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Estrategias alternativas frente a la globalización y al mercado: la experiencia socialista
Mario González Arencibia
 

 

PARTE III: CUBA FRENTE A LA GLOBALIZACIÓN

 

Cuba: de la desconexión a la “conexión” con la globalización

 

Una vez situado el concepto Socialismo Planificado con Apertura Parcial al Mercado Interno, el propósito que sigue es el de remontar el análisis a las fases de conexión y de desconexión de proyecto cubano a la globalización.  Para los cual se constata que en el  desarrollo socialista en cubano es posible encontrar dos grandes momentos con relación a la globalización desde 1961-1989 y desde 1989 a la actualidad.

El primero se caracterizó por una aguda lucha de fuerzas que intentaban asfixiar las aspiraciones de la transición socialista, en lo que fue trascendente el tenaz y brutal bloqueo hacia el país. Esto contribuyó a buscar mecanismos de inserción en la economía mundial distintos a los existentes. No fue esta la actual época predominante de la globalización neoliberal, debido a las opciones que ofrecía el campo socialista. En este marco Cuba encontró nuevas oportunidades que le permitieron sustraerse por largo tiempo de los efectos contradictorios de los mecanismos de la globalización neoliberal.

La inserción en los mecanismos del socialismo mundial, no solo determinó una división internacional “favorable” en el contexto de preeminencia de restricciones en los espacios de la economía mundial, constituyó además un mecanismo de doble protección comercial y financiero frente a las fluctuaciones de este entorno. La ayuda brindada a Cuba por los otroras países socialistas, creó las condiciones que hicieron posible la movilización del patrón productivo interno, elevar el nivel de vida de la población y obtener tasas de crecimiento a niveles superiores por encima de las tendencias históricas durante el periodo de 1972-1985.[1]

Tal situación colocó a Cuba en una posición sui generis como país subdesarrollado, ello significó una situación determinante para la reproducción socialista cubana. Aquel “abrigo” le permitió incluso hacer cosas contra los efectos de los mecanismos financieros de la globalización que ocasionaban daños a las economías subdesarrolladas. Por ejemplo, Cuba en 1985 encabeza el movimiento de crisis de la deuda externa y asume la idea de la necesidad de una concertación y del no pago de la deuda externa. Por consiguiente, Cuba se "conectaba" al contexto de la globalización en este periodo, a través de la crítica a las desigualdades que crean sus mecanismos de expoliación y se desarrolló mediante una desconexión de sus consecuencias, pero también del progreso científico técnico en marcha.

Es importante reconocer en cualquier análisis de esta índole que si bien hubo importantes ventajas en los marcos de la División Internacional Socialista del Trabajo, también se heredó el patrón de la dependencia, que generó la adquisición de tecnologías atrasadas y altamente dependientes de insumos básicos como el petróleo y otras dañinas al medio ambiente. Este es el periodo de profundo estancamiento de los países socialistas, en el que se advierten múltiples síntomas de la crisis de su patrón tecnológico obsoleto, en prácticamente todos los ordenes y bien alejado de las tendencias de la dinámica que ofrecía la globalización, en términos de nacimiento y desarrollo de nuevos métodos de organización, gestión de la producción y productos. Ello indudablemente, declara “obsoleto” el patrón tecnológico cubano a los efectos de la tendencia que se producía en la economía mundial, y deja ver que los factores de la crisis estructural cubana tienen su origen en el largo plazo.

El mayor impacto directo e indirecto de la globalización no solo estuvo en los aspectos antes planteados, sino en el derrumbe del socialismo en Europa del Este y la ex-URSS, debido a que estos fueron absorbidos por el globalismo neoliberal. Esto colocó a Cuba en una profunda crisis estructural, determinada por la necesidad de transformar su base económica, búsqueda de nuevos agentes económicos externos relativo al comercio y el financiamiento e intercambio en las áreas de la globalización, con las consecuencias implícitas de este fenómeno. En dicha crisis también incidió la necesidad de reestructurar el peso y lugar de los distintos sectores y ramas en el conjunto de la economía nacional, a lo que se unen las formas de funcionar de la economía cubana por el creciente peso de las divisas en los intercambios externos y su incidencia sobre la economía interna.

Entre otros de los factores que colocan a Cuba en un gran reto frente a las implicaciones que surgieron como consecuencia de la acción seductora del globalismo neoliberal sobre Europa de Este y la ex-URSS y que indican la necesidad de conectarse con el proceso de globalización están: a) Necesidad de colocar la economía cubana a tono con la dinámica de los cambios tecnológicos de la economía mundial. b) Los niveles de endeudamiento de la economía cubana y la necesidad de financiamiento externo, para hacerle frente a los pagos de la deuda y al necesario proceso de inversiones en la economía. c) Necesidad de obtener mercados para la exportación que permitan generar los recursos necesarios para hacerle frente a las necesidades de desarrollo económico interno. d) Necesidad de diversificar sus exportaciones y de elevar los niveles de eficiencia económica interna.

En el periodo en que Cuba estaba conectado al CAME, allí tenía asegurado suministros, precios preferenciales, y mercados. En este entorno las incertidumbres a paliar eran menores y estas se enfrentaban con los mecanismos de la planificación. En cambio en la época de “conexión” a la globalización las incertidumbres a manejar por la economía cubana crecieron, sobre todo en los momentos de los mayores descensos de la producción. Ello ha conducido al país a manejar con flexibilidad los mecanismos de la planificación, ligados a apertura parcial y mercado.

De la propia conexión de Cuba al proceso de globalización, se justifica con más fuerza la necesidad de emplear la planificación, lo cual es particularmente importante, si se tiene en cuenta que en este proceso tienden a predominar las relaciones de hegemonía y poder contrarios a la construcción del socialismo, de lo que se deriva que los desafíos para el proyecto socialista cubano pasan a ser múltiples, en lo que es primordial la garantía y defensa de los logros sociales.


 

[1] Entre 1950-1971 los niveles de crecimiento del producto interno bruto cubano oscilaban en tasas de 3,4 %, mientras entre 1972 y 1985 el ritmo promedio fue de alrededor del 6%. Esto coincidió con la etapa en que estuvieron vigentes los acuerdo favorables con el CAME. Desde 1986 estos ritmos de crecimiento caen en una fase recesiva que se prolonga hasta 1989, que deviene más tarde en el estallido de una crisis


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