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Una Crítica Islámica de la Economía

' Umar Ibrahim Vadillo

 

Islam, El Camino de hoy

 

El único ámbito legítimo de la economía -entendida como ad­ministración- es el de la propiedad privada. Así es como lo entendieron nuestros padres griegos(22) , es decir, economía es la administración privada de los bienes de cada uno, pero en ningún caso, ni remotamente, puede convertirse en la administración de los bienes de otras personas o una parte significativa de ellos. Esta reflexión remite a una revisión de la concepción económica del estado moderno en la que hemos sido educados. Cada uno de nosotros somos los más adecuados para administrar los bienes que hemos adquirido legítimamente. No necesitamos que el estado administre tutorialmente nuestra riqueza. El estado moderno es un producto histórico del estructuralismo racionalista, que debe ser desestructuralizado y reconvertido a la sola función de gobernar y no la de administrar ya que esta última no la puede ni la sabe realizar. Gobernar es cuidar y proteger pero no es administrar.

La forma de gobierno natural o islámica es el Emirato. El Emirato es el gobierno sin estado. Protege el individual derecho a ejercer la propiedad legítimamente adquirida, sin robo ni usura, y a valorar libremente. La ley para el Emirato Islámico no puede ser otra, que la ley de Allah (Shariah), que prohíbe la usura y el estado.

El concepto de valor, tiene que depurarse existencialmente y entenderse como parte de la vida, que es el horizonte donde sucede, y no reducirse a una mera representación numérica. Valorar es un acto, no una cosa. Un acto sólo lo "es" en su ejecución. Unos cuantos datos estadísticos, por precisos que sean, de un pasado irrepetible, no bastan para determinar, ni mucho menos para imponer, una valoración mítica objetiva. Por ejemplo, no podemos decir que las necesidades de carbón en tal población "son" -objetivamente- de 110 toneladas, salvo que la gente de esta población, de una forma "vivida", así lo valore en cada particular momento. Si permitimos que esto nos suceda, si permitimos que los políticos sigan diciendo que es lo que nosotros queremos, estamos poniendo la soga alrededor de nuestras propias manos. El contrato constitucional que establece como principio la valoración objetiva, es ilegítimo, y por tanto, inválido. Nos han hecho creer que al votar, si o no, a una pregunta ya formulada, damos nuestra conformidad al resultado. Pero esta condición, tanto como la elección de la pregunta nos vienen ya dadas por otras personas, restringiendo nuestra total elección, y por tanto, resulta inadmisible. La libertad no puede restringirse al resultado de ninguna votación, incluso sí el resultado es respaldado por una mayoría. La Economía fundamentada en estos principios ya caducos, debe ser desenmascarada, ya que su único propósito es el de perpetuar el crimen usurero. ¡Que nos dejen valorar libremente! Es el clamor de quienes creemos que a nadie mejor que a cada uno de nosotros nos corresponde decidir cuales son nuestras necesidades. Es tiempo de repetir las reveladoras palabras de J. P. Proudhon (1841):

“Nadie puede ser obligado a comprar lo que no desea, y menos apagar lo que no ha comprado”.(23)

El problema demanda una solución urgente. Los desequilibrios de la economía usurera se vuelven cada día más evidentes y más acuciantes, hasta el punto de amenazar al mismo equilibrio ecológico del planeta, y por tanto, a la supervivencia del hombre. Hoy en día, prácticamente nadie niega que el efecto del hambre en el mundo y de la grave deforestación tropical tiene como causa primordial la deuda de estos países. En la Conferencia de Medio Ambiente en Boulder (Colorado, EE.UU.) en 1988, un grupo de expertos mundiales concluía: "¿Por qué hay tantas especies y medio ambientes en peligro? La razón principal es que alrededor de los trópicos, las naciones en desarrollo están luchando por alimentar a sus gentes y elevar la liquidez para hacer frente a los pagos de las deudas internacionales”(24) . Estos síntomas carecen de una reforma como solución, sólo la estirpación de la causa profunda que los produce puede aliviarlos y esto implica la abolición de la usura.

El Islam siempre ha traído beneficio a los pueblos que lo ha aceptado y practicado. Desde hace catorce siglos, el Islam ha sido intransigente con la usura y hoy más que nunca, es el mensaje liberador por excelencia. Mientras los banqueros y políticos están diseñando para nosotros un estado mundial único, con un banco mundial y una moneda mundial única, los musulmanes proponemos el advenimiento a una nueva Europa, no cristiana, sino islámica. Y proclamamos: La eliminación de todos los impuestos y controles estatales; la libre elección de moneda sin imposición estatal; la cancelación y prohibición de toda deuda usurera con bancos e instituciones financieras. Estos son los principios liberadores del auténtico Islam de la Primera Comunidad de Medina, para esta época, que resurge entre una nueva generación de europeos. Este es el Islam que irreversiblemente viene y que Europa llevaba siglos esperando. Islam es el Camino de hoy.


22.- Ver "Economicus" de Xenophon.

23.- Proudhon ," ¿Qué es la propiedad?", 1983, Barcelona, pag. 129.

24.- Recogido en "Time" 2/1/89, p.22.


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