Naturaleza del trabajo como instrumento de producción
BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

MANUAL PRÁCTICO DE LA PRODUCCIÓN DE LA RIQUEZA

Álvaro de la Helguera y García

 

 

 

 

 

 

Capítulo XIII: Naturaleza del trabajo como instrumento de producción

De dos clases puede ser la naturaleza del trabajo, considerado como instrumento de producción de la riqueza, que son: material e inmaterial.

A la primera clase corresponde el trabajo corporal, y a la segunda el espiritual.

La naturaleza del trabajo material o corporal, reside en las facultades físicas del hombre; mientras que la naturaleza del trabajo inmaterial o espiritual estriba en las facultades intelectuales.

Puede, pues, decirse, que la naturaleza del trabajo es corpórea e incorpórea, según que emane del esfuerzo muscular o del esfuerzo mental del hombre.

Pero hemos de advertir, sin embargo, que la naturaleza orgánica y la inorgánica del instrumento trabajo, son tan inseparables y se encuentran tan unidas, como el cuerpo y el alma a la vida de los seres humanos.

Así es en verdad, porque en todo trabajo hay un punto de vista material y otro punto de vista espiritual: material porque siempre tiene una manifestación exterior, y espiritual porque siempre le rige una voluntad razonable.

Tal es la jerarquía del trabajo productor, cual-quiera que sea su naturaleza dominante, pues desde el esclavo que obra casi como autómata hasta el sabio que investiga los secretos de la tierra, desde el obrero que ejecuta la más sencilla operación hasta el empresario que impulsa el conjunto de las fuerzas asociadas, todos sin distinción alguna, aplican su inteligencia, en mayor o menor grado, a la obra productiva; estableciendo así una escala imperceptible en la aplicación de sus facultades mentales, cuyos extremos los ocupan, como mínimum, el es-clavo y el obrero, y como máximum, el sabio y el empresario; puesto que en los primeros domina el trabajo material, o sea el ejercicio de sus fuerzas físicas y musculares, mientras que en los segundos prevalece el trabajo espiritual, o sea el ejercicio de sus facultades intelectuales y morales.

La evidencia de esta verdad la confirma toda la industria, sea extractiva, agrícola, fabril, comercial o profesional; pues desde el simple minero que barrena las entrañas de la tierra hasta el inteligente ingeniero que persigue la dirección de los filones metálicos; desde el adocenado bracero que cava los surcos del terreno hasta el ilustrado perito que aplica sus conocimientos agronómicos, desde el sencillo tejedor que mueve sistemáticamente la lanzadera hasta el hábil contramaestre que dirige el conjunto de las operaciones de la manufactura; desde el rudo fogonero que alimenta el horno hasta el entendido piloto que conduce la nave; y desde el modesto maestro de párvulos que enseña las primeras letras hasta el docto catedrático que explica los principios científicos, se descubre una larga escala gradual en el ejercicio de las facultades de la inteligencia aplicada a todas las manifestaciones del trabajo humano.

Es digno de tenerse en cuenta el hecho especial en la jerarquía del trabajo, de ser esencialmente movible y carecer notoriamente de fijeza, cuya circunstancia es debida al progreso industrial, que va reemplazando la fuerza muscular por la fuerza mecánica. En este cambio se observa que la naturaleza del trabajo va estrechándose por el lado material y ensanchándose por el intelectual, puesto que el hombre se convierte, con el auxilio de su inteligencia, en el agente iniciador del movimiento productivo de las máquinas.

También debemos notar que el trabajo gana en nobleza, dignidad y recompensa, a medida que la obra del ingenio excede a la obra de mano. Las dos naturalezas del trabajo, considerado como instrumento de producción, ha motivado que algunos economistas, como Smith, Malthus y Sismondi, clasifiquen erróneamente el trabajo en productivo e improductivo.

Por trabajo productivo entendieron el de naturaleza, material, o sea el que da productos materiales, como el del pescador, labrador, tejedor, etc.; y por trabajo improductivo el de naturaleza inmaterial, o sea el que da productos inmateriales, como el del profesor, médico, militar, etc.

Sin embargo, a poco que se analice esta clasificación se reconocerá que es impropia, pues en realidad no existe trabajo intelectual, espiritual o in-material que sea infructuoso, a menos que se trate del ejecutado por dementes; porque el profesor enseñando a los discípulos, el médico curando a los enfermos, el militar defendiendo a la patria, etc. producen utilidad indirecta e innegable; así como trabajo muscular, corporal o material del pescador, pescando, el labrador, sembrando, el tejedor, tejiendo, etc. producen utilidad directa y evidente.

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