Jahir Rodríguez Rodríguez
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Alguien dice que la ciudad es "una gran alma, (...) un cuerpo que siente, que se mueve". Esto no es, en sentido estricto, ninguna novedad. Las ciudades han sido, por los siglos, percibidas como seres dotados de vida propia. Su ritmo, su vitalidad, la cantidad de vida que aglomeran la hacen meritoria de tal sentimiento. Poetas, artistas, filósofos, científicos y locos se han encargado de recordárnoslo todo el tiempo. Jahír Rodríguez Rodríguez siente y percibe, precisamente así, la ciudad. Y aquí, sí que estamos ante una novedad. Porque ese alguien proviene del más profundo compromiso con las causas sociales del país y del continente, ha jugado al lado de los que han soñado más democracia y más equidad para los latinoamericanos y, en su recorrido, ha transitado la comunidad campesina, el aula universitaria, la ONG y la oficina de servidor público. Hoy enfrenta el reto de mantenerse, dentro del proceso de la reconstrucción del Eje Cafetero, como quien imprime inteligencia al proceso, ya que se encuentra ubicado al frente de la Oficina de Planeación de Armenia, ciudad a la que la naturaleza pasó una cuenta de cobro muy alta por formas inadecuadas de ocupación del espacio. Nuestras urbes contemporáneas pueden ser miradas desde muchos puntos de vista. Aquí se encuentra una mirada caleidoscópica: al pasar las páginas, cambia el ángulo de mirada y van apareciendo imágenes distintas. La ciudad es vista desde perspectivas históricas, filosóficas, psicológicas, sociológicas y económicas. EL PALIMPSESTO DE LA CIUDAD es fiel a su título. A lo largo de sus folios se superponen lecturas y discursos y entran y salen, en sus propias palabras, numerosos autores que se han acercado a la ciudad desde el ojo literario o el oído musical, hasta el orden de la reflexión sobre los aspectos físicos o económicos. Fiel a su compromiso ético y político, este recorrido conceptual conduce a la lectura con intenciones, a las dimensiones que implican no sólo reflexión, sino acción urbana. Me refiero a las lecturas pedagógica, ecológica y comunicativa que ocupan las páginas finales. Allí surge el tema de la CIUDAD EDUCADORA como propuesta y -lo que lo hace más interesante- como telón de fondo para ejercer el gobierno de su ciudad. Entonces tienen su lugar conceptos como ciudad sostenible o desarrollo a escala humana. El autor pone sobre la mesa sus cartas intelectuales