MANUAL PRÁCTICO DE LA PRODUCCIÓN DE LA RIQUEZA
Álvaro de la Helguera y García
Capítulo 1: Teoría de la producción de la riqueza
En el lenguaje económico, producir riqueza es dar utilidad a las cosas o aumentar la que tienen.
El buzo que extrae los corales adheridos a las rocas submarinas les da utilidad, y el obrero que los pulimenta con su industria la aumenta, ambos son productores; así como lo son también el albañil que construye una casa, el herrero que forja una llanta, el ebanista que fabrica un mueble, el médico que cura un enfermo, el cirujano que extirpa un tumor, el maestro que enseña una ciencia, el cantante que educa una voz, el astrónomo que descubre un planeta, el físico que da una ley, el mecánico que aplica una fuerza, el químico que analiza un cuerpo, el matemático que resuelve un problema y el escritor que publica un libro; porque para haber producción no es necesario que el resultado del trabajo sea material o que tenga valor, pues basta con que sea útil.
No es posible decir que el hombre crea riqueza porque la facultad de crear estriba en Dios y no reside en el hombre, el cual no puede sacar de la nada un solo átomo de materia, estando por lo tanto limitada su acción a transformarla, combinarla, modificarla y transportarla, haciéndolo con su trabajo propio para satisfacer sus necesidades.
Así es en efecto, pues el labrador que siembra un grano de trigo y recoge una espiga con cuarenta, no crea los treinta y nueve granos restantes, sino que su acción se ha limitado a agitar la naturaleza para provocar la vegetación; el maquinista que conduce una loco-motora, no crea el vapor que la arrastra por los railes, sino que su trabajo se ha reducido a calentar el agua que la pone en movimiento; el literato que escribe una novela, no crea una ficción, sino que su imaginación se ha concretado a buscar asunto en el realismo de la vida; y el sabio que da a conocer una ciencia, no crea una ley universal, sino que su estudio se ha ajustado a descubrir elementos existentes en la obra de la naturaleza: resulta, pues, que la palabra creación no puede ser aplicable a las producciones del arte ni a las de la imaginación, y que en su virtud, siempre ha de referirse a la naturaleza y nunca a la humanidad.
De lo expuesto, el economista Mili deduce que en la producción de la riqueza el hombre pone sólo el movimiento; y el economista Carballo infiere que pone también la inteligencia.
La producción se clasifica en material e inmaterial real y personal, directa e indirecta, técnica y económica.
Producción material, según Smith, es la que tiene valor en cambio, como el vino o el aguardiente; y producción inmaterial, la que no tiene valor cambiable, como el canto o la música.
Producción real, según Madrazo, es la que da como resultado productos materiales, como la casa edificada por el arquitecto o el discurso pronunciado por el orador, que tienen utilidad y valor; y Producción personal, es la que da como resultado modificaciones del espíritu, como las ideas del entendimiento o los sentimientos del alma, que tienen utilidad y carecen de valor.
Producción directa, según Colmeiro, es la que crea utilidades inherentes a las cosas como el pan o el aceite; y producción indirecta, la que contribuye eficazmente a crearlas, como el trigo o la aceituna.
Producción técnica, según Herman, es la que ajusta sus procedimientos a las reglas especiales de una industria determinada, como la azucarera o la cerámica; y producción económica, la que los adapta a las leyes generales del trabajo universal, como la división o la concurrencia.
También puede dividirse la producción en útil y valuable, según la condición de sus productos; y en económica, ineconómica y antieconómica, según el resultado de sus esfuerzos.
Primeras materias, en su acepción filosófica, son las obras de la naturaleza antes de adquirir utilidad por el trabajo del hombre; y en su acepción industrial, son los objetos que sirven de base a los diversos trabajos humanos.
En el primer caso, se consideran como primeras materias los minerales, las maderas o los animales que la naturaleza ofrece, y sirven de base a numerosas industrias; en el segundo caso, la lana, última materia del recriador, es primera del hilador; el estambre, última materia del hilador, es primera materia del tejedor; y el paño, última materia del tejedor, es primera materia del sastre.