Globalización, Desarrollo Local y Sociedad Civil
Leandro Venacio
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CAPÍTULO 1
Globalización, Desarrollo Local y Sociedad Civil
El nuevo equilibrio social entre desarrollo y cohesión social
Fritz Scharpf (1999) describe la trampa que se ha desarrollado en el tiempo para los países que forman parte de la Unión Europea. Por un lado, ha crecido la integración negativa, es decir el abatimiento de las barreras arancelarias y de los obstáculos al comercio y la competencia. En suma, se ha creado un espacio de mercado europeo, bajo el estímulo de la acción de la Comisión y de la Corte de Justicia que han podido actuar con mayor autonomía que los Estados, aprovechando las previsiones de los tratados constitutivos.
Por otro lado, ha disminuido la capacidad reguladora a nivel nacional sin crecer paralelamente la integración positiva, es decir, la capacidad de control europeo en el campo de las políticas económicas y sociales. En este caso, de hecho, las decisiones dependen directamente del consenso de los Estados miembros y son frenados por los intereses individuales, alimentados por diversos aspectos institucionales internos y por diversas condiciones de desarrollo.
La apertura y la integración de las diversas economías europeas, hasta la materialización de la unión monetaria, han privado progresivamente a los Estados nacionales de la posibilidad de sostener el empleo a través de intervenciones macroeconómicas en la demanda agregada. En este sentido, el Banco Central Europeo se ha constituido como el guardián de la inflación más que como un generador y garantizador de desarrollo.
La dificultad de reconstruir un nuevo keynesianismo europeo ha llevado a la discusión de diversas soluciones. En base a ellas, se llega a la conclusión que la globalización aumenta la movilidad territorial de las empresas, pero al mismo tiempo las hace más dependientes del contexto externo. Esto implica que la competitividad de las empresas, y de los sistemas económicos nacionales, depende mayormente de la capacidad de los actores locales (individuales, colectivos, públicos y privados) de cooperar para acrecentar las economías externas y construir sólidas ventajas localizadas y no depender meramente del costo. Y depende también de la capacidad de los niveles institucionales superiores (UE, Estados nacionales) estimular intervenciones de los gobiernos regionales y locales, y establecer eficaces formas de cooperación interinstitucional.18
Naturalmente, ventajas de costos son siempre importantes, pero si no se acompañan con la mejoría del contexto, del capital social y del fortalecimiento de la sociedad civil, no se es en grado de favorecer el desarrollo de productos innovativos, flexibles y de calidad.
En este contexto, las empresas son más móviles, pero al mismo tiempo y usando la metáfora propuesta por Pierre Veltz (1996) las exigencias más relacionales de la organización económica le empujan a la búsqueda de un contexto favorable donde ancorarse.
En este sentido se puede hablar de una tendencia hacia formas nuevas de establecimiento social de la economía que encuentra en el territorio la referencia privilegiada. Este es el desafío fundamental que enfrentan las organizaciones productivas de los países desarrollados y en desarrollo.
La capacidad de acrecentar las economías externas no depende sólo de los actores públicos de gobiernos locales y regionales fuertes y eficaces- sino también, de una buena relación entre actores públicos y privados, de buenas redes de relaciones entre actores colectivos, y entre empresarios y trabajadores, es decir de lo que llamamos capital social de un área. El éxito depende entonces de una buena governance: del desarrollo de formas de cooperación que permitan tomar decisiones innovativas, que derivan de elecciones fuertemente interdependientes de sujetos públicos y privados, no sólo bajo el perfil de las inversiones, sino también del conocimiento y de la información.
Como podemos ver, regiones y ciudades se encuentran desde un tiempo al centro de una revolución silenciosa: siempre más tratan de transformarse en sujetos capaces de tener su propia estrategia, formulan planes de desarrollo a través de acuerdos locales, y crean redes con otras ciudades y regiones a nivel nacional e internacional. (Bagnasco 2003).
En síntesis, y como ha escrito Wolfang Streeck (2000), se trataría de alejarse de la vieja solidariedad protectiva y redistributiva para pasar a una nueva solidariedad competitiva y productiva. Es importante entonces, tener conciencia que para cumplir con este objetivo se necesita un mayor empeño para sostener el desarrollo local.
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