Globalización, Desarrollo Local y Sociedad Civil
Leandro Venacio
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INTRODUCCIÓN
Globalización, desarrollo local y partenariado
En menos de una década el tema de la globalización económica no sólo se ha afirmado en el debate científico, sino que también ha llamado la atención de los medios y de la opinión pública.
A simple vista, la economía aparece siempre más desarraigada al lugar, siempre más móvil en el espacio: se buscan ocasiones de inversión de capital, de producción de bienes y servicios, o de venta de productos en lugares lejanos.
Curiosamente, a la imagen de una economía desarraigada de los lugares, alimentada por la globalización, también se observa otra imagen que se mueve en dirección opuesta: el desarrollo local.
Para encontrar los efectos de la globalización en las posibilidades del desarrollo local, es oportuno considerar dos procesos: el primero se refiere a las transformaciones político-institucionales, el segundo tiene que ver con las organizaciones productivas.
En cuanto al primer proceso, mientras se reducen los recursos transferidos desde el centro, crecen las tareas y las responsabilidades de los gobiernos locales y regionales. Cada gobierno local debe afrontar los problemas de desarrollo de su respectivo territorio. Es más, deben medirse con la competencia de otras áreas, al interior y al exterior de las fronteras nacionales. En este sentido, se puede decir que la globalización contribuye a acrecentar la necesidad de un rol más activo de los gobiernos locales.
Existe luego un segundo tipo de argumentación que se refiere a las relaciones entre globalización y desarrollo local. Como hemos ya anticipado, en este caso nos referimos a las transformaciones de las organizaciones productivas.
En sustancia, se hace hincapié en que las mayores oportunidades de movilidad de las empresas, las mejoras en los medios de transporte y en las tecnologías de la comunicación, favorecen los procesos de delocalización y hacen que las empresas estén menos vinculadas a un territorio.
Esto puede poner en dificultad o en crisis a territorios que no logran readaptarse, pero abre nuevas posibilidades para otros territorios que, a través de la propia capacidad de producir bienes colectivos, logran mejorar su propia posición, o incluso poner en funcionamiento un proceso de desarrollo. De esta manera, se abre una puerta para que ciertos territorios puedan escapar del subdesarrollo o del retraso.
Por otra parte, las transformaciones de los mercados abren más oportunidades para la producción de bienes no estandarizados, y también para productos a los cuales los consumidores de los países más ricos reconocen un elevado componente simbólico ligado a las tradiciones del saber hacer local. En este cuadro se crean más espacios para unir la producción de bienes y servicios con la valorización de bienes comunes radicados en los territorios. Estas oportunidades, que se amplían con la globalización, favorecen ulteriormente la posibilidad del desarrollo local.
Actualmente el desafío consiste en encontrar nuevas condiciones para el desarrollo en el ámbito de una economía cada vez más abierta, por ejemplo a través de la realización de acuerdos de partenariado entre territorios con historia, experiencias, valores, culturas empresariales, organizaciones productivas y sociales y disponibilidad de factores productivos significativamente diferenciados y, precisamente por esta condición, potencialmente sinérgicos.
Estas nuevas estrategias tienen como punto de referencia el concepto de redes largas, que es una expresión concreta del partenariado entre sistemas económicos con elevada complementariedad, manteniendo al mismo tiempo, aquellas características de participación, flexibilidad y empuje innovador que son típicas de los modelos de desarrollo local que han favorecido la creación y desarrollo de distritos industriales.
Dichas redes largas, a pesar de mantener sólidas raíces en lo local, deben articularse con recursos, competencias y oportunidades de otros contextos territoriales, aún en áreas geográficas muy lejanas. En una economía abierta en la cual el diferencial competitivo se basa cada vez más, por un lado, en los costos de producción y, por otro en el conocimiento que favorece la innovación constante y la calidad de producto; dos países como la Argentina e Italia, que poseen una localización geográfica distante, una estructura de costos diversa, pero a su vez, que cuentan con especializaciones productivas complementarias, afinidades culturales y lingüísticas, sistemas formativos avanzados e índices de elevada escolarización y que, además, pueden aprovechar los abundantes recursos naturales presentes en Argentina, se constituyen en partners potenciales.
Finalmente, mientras la globalización crea nuevas reglas de juego, contribuye a la vez a crear nuevas oportunidades para el desarrollo local. Pero para hacer frente a los desafíos y aprovechar las oportunidades es necesaria la cooperación entre público y privado local, regional, nacional e internacional- para favorecer el desarrollo del territorio y fortalecer a la sociedad civil.
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