Adrián Osvaldo Ravier
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La Real Academia Española, en su 22ª edición define Macroeconomía, como el “estudio de los sistemas económicos de una nación, región, etc., como un conjunto, empleando magnitudes colectivas globales, como la renta nacional, las inversiones, exportaciones e importaciones, etc.” A su vez, Jeffrey Sachs y Felipe Larrain, en una de las obras de macroeconomía más leídas y estudiadas en el mundo, definen este concepto como “el estudio del comportamiento agregado de una economía”. Para estos dos autores (1994, p. 1):
“El enfoque básico de la macroeconomía es, entonces, la observación de las tendencias globales de la economía más que de las tendencias que afectan a determinadas empresas comerciales, trabajadores o regiones en la economía. Elaborando medidas sintetizadas de la actividad económica –el producto nacional bruto, la tasa de ahorro o el índice de precios al consumidor- se obtienen ‘los grandes parámetros’ de los cambios y las tendencias. Estas medidas macroeconómicas globales constituyen la información básica que le permite a los macroeconomistas concentrarse en los cambios dominantes en la economía más que en las influencias particulares que actúan sobre sectores específicos de la economía”;
Si tomamos cualquier manual o tratado de macroeconomía observaremos diversos capítulos sobre consumo, ahorro, inversión, oferta y demanda de dinero, inflación, desempleo, crecimiento económico, economía internacional y ciclos económicos.
La Escuela Austriaca de Economía sin embargo, ha preferido durante más de un siglo desde su fundación, ignorar dicho concepto fundamentalmente por el individualismo metodológico. No ha ignorado sin embargo el tratamiento específico de cada una de las áreas mencionadas, sino que simplemente se ha rehusado a enmarcarlo bajo el concepto “macroeconomía”. Tal es así que si tomamos el Tratado de Economía, “Acción Humana” de Ludwig von Mises (1949) no encontraremos la palabra macroeconomía ni una sola vez.