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Estrategias alternativas frente a la globalización y al mercado: la experiencia socialista
Mario González Arencibia
 

PARTE II: ALTERNATIVA SOCIALISTA EN EL ENTORNO GLOBALIZACIÓN-MERCADO

"Los problemas que engendran cambios, sobre todo, no se resuelven sino en momentos críticos y extremos, en que accidentes, acaso inesperados y fútiles, ponen en brusco relieve los daños que hacen necesaria la transformación; exacerban y precipitan, a grado de resolución, las cóleras y raciocinios paciente y dolorosamente acumulados, y despiertan de súbito al héroe, dormido siempre en el fondo del hombre."

(José Martí, Obras Completas, T.V, p. 105)

En las discusiones sobre el planteamiento de estrategias alternativas de desarrollo, frente al proceso de globalización, un punto poco tratado es el de la alternativa socialista frente a este fenómeno.[1] Esto podría ser de particular interés para todo proyecto que se identifique con la construcción de una sociedad alternativa al capitalismo, en lo que cabría la pregunta, sobre si el acceso a la globalización pudiese ser una opción para un proyecto socialista. Este tema no constituye un producto acabado sino una aproximación inicial que podría ser uno de los mayores retos para los estudiosos de la metodología marxista, de izquierda y radical, por lo que adelantamos al lector interesado que aquí podría encontrar más interrogantes que respuestas.

A partir de los aspectos antes planteados cabe entonces, reflexionar sobre otras preguntas entre ellas: ¿Qué conceptos de socialismo se deben abandonar en una nueva transformación socialista, partiendo de las experiencias de su construcción en Europa del Este, China, Vietnam y Cuba?; ¿Transformación de qué y hacia dónde?. ¿Qué lecciones tomar del globalismo neoliberal?, ¿Con qué y hacia qué fin?. Este es el tipo de preguntas que se debaten en este ensayo, a partir de lo cual el eje de la discusión en lo adelante gira en torno al papel y los limites de la globalización y el mercado en la construcción del socialismo, en lo cual de antemano se reconoce de su naturaleza inacabada en la polémica de las Ciencias Sociales, emergiendo como interrogantes en la determinación cualitativa del socialismo. 

En la discusión es central el tema de la ética socialista del mercado y de la globalización en la que se siguen diversas variantes, en algunas visiones estos se observan como un mal necesario heredado del capitalismo que deben ser sustituidos por otro tipo de relaciones sociales en su modo de actuación. Otros se inclinan por la variante de la posibilidad de que el socialismo se inserte en la globalización y utilice elementos del mercado sin que este supere las cuotas de la planificación. El aspecto común en ambas visiones es el empleo de las relaciones de mercado, reconociendo -incluso por los que ponen el énfasis en la planificación- que se trata de asumir esta (planificación) en condiciones de globalización y mercado y por tanto como intermediadora  y no sustituta del mercado.

Otro elemento ubicado en el centro del debate es la dualidad Estado-mercado lo cual gira en torno al rol que uno u otro deben desempeñar, en este marco el propio énfasis puesto en “cuanto Estado” y “cuanto mercado” deben existir en una sociedad dejar ver el hecho que la intervención del Estado no es irrelevante para el desarrollo, y que las áreas y modalidades de intervención resultan más relevantes para el crecimiento y el bienestar que el simple tamaño del Estado. La idea que trasmite este mensaje es que el “cuánto Estado” y “cuánto mercado” es menos relevante que el cómo y el para qué de ambos. En este contexto de relaciones de poder entre actores sociales y la estructura misma de la sociedad se ubica la discusión sobre que debe hacer el Estado y el mercado; esta visión permite ir más allá de la sencilla ecuación “menos Estado” y “más mercado” “que tipo de estado” y “otro tipo de mercado”.[2]

El desplazamiento de la centralidad del Estado al mercado identifica a este último con la racionalidad y la democracia y al Estado con la irracionalidad, autoritarismo, corrupción e ineficiencia. Vinculándose la crisis del Estado a las injerencias del poder político en el comportamiento de actores que dejados a su libre iniciativa, consiguen soluciones “óptimas”. No obstante, en la realidad es común que en situaciones de crisis los actores del mercado demanden la intervención del Estado. La polémica planteada indica que la práctica contemporánea en los marcos del capitalismo y en las experiencias prácticas de los modelos socialistas actuales está pasando por un reacomodo de poder entre Estado y mercado.      

Claro que en cualquier análisis  habría que considerar varias ideas sobre el mercado definidas en el pensamiento de Marx, las cuales son sumamente importantes a los efectos de una reflexión en relación a su conceptualización en la práctica socialista. Primero que la lógica del mercado está delineada por la ley del valor cuyas funciones consisten en: estimular el desarrollo de las fuerzas productivas; regular la distribución y redistribución de los recursos materiales y humanos entre las diferentes ramas de la producción social y diferenciar los productores. Segundo,   la lógica general del mercado se apoya en la doble naturaleza del trabajo productor de mercancías cuyo resultado es la mercancía misma en su doble condición de valor de uso y valor. Aquí vale recordar que en las condiciones de la producción mercantil el valor de uso interesa sólo como soporte material del valor, que es el propósito económico que se persigue, de ello se infiere que en la producción mercantil la satisfacción de las necesidades no es el fin, sino el medio para lograrlo.

El tercer punto a considerar  esta referido al destino de las relaciones mercantiles en el comunismo, cuyo contenido dicho de manera sintética es la incompatibilidad de las relaciones mercantiles con los valores y la naturaleza social emancipadora del comunismo, concebido este como sociedad de productores libremente asociados. No obstante, la experiencia histórica confirma la necesaria presencia de las relaciones mercantiles en el proyecto socialista, diseñado hoy considerando la realidad que plantean las condiciones en que se construye el mismo. 


 

[1] La noción socialista como concepto implica el reconocimiento de un sistema de propiedad basado en el control de los medios fundamentales de producción, su carácter participativo y democrático, justicia y la equidad, la independencia económica, política y social, la solidaridad y la defensa de las conquistas revolucionarias en todos los planos.

[2] Vilas, Carlos. Después del ajuste: La política Social entre el Estado y el mercado. En Vilas Carlos Coordinador de Estado y Políticas Sociales después del ajuste. Debates y Alternativas. UNAM. Editorial Nueva Sociedad. Primera edición, Caracas 1995 pp. 9-29.  

 


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