LO QUE LOS POBRES QUIEREN SABER
José Manuel Fernández Núñez
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Adoración y Veneración
Es culto de adoración cuando atribuimos las cualidades de Dios a seres o cosas que no lo son. Todo es parte de Dios pero, no todo es expresión personificada del mismo. Jesucristo es la persona misma de Dios, y es saludable aceptarlo públicamente de esta forma.
Dios es persona. Desde un principio lo planeó así, y tenía una persona (Jesucristo) para hacerse presente y pasearse, por ejemplo, en el Edén. También tenía un Espíritu Santo para pasearse en el espacio increado como en el génesis. También tenía un estado profundo y expandido en toda la creación o Padre, que se personifica en el Apocalipsis como el Anciano que preside en el cielo.
La veneración es diferente, es ese amor y respeto lleno de admiración que sentimos por los seres que siendo amigos de Dios, están tan unidos a él que pueden vivir tan conscientes como los ángeles; y de hecho los mismos ángeles son venerables.
Los ángeles, la Virgen Santísima María y los Santos oficialmente beatificados son seres venerables y con capacidad de orar junto a nosotros, y hacer ese grupo mágico que dijo Jesús, cuando dijo “cuando dos o más se reúnen en mi nombre”.
Los seres venerables no son Dios, ni Dioses, pero nuestra admiración y recuerdo nos une a ellos a través del Espíritu Universal o Espíritu Santo y complace a Dios que nuestra admiración sea dirigida hace ellos, y no hacia seres pecaminosos o imperfectos, como quienes aun están vivos y atados a las necesidades de al materia.
Aun así, Dios prefiere que admiremos y sigamos a líderes vivos que están a su servicio que a quienes no lo están.