat por un lapso de 25 años. Del mismo modo, se adquirieron locales para la instalación de sus plantas de producción descentralizadas y los equipos necesarios para implementación de cada una de ellas.
Uno de los puntos estratégicos que se implementaron fue la planta de la ciudad de Trujillo. En estas instalaciones, funcionaba una redacción completa, oficinas de comercialización de avisos publicitarios, de despacho, distribución y circulación de diarios y, por último, una rotativa de ocho unidades que le permitía imprimir dieciséis páginas tamaño tabloide a todo color en una sola tirada. Estaba dispuesta en cuatro torres de dos unidades cada una. Con dos fólderes (que permita imprimir dos productos diferentes de ocho páginas a todo color cada uno ) y dos castillos porta bobinas que alimentan a cuatro unidades cada una.
La planta estaba ubicada en el cercado de la ciudad de Trujillo. Dicha zona en horas de la noche (a partir de las 8:00) era muy peligrosa por los continuos asaltos que ocurrían.
El departamento comercial, con el fin de incrementar los ingresos por concepto de publicidad, comenzó a comercializar el servicio de encarte de separatas publicitarias, que consistía en incluir en el diario una hoja de publicidad, impresa ya sea por el cliente o por la editora, en una calidad de papel igual o diferente de la normalmente empleada en la impresión de los diarios y suplementos, la cual era insertada en una página o sección específica solicitada por el cliente.
Para colocar el encarte dentro de la edición, se contrataba un promedio de 10 mujeres (era preferible, pues eran más cumplidas en cuanto a horarios, la pérdida de diarios era menor y son más rápidas que los hombres), las que realizaban su labor a partir de las 7:00 pm (hora en que se termina de imprimir la primera sección del diario en que, generalmente, se encarta las separatas contratadas) y terminaban aproximadamente a la 1:00 am. Las encartadoras eran contratadas bajo la modalidad de plazo fijo (3 meses). Dicho contrato era renovado en la medida en que el servicio mantuviera el éxito logrado hasta esos momentos y la calidad del trabajo de dichas encartadoras sea el adecuado para las necesidades de la organización. Algunas de estas trabajadoras eran familiares del personal obrero de la planta del turno de día.
En algunas ocasiones al terminar el trabajo y dependiendo de la disponibilidad de la unidades de distribución de diarios, el jefe de planta, el Ing. Juan Torres, ordenaba la movilización del personal desde la planta a sus casas o, en todo caso, a los lugares más cercanos y más seguros, pues ya habían ocurrido algunos intentos de asalto. Existían comentarios por parte del personal de encarte que debería ser diaria la movilidad.
El viernes 17 de diciembre de ese mismo año, el jefe de planta se encontraba enfermo, por lo que su asistente, el Ing. Carlos Gonzáles, decidió no otorgarles el servicio de movilidad esa noche, pues argumentaba no haber recibido ninguna indicación específica sobre el tema.
Las encartadoras se retiraron al terminar sus labores, y la Sra. Perea, esposa del Jefe de Mantenimiento de la rotativa tanto mecánico como eléctrico, fue asaltada y golpeada por delincuentes de la zona, a dos cuadras de la planta, en los momentos en que buscaba movilidad. Al día siguiente, el Sr. Carlos Perea reclamó al Ing. Gonzáles por el hecho de que era una práctica continua el transportar al personal femenino de encarte y que el Ing. Torres inclusive les facilitaba dinero de su caja chica para que se movilizaran a sus casas los días en que no estuvieran disponibles las unidades que distribuían los diarios. El Ing. Gonzáles le contestó que él ni la empresa no tenían la obligación de hacerlo, y si el Jefe de Planta lo hacía, sus razones debería tener o habría realizado las coordinaciones necesarias con la Gerencia General, pero que él no tenía la autorización oficial de hacerlo.
El Sr. Perea recurrió al gerente regional, el Ing. Martín Rodríguez, ya que el Jefe de Planta seguía con permiso por estar delicado de salud, y éste le confirmó que la empresa no tenía ninguna obligación de hacerlo, pero que asignaría la camioneta los días que se encontrara disponible y no interfiriera con la distribución de los diarios y suplementos. Asimismo le indicó que el Ing. Torres no tenía autorización para otorgarles movilidad, pues es un tema, que si bien es cierto había sido solicitado por el mencionado Jefe de Planta, todavía no había sido discutido en los Comités de Gerencias que se realizan todos los martes a las 9:00 a.m. Además, le informó que lo más probable era el rechazo del pedido y que, en todo caso, sus esposos fueran a recogerlas, que ya bastante hacían con contratarlas para mejorar los ingresos familiares de los trabajadores de la empresa
El 19 de diciembre, el Sr. Perea, el Sr. Luis Llanos y el Sr. Juan Limo del Área de Mantenimiento de la rotativa no fueron a trabajar reclamando de esta manera el rechazo del servicio diario de movilidad a las encartadoras. Las esposas de estas tres personas trabajaban en horario nocturno y formaban parte del equipo de encarte. En la noche, no se presentó ninguna encartadora a laborar, en reclamo por el mismo tema. Los demás trabajadores de la empresa no lo decían abiertamente, pero estaban de acuerdo con el reclamo del personal de mantenimiento y encarte que dejaron de trabajar. El Ing. Martín Rodríguez no tenía claro qué posición tomar y cómo resolver el problema, debido a que no podía dejar pasar el hecho de la indisciplina de los trabajadores y, a su vez, necesitaba que el personal se incorporara lo antes posible, pues la venta de encartes seguía teniendo el éxito inicial y la rotativa necesitaba de mantenimiento preventivo diario. Según rumores en la planta, dichos trabajadores no se iban a reincorporar hasta que se solucionara el problema.