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Una Crítica Islámica de la Economía

' Umar Ibrahim Vadillo

LA PLENA LIBERTAD DE COMERCIAR

 

B.- La eliminación de todos los impuestos

La eliminación de todos los impuestos incluye también todos los impuestos sobre el comercio. El comercio no puede nunca ser materia de imposición, ya que no existe razón justificable por la cual quien comercie más deba pagar más; y contrariamente a lo que se piensa, gravar la actividad comercial, no implica que se esté imponiendo más a quien más riqueza tiene. Los impuestos comerciales inhiben el comercio. En consecuencia, producen una elevación artificial de los precios que, lógicamente, afecta más negativamente a quienes menos recursos poseen. El establecimiento de impuestos no se puede justificar como una forma de solidaridad social, ya que no es social, sino que es decidido y utilizado por una minoría; ni tampoco es solidaridario, sino que es impuesto por esta minoría.

Los políticos se han auto-investido con la capacidad de comprar con el dinero de la gente y de pretender valorar "objetivamente" o adivinar los servicios y los medios que esta gente necesita. Pero establecer una valoración objetiva, lleva consigo el considerar al hombre como un objeto. El valorar, como toda acción, no es una cosa. Sólo se valora en el momento de comprar y vender. Para saber lo que la gente quiere, nadie mejor que la propia gente en el acto de intercambiar. El acto de valorar es propio de quien lo ejecuta y es inaprehensible por medio de representación numérica o estadística alguna. Si efectivamente los servicios y los medios que los políticos del estado ofrecen se corresponden con lo que la gente desea, no hay duda de que la gente decidirá comprarlos o producirlos, y si no fuera así, los políticos se habrán equivocado y la gente no los comprará o simplemente comprará otros. Puede que incluso un grupo de gente elija unos servicios y otros grupos elijan otros mucho más variados, o puede incluso que decidan agruparse espontáneamente de una forma para unas cosas y de otra forma diferente para otras.

Las modernas estructuras del mercado y esto es también aplicable a la técnica y los productos tecnológicos que produce este mercado son el resultado del sistema usurero actuante, y de las imposiciones y restricciones que pretenden paliar los efectos desequitativos de la usura. Por ejemplo, la estructura actual de las ciudades es resultado de un desequilibrio o un desajuste en la forma misma en la que se desarrollan. El retorno a la equidad, la libre gestión y la agrupación espontánea, han dado en el pasado, y darán lugar en el futuro, a ciudades con una estructura y un aspecto muy distintos de los que hoy padecemos. La centralización de los impuestos, aún regionalmente, conlleva una desconexión artificial de la compra con su auténtico comprador -quienquiera que finalmente paga tal compra-, conlleva un gastar independientemente de la valoración real o vivida de la gente. Muchos economistas, por razones de mera eficacia, sostienen firmemente que muchos sistemas que en la actualidad son tan controlados, como las comunicaciones o la sanidad, tomarían las formas y las dimensiones más apropiadas a la valoración que de ellas hagan sus usuarios, si estuvieran libres de tales controles. Sin embargo, nosotros, que nos negamos a juzgar como economistas, consideramos que esta situación es ilegítima, no por razones de eficacia, sino porque en este valorar forzoso de unas personas por otras, hay una implícita usurpación real o robo a cada individuo.

El mantenimiento del ejército, tampoco puede justificar la carga de impuestos sobre el "resto" de la gente. El guerrear es una acción que nos involucra de una forma tan "propia" a cada uno, como el hablar o el comer; y lo mismo que alguien se adecua del mejor modo que puede para llevar a cabo una tarea, igualmente sucede cuando alguien adquiere la responsabilidad de defenderse o guerrear. Este ejercicio no nos puede ser privado sino es por la fuerza impidiéndonos -con armas- la utilización de armas como nos sucede hoy en día. Para los atenienses de la época clásica la capacidad de llevar armas es tan importante, que una de las definiciones de esclavo era quien no estaba autorizado a llevar armas. Debe entenderse que el servicio del soldado y las armas que utiliza tienen necesariamente un propietario, que bien es el propio soldado, o bien es otra persona o personas. Cuando esta otra persona o grupo de personas compran el servicio de un ejército mercenario, disponen de su utilización de acuerdo a sus propios juicios; no importa quien sea el que ejecute la acción, ya que sólo quien decide es su propietario de hecho. Tanto si esta propiedad está en manos de un individuo o un grupo de políticos, no se altera el hecho de que toda estructura que utiliza la fuerza del ejército para obligar al pago de un impuesto, que servirá para mantener a este ejército o cualquier otro gasto, es una tiranía. Existe, no obstante, mucha gente que cree que este sistema moderno de tiranía es simplemente el más eficaz, y que su única alternativa es el caos. Sócrates ya señaló que todas las democracias son una forma evolucionada de tiranía.

El hombre es amo y señor de su persona congénitamente, gracias al poder que Allah le ha conferido. Si se le priva de su autoridad y se le compele a desviarse de su elevado destino de señorío, se abandona a la degradación y pierde su vigor vital, hasta el punto de perder interés por su propia procreación(4). Toda población que opta por la humillación de pagar tributo en vez de afrontar la lucha contra el régimen coercitivo y opresor hasta la muerte si fuera necesario, es un conglomerado de seres que han perdido sus nobles cualidades y se han resignado a la degradación y la desintegración de su espíritu de solidaridad e independencia. Decidir guerrear como todo decidir es también privado y todo agruparse para guerrear implica un acuerdo previo de lealtad y compromiso que autoriza e instaura alguna forma de decisión (caudillo o emir).

En el Islam, no hay estado (administración) sólo gobierno (emirato). La función del gobierno no es usurpar la riqueza de la gente sino por el contrario, garantizar que esta no sea usurpada, ni por la fuerza, ni por la usura. No hay impuestos en el Islam. Conocemos la exclamación del Profeta de Allah, que la paz y las bendiciones de Allah sean sobre él: “¡Allah nos preserve de los impuestos!”, y cuando le preguntaron porque hacía tal ruego, contestó:”El hombre que paga impuestos suele decir embustes; hace promesas por no tener otra posibilidad.”(5) La sumisión a las autoridades daña la autoestima de los ciudadanos y hace desaparecer en ellos la idea de valerse por si mismos.(6)

El zakat -único pago obligatorio, en general, el 2,5% de la propiedad no utilizada y acumulada durante un año entero- es un acto de ibadat, como la oración, con una finalidad más allá de lo exclusivamente material. No es un impuesto administrable por los gobernantes al modo estatal; se recoge y distribuye en 24 horas, por tanto, no se acumula; y sus beneficiarios están ya claramente categorizados en la Ley Islámica ( Shariah).


4 "Al Muqaddimah", Ibn Jaldun, 1977, México, varias paginas.

5 Ibid., pag. 300.

6 Ibid., pag. 272.


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