MANUAL PRÁCTICO DE LA PRODUCCIÓN DE LA RIQUEZA
Álvaro de la Helguera y García
Capítulo IX: Origen y tasa legal de la renta
Origen de la venta.--Diversas son las opiniones emitidas acerca del origen de la renta de la tierra; pero todas ellas pueden comprenderse en dos grandes grupos: en el primero se hallan los que niegan de un modo terminante la existencia de la renta, y en el segundo están los que la defienden de una manera decidida.
El primer grupo está formado por los que niegan rotundamente el derecho de exigir retribución por el uso de la tierra, de igual manera que para reclamar interés por el uso del capital. Esta teoría es utópica y absurda.
El segundo grupo comprende los economistas que defienden la renta, subdividiéndose en dos clases: una atribuye el origen de la renta a la fecundidad del suelo, y otra que lo funda en los gastos hechos para adquirir su propiedad y ponerla en cultivo.
Los partidarios de aquélla, creen que el poder productivo del suelo debe alcanzar una justa remuneración; mientras que los afiliados a ésta, opinan que es ofender a la naturaleza creerla capaz de hacerse pagar sus servicios, pero que sí debe remunerarse el capital invertido para ponerla en condiciones de producir, puesto que eso se logra roturando terrenos, desecando pantanos, conduciendo riegos, abriendo surcos, construyendo cercas, sembrando semillas y haciendo otros gastos.
El origen de la renta de la tierra se remonta a la antigüedad, pues nació cuando hubo necesidad de aumentar los cultivos, y los terrenos gratuitos que existían disponibles eran de peor condición que los que estaban ya explotados.
Tasa legal de la renta. En varios países extranjeros y en algunas provincias españolas, ha existido desde época muy antigua la ley de posesión y tasa, ordenando que los arrendatarios de la tierra no pudieran ser desahuciados mientras pagasen la renta, la cual debía ser tasada previamente con completa independencia de la voluntad de los dueños de los terrenos.
En los tiempos modernos han sostenido algunos la pretensión de que se establezca por el Gobierno la tasa legal de la renta de la tierra, esto es, han pedido que la ley fije la tasa e impida su elevación.
Esta doctrina económica constituye una aberración socialista, tan perjudicial para el propietario como funesta para la sociedad, porque si prevaleciese, ni aquél tendría interés en mejorar los predios, de los que siempre había de sacar un provecho igual y limitado, ni ésta había de producir con abundancia para satisfacer las necesidades de su consumo, frutos variados y selectos:
Tasar la renta equivale a reemplazar las leyes de la naturaleza por los caprichos del poder; privar al propietario del sagrado derecho de la libertad, es estorbar el movimiento progresivo de la producción agrícola.
La renta sube o baja con arreglo a la oferta y la demanda de la tierra, y así como los preceptos oficiales son impotentes para fijar este hecho económico de carácter esencialmente voluntario, así también deben abstenerse de fijar el precio de la renta del suelo, a menos de perturbar profundamente el orden natural de la sociedad.
La renta de la tierra está sujeta económicamente a una ley reguladora, que está en razón directa de la demanda e inversa de la oferta de los predios cuyo cultivo se desea o se ofrece.
La oferta y la demanda de la tierra, varían según el movimiento de la población, la diferente riqueza del país, la diversa feracidad del suelo, el capital destinado a la agricultura, la extensión de los terrenos, la seguridad de las fincas, el progreso de la explotación agrícola, el desarrollo de las demás industrias y las leyes aduaneras sobre el comercio de ce-reales; y puesto que esas evoluciones espontáneas no pueden ser reglamentadas, la fijación del precio de la tasa no debe ser legislado, porque sería perjudicial, injusto y antieconómico.
