Ricardo Lomoro
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Wal-Mart, la primera cadena de distribución comercial del mundo, permitirá la creación de sindicatos en su filial china, tal y como señaló ayer en un escueto comunicado. La noticia no tendría mayor interés si no fuera porque este grupo con sede en Bentonville (Arkansas) es conocido por impedir la sindicación a sus 1,2 millones de empleados, ya sea en Estados Unidos o en Europa, así como por su escaso respeto hacia los derechos laborales.
“Nos manifestamos en total conformidad con la ley china sobre los sindicatos, que estipula que su formación es una actuación voluntaria de nuestras filiales”, se lee en un comunicado. La decisión de la compañía propiedad de la familia Walton llega después de que los medios de comunicación próximos al Partido Comunista Chino hubieran criticado abiertamente a diversas multinacionales estadounidenses (entre las cuales Dell, Kodak y la propia Wal-Mart) por prácticas antisindicales. La firmeza de la campaña ha obligado a Wal-Mart a volver sobre sus principios. Pero sólo en China y en un sindicato único (el ACFTU).
Las razones de la decisión obedecen a la inminente apertura del mercado chino a las grandes cadenas de distribución occidentales según lo estipulado en los protocolos de acceso a la Organización Mundial del Comercio (OMC). Wal-Mart compite con la francesa Carrefour y la alemana Metro. Los estadounidenses planean utilizar 15 de las 58 licencias de aperturas concedidas por el Gobierno chino.
China es, nadie lo duda, el mayor mercado del mundo y esos 15 establecimientos parecen una pequeña gota de agua en el océano Wal-Mart, que consta de 5.500 tiendas en diez países. Sin embargo, el mercado chino tiene una envergadura de negocio de 553.000 millones de dólares, básicamente en las grandes ciudades, donde vive una tercera parte de los 1.300 millones de habitantes.