MANUAL PRÁCTICO DE LA PRODUCCIÓN DE LA RIQUEZA
Álvaro de la Helguera y García
Capítulo VII: Industria manufacturera
A mediados del siglo XVI alcanzó la industria manufacturera en España un incremento que llegó a colocarla a la cabeza de las naciones de Europa, sobre todo en ciertas industrias; pero poco después comenzó a iniciarse su decadencia de tal modo que quedó reducida a su más simple expresión, sin que pudiera competir con ningún gran centro fabril.
Así ha permanecido durante gran número de años sin salir de su aletargamiento hasta el presente; y eso que actualmente empieza a notarse algo que parece dar a entender que puede verificarse una gran reacción, en el sentido de avance y mejora de tan importante ramo de la actividad humana.
No falta base sólida sobre que fundar suposiciones acerca del porvenir de la industria. manufacturera, por la abundancia de carbones, hierros y materias primas, así como por el fácil acceso al mar y por la condición de trabajadores, laboriosos e inteligentes de los españoles; pero en cambio se lucha con inconvenientes de importancia y de difícil resolución.
Uno de ellos es la relativa falta de población, aumentada por constantes emigraciones, tal vez, por no hallar en España los medios necesarios de vida.
Quizá se evitase esto con mayor interés por la agricultura, base principal de nuestra prosperidad pues si se procurase aumentar la producción, cultivando grandes extensiones de terreno hoy improductivo y sacando mayor fruto de los cultivados aumentaría la población y con las necesidades, se crearían nuevos medios de comunicación, se emprenderían nuevas explotaciones y todo este aumento de vida determinaría la necesidad del establecimiento de industrias que produjeren lo necesario para las exigencias, que cada vez serían mayores y que a su vez ocuparían personas que no necesitarían recurrir a la emigración para atender a la subsistencia.
Por otra parte, la implantación de industrias manufactureras y el desarrollo y prosperidad de las mismas, traerían aparejado con ellas el aumento de las explotaciones mineras y agrícolas, pues cada vez había de ser mayor la demanda de materias primas necesarias para alimentarlas.
Otra de las razones que podemos suponer, fundadamente, enemiga poderosa de la industria, es la facilidad que encuentra el capitalista de colocar su dinero para hacerle producir buenas utilidades, sin el riesgo que correría invirtiéndole en empresas, que pudieran fracasar o al menos ser de dudoso éxito.
He aquí algunas de las causas primordiales, a las que entre otras podemos atribuir el estado de postración de nuestra industria que hoy se halla limitada, casi exclusivamente, a las provincias catalanas y Vizcaya, que son las que en mayor escala la ejercen sin que aún puedan merecer el dictado de grandes centros fabriles, comparadas con otras naciones europeas, y a algunas otras poblaciones y comarcas determinadas.
Las principales industrias manufactureras que se ejercen en España, son las siguientes: tejidos de algodón, en Barcelona, Gerona, Zaragoza; de lana en Barcelona; de seda, en Valencia, Barcelona y Tala-vera de la Reina (Toledo); de hilo y lencería, en Segovia, Burgos, Badajoz, Valencia, Valladolid, Barcelona, Tarragona y algunas otras provincias; paños, Alcoy, Manresa, Tarrasa, Sabadell, Béjar y otros, mantas, Palencia; fundiciones de hierro, Bilbao, Se-villa, Trubia 37 Mirras; curtidos, Pontevedra, Sala-manca, Valladolid, Segovia, Córdoba, Barcelona y otras; harinas, Santander, Palencia, Madrid, Barcelona y Burgos; armas de fuego, Trubia, Sevilla y Eibar; armas blancas, Toledo, Albacete, Eibar; conservas y salazones de pescados, en muchos pueblos de la costa del Cantábrico y del Atlántico; Papel, Tolosa,
Valencia, Barcelona, Gerona, Bilbao y otros; hay también bastantes fábricas de aguardientes, licores, alcoholes, azúcar de caña y remolacha, muebles, pianos, aparatos de precisión, calzados, encajes, alfombras, productos químicos y farmacéuticos, abonos minerales, ladrillos, azulejos, loza, porcelana, cristalería, guantes, colores y barnices, esencias, jabones, perfumería y otras; pero todas ellas en pequeñas proporciones, y sin que su producción llegue apenas a cubrir las necesidades del interior del reino, como lo prueba el hecho de tenerse que importar bastante cantidad de algunos artículos.
