MANUAL PRÁCTICO DE LA PRODUCCIÓN DE LA RIQUEZA
Álvaro de la Helguera y García
Capítulo VI: Agricultura y ganadería
Siendo como es España esencialmente agrícola, parecería lo natural que a la agricultura dedicásemos todos nuestros afanes consiguiendo colocarla a una altura de adelanto y propiedad, en relación si-quiera con la que tiene en otras naciones de condiciones menos propicias, quizá, que la nuestra. No es así, sin embargo, sino que por el contrario, en tan lamentable estado se halla de atraso, que podemos decir que casi se practica hoy corno en los tiempos más primitivos.
Ni las máquinas agrícolas de reconocida utilidad práctica, ni los abonos químicos, ni los canales de riego, ni otros procedimientos análogos han tenido verdadero arraigo, al menos hasta época muy reciente siendo contadísimos, aun en la actualidad, los labradores que hacen uso de ellos.
A muchas diversas causas podríamos atribuir este estado de la agricultura; pero sólo reseñaremos algunas que consideramos importantes y que son en primer término, la rutina que hace al labrador continuar por el camino que sus antecesores le deja-ron marcado, sin pretender desviarse de él ni un paso, intentando introducir mejoras, que no sabe si han de beneficiarle, escudándose para este sistema con decir «así lo hicieron mis padres.
La falta de capital suficiente para explotar la labranza en buenas condiciones es otra de las causas fundamentales del poco avance de la industria agrícola; pues es fácil comprender que quien no tenga remanente para hacer frente a los gastos que siempre origina cualquier mejora que trate de introducirse, no puede, por grande que sea en voluntad, intentar adelantos que difícilmente sostendría.
La excesiva división de la propiedad que da lugar a que haya una multitud de labradores que poseen terrenos muy pequeños, en los cuales sería contra-producente el empleo de aparatos modernos, cuyo coste apenas sería compensado con los productos obtenidos, y que, por otra parte, no podrían desenvolverse cumplidamente en extensiones tan pequeñas de cultivo.
La relativa incultura de gran parte de la clase labradora a la cual se guardan generalmente muy pocas consideraciones, cuyo hecho impide que a las faenas del campo se dediquen personas que por sus conocimientos e ilustración, podrían imprimir en su marcha grandes movimientos de avance.
Muchas otras causas podríamos citar, algunas de remedio fácil con un poco de voluntad por parte de las clases directoras.
En la actualidad parece notarse cierta tendencia a destruir algunas de ellas; buena prueba de esto es la constitución de Sindicatos agrícolas, que funcionan con éxito y que consiste en la agrupación de labradores propietarios competentes, cada uno de los cuales coopera con su ayuda individual para el mejor resultado del esfuerzo común. De esta manera se reúnen grandes extensiones de terreno y capitales suficientes para explotar la tierra con todos los adelantos modernos, por cuyo método se logra obtener del suelo productos de calidad muchísima mejor y en mayores cantidades que los que aisladamente hubiera obtenido cada uno de ellos.
Los productos agrícolas más abundantes que se obtienen en España son: cereales, en casi todas sus provincias, a pesar de lo cual la producción no es suficiente para el consumo interior, viéndose precisada España a importar de otras naciones: vino y aceite en grandes cantidades; arroz cuyo cultivo ocupa próximamente una extensión de 30.000 hectáreas, obteniéndose 270.000 hectolitros, con un valor de 8 millones de pesetas; patatas, hortalizas y legumbres, frutas diversas, naranjas y limones, cuyos frutos constituyen una gran riqueza por la mucha exportación de que son objeto; batata; caña de azúcar; azafrán, lino y cáñamo, hoy en decadencia; algodón, remolacha, cuyo cultivo se extiende progresivamente, para surtir a las numerosas fábricas de azúcar establecidas en nuestro país, corcho y otros varios productos.
La extensión del terreno dedicado a faenas agrícolas podemos calcularla en 28.814.667 hectáreas distribuidas en la forma siguiente:
Poco nos resta que decir de la ganadería, por habernos ocupado de ella al tratar de reino animal, describiendo las especies más importantes; única-mente diremos que las provincias que mayor contingente presentan son: en lanar y cabrío, Andalucía, Extremadura y León; vacuno, en Galicia, Asturias, Santander y Castilla; caballar, Andalucía, Extrema-dura y Valencia; cabrío, mulas y asnal, Aragón, Castilla, La Mancha y Extremadura; y de cerda, Extremadura, Salamanca, Galicia y Baleares.
Entre las razas mencionadas, las hay verdaderamente notables; y las utilidades que se obtienen de la ganadería, se aproximan mucho a 250 millones de pesetas en carnes, sebos, uñas, pieles, lanas, pelos, cuernos, astas, huesos, etc.